paula rios michal novak

Paula Ríos, pianista: "El tiempo premia a los compositores y olvida a los compositores"

Acaba de lanzar su último trabajo discográfico: "Cantar con los dedos", que ha presentado en St Martin-in-the-Fields de Londres y en París, pero las manos de la pianista gallega Paula Ríos no descansan. Su amor por  Chopin le llevará hasta la Chopin Gesellschaft de Alemania y será el protagonista de sus próximos conciertos en España, para los que contará con un piano Pleyel original de la época del compositor. Todo ello mientras prepara ya su siguiente proyecto, dedicado a los compositores del 27 y que presentará en Londres este verano. Con Ríos hablamos de todo ello, de la labor del intérprete como investigador, de Chopin y de cantar con los dedos. 

2018, ¿porqué grabar un disco?

Este disco vino rodado así que, ¿por qué no grabarlo? El proceso fue tan fácil y todo estuvo tan a favor que acabó siendo inevitable. La idea surgió hace cinco o seis años como programa de concierto. Me fui de vacaciones a Italia y aún con la maleta por el aeropuerto me presentaron al codirector de la Nueva Edición Bellini, quien me dio un montón de ideas valiosísimas, formándose dicho programa, ¡en plenas vacaciones! A su vez surgió este nuevo sello discográfico, Calanda Music, quienes me propusieron grabar con ellos, les mostré esta idea y les pareció fantástico desde el principio.

En cuanto al repertorio, siempre ha habido mucho interés por el programa escogido. Llevo ya muchos años interpretando Chopin y parece que al público le gusta aquello que yo pueda aportar, que les interesa mi forma de tocarlo. Lo cierto es que mis propuestas con Chopin han tenido siempre muy buena acogida. Se hizo todo muy fácil desde el principio, como le digo. En este caso, surgió sobre la idea del cantabile. Por un lado largas líneas, lentas, con acompañamientos muy expresivos y por otro lado el estilo brillante, con amor por el peligro y la explosión del piano, llevándolo a sus límites, siempre de forma muy lúdica, además. Tanto para escuchar, como para tocar. Es una absoluta locura y el balance de esas dos facetas del abandono belliniano y la exhibición del piano, es fantástica.

Chopin es una constante…

Evidentemente Chopin está muy tocado, muy grabado y siempre se tocará, pero este punto de vista, confrontándolo con otros compositores como estos, es algo que he visto mucho en obras escritas y hablado con muchos colegas, pero no es algo que se suela dar en una sala de conciertos, por lo que me parecía muy interesante darle un giro al relato de Chopin y unirlo al tiempo que vivió.

Y de ahí este “Cantar con los dedos”. ¿Cómo se canta con los dedos?

Es un concepto que en realidad es muy antiguo. En infinidad de tratados del Barroco ya aparece esa búsqueda del “tocar cantabile”, de imitar a la voz. En los tratados de composición se habla una y otra vez de la retórica. Es una lucha eterna que ha llegado hasta hoy y por supuesto también la vivió Chopin. Él llegó a París con 21 años, encontrándose con muchos otros pianistas de su misma edad, siendo un momento además de muchísima oferta cultural en la ciudad, por cantidad y calidad. Las mejores producciones de ópera francesa, las mejores comisiones en los teatros de ópera alemana e italiana… vivieron un momento de verdadera expresión operística, unida a la búsqueda de nuevos lenguajes y nuevas vías de expresión a través de la voz.

Estas nuevas estrellas del piano estaban obsesionadas con todo ello, siguiendo a cada cantante y me parece muy normal que les impactase tanto que quisieran llevarlo cada uno de ellos al piano.

¿Podemos hablar de algún concepto técnico que ayude a cantar al piano?

Cada solista tiene sus prioridades a la hora de llegar al público y la mía es conmoverle. Es algo que cada vez me importa más. Podríamos hablar y debatir de aspectos técnicos, pero el cantar con los dedos al final es buscar la flexibilidad y la agilidad que cualquier persona puede tener en su voz, que es el instrumento de todos. Cantar con los dedos es acercarse a cada uno de nosotros.

La música parece hecha para consumirse en soledad, sobre todo en estos días, por eso el concierto es algo vital, necesita ser una experiencia física, visceral, conmovedora. El artista debe provocar siempre algo en la gente y al cantar con el piano, creo yo, llegas siempre a ellos.

Habla mucho de Chopin, por algo protagoniza este disco, y tengo entendido que ha sido un compositor clave en su carrera. ¿Cómo ha sido su relación con él?

