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Raúl Miguel Rodríguez: "Cada concierto que dirijo ha de ser una experiencia que valga la pena"

Tras alzarse con el segundo premio del Concurso Internacional de Dirección de Orquesta de Londres, Raúl Miguel Rodríguez ya ha dirigido a formaciones como la Orquesta Nacional de Guatemala, la Sinfónica de Tenerife o la Orquesta Sinfónica de Extremadura. Por delante le esperan proyectos con el CNDM. Hablamos con él, alumno aventajado de trompeta con maestros como Martín Baeza o Jose María Ortí y en la dirección como George Pehlivaninan, sobre su presente y sus proyectos más inmediatos, que le llevarán hasta el otro lado del Atlántico.

Usted que ha hecho carrera como trompetista antes de dar el salto al podio de la dirección orquestal, ¿qué le aporta la trompeta a un director de orquesta?

La trompeta, contrario a lo que mucha gente cree, es un instrumento muy rico en timbres, matices y colores, que en un principio pueden parecer ocultos a un oyente poco entrenado, pero que están ahí. Con la orquesta sucede lo mismo, con trabajo, perseverancia y teniendo las ideas claras, pueden sacarse matices y colores muy distintos en cada interpretación. Gracias a la trompeta he podido tocar con las mejores orquestas (Nacional de España, Deutsche Oper, etc.) y ser dirigido por maestros excelentes de los cuales he ido absorbiendo ideas que luego me han ayudado a la hora de establecer mi propia técnica de dirección y a la hora de interpretar el repertorio que actualmente estoy dirigiendo.

¿Es imprescindible haber estudiado un instrumento de la orquesta, haberse dedicado a ello antes, para ser un buen director de orquesta? ¿Al menos todo se entenderá mejor que si, pongamos, uno viene del piano?

Desde mi experiencia creo que sí, cuando uno pasa muchos años detrás de un atril de orquesta tiene una idea muy clara de lo que se puede hacer y cómo se puede hacer. Hay un lenguaje interno dentro de cada orquesta que los músicos que hemos trabajado dentro conocemos sólo con subirnos al podio. Yo diría que el piano es necesario para trabajar las obras, la polifonía orquestal, la armonía, lo que el compositor nos quiere transmitir, pero lo ideal es poder ir más allá y conocer una orquesta desde dentro para saber realmente conectar con ella.

¿Quién es Manuel Blanco?

Manuel blanco, además de un gran amigo (risas) es uno de los mejores trompetistas del momento. Acaba de regresar de tocar con la Sinfónica de Chicago y Riccardo Muti y ha presentado su disco Fearless en la Berliner Philharmonie. Tiene un enorme talento y enorme constancia y dedicación, y está haciendo llegar la trompeta a otro nivel, como instrumento solista virtuoso.

Entre agosto y noviembre, usted acudirá junto a Blanco a Guatemala y Costa Rica con repertorio de Haydn, Mahler, Camacho y Falla. ¿Qué va a poder escucharse en sendos conciertos?

Tanto Guatemala como Costa Rica son dos países a los que he ido a dirigir en varias ocasiones, y tengo la suerte de volver de forma periódica, al igual que en Cuba. En Guatemala, con la Orquesta Sinfónica Nacional, interpretaremos el concierto de Haydn para trompeta, y en la segunda parte la Quinta Sinfonía de Mahler, siendo un reto, ya que no tienen claro si se ha interpretado antes en el país.

¿Háblenos de esta obra, por qué la ha elegido? ¿Qué significa para usted y para la Sinfónica de Guatemala?

Para mí está sinfonía, además de un reto por la dificultad técnica y musical a trabajar, es muy especial. El primer movimiento se inicia con una llamada de trompetas, como trompetista lo habré tocado mil veces… Gracias a Mahler o Strauss la trompeta dio un gran salto cualitativo, como instrumento dentro de la orquesta con posibilidades solistas y virtuosistas. Digamos que la obra la conozco de memoria desde ese lado del atril y me apetece enfrentarme a ella desde el otro lado y llevar a la práctica todas las ideas que he experimentado durante tantos años. Además tendremos la suerte de poder contar con Manuel Blanco en el montaje de la obra y eso conectará aún más con la versión única que queremos hacer de Mahler.

¿