Mis comienzos con Chopin fueron en parte buscados y en parte casuales. Mi último maestro fue alumno Stefan Askenase, pianista chopiniano donde los haya, cuya madre a su vez fue alumna de Mikuli, probablemente el mejor alumno de Chopin. Así que el repertorio del primer romanticismo siempre fue un punto muy fuerte en mi estudio y bueno, luego se sucedieron muchas casualidades que hicieron que mi carrera siempre desembocase en él. En 2010, en el bicentenario de Chopin, el museo dedicado a su figura en Mallorca me ofreció grabar el disco y lo presentamos con muy buena acogida por Europa. Me abrió muchas puertas en mi carrera, pero sobre todo me abrió muchas puertas en mí, como intérprete y como persona.

¿Su Chopin ha evolucionado?

Definitivamente sí, pero me gustaría remarcar todo lo que aún me queda por evolucionar. Este es un trabajo que va a llevarme toda la vida. Hasta ahora he querido, en cada proyecto, centrarme en una etapa vital y compositiva diferente de Chopin. Sus influencias, muy distintas según el periodo. El de este último disco es el Chopin que acaba de llegar a París, decidiendo que no quiere ser un virtuoso y que se va a liberar de esa presión de tener que agradar, de tener que vender entradas, dedicándose a buscar un camino propio, un lenguaje diferente al de los demás… una verdadera liberación para él.

Todo un atrevimiento “enfrentarse” a Liszt…

Ya no eso, ir en contra de lo que todos tenían o parecían tener predestinado para él: su maestro en Varsovia decía que él debía ser un compositor de ópera. No sólo eso, le dijo: "tu genio no debería enfocarse hacia el piano; tus óperas te harán inmortal". ¡Y él tenía un talento como melodista único! Eso es evidente, por lo que es muy importante, muy, muy importante y muy valiente por su parte los pasos que dio.

Kalkbrenner, que también aparece en este disco, le ofreció a Chopin ser su maestro cuando este llegó a París, diciéndole que si estudiaba con él, en tres años haría grande su nombre… y Chopin también rechazó su oferta. Él no quería ser copia de nadie.

¿Chopin es alguien por quien pasar sí o sí, si uno quiere ser pianista?

Dependerá de la carrera que quiera hacer cada uno, pero desde luego ayuda a conocer el instrumento y a conocerse a uno mismo. Nuestras capacidades, nuestras posibilidades. Técnicas y expresivas. La unión del gesto y la idea en Chopin, es todo uno. Para un pianista es una experiencia única y un placer.

¿Chopin es el gran revolucionario del piano? Bueno, ¿uno de los grandes revolucionarios del piano?

Uno, sí, ¡uno! (Risas). Fue a la contra. Siempre a la contra. Tuvo un gran éxito y fue muy reconocido, pero siempre fue un revolucionario. Él no hizo giras por Europa para ganar mucho dinero, como hicieron por ejemplo Liszt y Thalberg, quiénes llegaron a retarse en público para decidir quién era el mejor pianista de Europa…

¿Y quién ganó?

Se sabe que empataron, o ganó uno u otro, según a quién se preguntara (Risas). La princesa de Belgiojoso, que organizó el duelo, dijo "Thalberg es el primer pianista del mundo, Liszt es único". Chopin en seguida rechaza este tipo de banalidades y arrogancias. Llegó a conocer a Thalberg cuando tenía 20 años y se reía bastante de él, por el hecho de llevar diamantes hasta en los botones de la camisa…

Una postura muy Schumann…

¡Claro, claro! De hecho Schumann fundaría la revista y sería muy beligerante con todos estos pianistas, pero no con Chopin. Chopin siempre era otra cosa. La recepción de Chopin es realmente interesante porque todo el mundo lo quiso para sí. Para los centroeuropeos era centroeuropeo, e incluso algún alemán lo consideraba un compositor germano. Causaba una impresión muy fuerte y él jugaba con ello, con su carisma.

Frente a Chopin, sitúa en el disco a Bellini. ¿Qué Bellini es este del piano?

De Bellini se conserva algún apunte más, inacabado, que por razones obvias no he incluido en el disco. Las que se escuchan aquí son tres piezas: sonata, largo y coda, muy interesantes para que se refleje mejor la influencia del belcanto belliniano en la obra de Chopin. Hay una en concreto, el Largo, que me parece una joya, con melodía larga, expresiva, arrebatadora.

Y frente a Chopin y Bellini, tenemos a dos compositores no tan conocidos como Thalberg y Kalkbrenner. Preséntanoslos, por favor, para quienes puedan no conocerlos

¡Claro! Kalkbrenner ya era una figura reconocida en toda Europa, tanto como pianista como maestro y ejerció una influencia muy grande en los músicos más jóvenes, Chopin incluido, quien en sus cartas, con 19 y 20 años hablaba de él igualándole con Paganini. Habiendo conocido a Liszt, le iguala con Paganini! ¡Eso es realmente grande! Pertenece a una generación anterior, con una visión más clásica, de estilo brillante. Tanto su obra como la de Thalberg son un compendio de todos los recursos pianísticos que se usaban en la época.

Thalberg era otro grandísimo pianista que llegó a París para triunfar, con una gira por toda Europa y por Estados Unidos. Eso sí, ¡acabó retirado en un viñedo italiano! ¡Fue un triunfador en su vida y pudo darse el gusto! (Risas). El tiempo acaba premiando a los compositores y olvidando a los intérpretes. Ellos los fueron todo en el mundo del piano y sin embargo han quedado atrás al no dejar una obra pianística realmente significativa… ¡y porque tuvieron la mala suerte de coincidir en el tiempo con los genios de su generación, que se llevaron a todos por delante!

Las grandes figuras, no obstante, son hijos de su tiempo, y si no hubiesen encontrado el ambiente tan propicio para superarse a sí mismos, a los anteriores, y para emplear los hallazgos que unos y otros descubrían en el piano, con los que competían y con el ansia continua de alcanzar la excelencia del París del “mejor todavía”, no hubiesen sido quienes llegaron a ser. Nadie surge de la nada sino de las razones con las que conviven. París lo era todo.

La época del Victor Hugo de “Francia, Francia, sin ti el mundo estaría muy solo”.

¡Desde luego! Casi todas las obras nacieron en París, la capital cultural europea por aquel entonces. La atmósfera tan rica culturalmente hablando, más evidentemente la urgencia política del momento, influye. Todos ellos yo creo que eran plenamente conscientes de su relevancia histórica, incluso siendo tan jóvenes. Incluso la frivolidad de la aristocracia era necesaria para llevar a cabo la responsabilidad cultural que tuvieron, ya que gracias a ella se tejió una red de intelectuales, dándoles un espacio para conocerse y llegar a puntos de inflexión y encuentros artísticos.

Chopin y Bellini se conocieron en una de estas reuniones. Hablaban fatal entre ellos y no se entendieron mucho, pero ahí estuvieron, intercambiando ideas.

Habla de una red de intelectuales. Su disco anterior, con García Ascot como protagonista, se centra precisamente en una intelectual nutrida de una red parecida…

Cada vez que empiezo un proyecto, me fascina sumergirme en su época y ver la red de influencias, la genealogía de un artista. Quiénes fueron sus maestros, quiénes sus discípulos, cómo surge una obra y qué la provoca… Rosa García Ascot fue una mujer madrileña que tuvo la gran fortuna de tener la mejor educación musical posible en aquel tiempo. Fue alumna de Granados, de Turina, la única alumna de Manuel de Falla y era una gran pianista, además de compositora. Se fue de gira a París a tocar las Noches en los jardines de España, con él a la batuta. Ravel le ofreció ser su maestro de composición, pero Falla se negó… Esa era la fascinación que provocaba García Ascot, por lo que podemos hacernos una idea de la magia que desprendía. Su carrera se truncó por la Guerra Civil, perdiéndose además mucho material de sus obras y acabó en México, en el exilio.

Creía muy importante que además de obras escritas, biografías y estudios, pudiésemos tener una obra grabada lo más completa posible y fue por ello por lo que le dediqué todo un trabajo discográfico. No sólo de ella sino también de su marido Jesús Bal y Gay, uno de los intelectuales gallegos más importantes. Como compositor, gestor, político del galleguismo… fue el director del Departamento de Música de la Residencia de Estudiantes, organizando el concierto de presentación del Grupo de los Ocho… donde conoció a Rosa García Ascot, ¡solista del concierto!

¿El papel de la mujer en la música está verdaderamente respetado y valorado? ¿La comunidad musical está de veras involucrado en su papel?

Déjeme pensar mucho… (tras un tiempo) Me siento muy afortunada de poder estar viviendo este momento que se está formando ahora mismo. Tanto como ciudadana como profesora y como artista. A la mujer se le ha negado el espacio que es suyo, que merece por tanto tener. Los tiempos están cambiando y creo que es un movimiento imparable de recuperación del espacio público que nos corresponden.

Desde luego hay una gran labor de investigación en sus discos, en sus programas, pero no creo que realmente sea lo habitual… ¿El intérprete ha perdido la labor de investigación?

Considero que la investigación, que el buceo en la fuente de ideas es un trabajo complementario que el intérprete debe hacer. Para mí, es parte de mi vida. Si no tocase el piano, me pasaría la vida leyendo. La labor de difusión es vital. Me interesa de veras que la gente comprensa los tesoros que tenemos en la música. La necesidad que tenemos de recordar al público quiénes somos, también a través de la música. Mire, el arte es necesario para la vida, así que a cuanta más gente le llegue nuestra obra, la obra del compositor, más razón de ser tiene nuestra existencia y más justificada está nuestra labor como artistas.

Foto: Michal Novak.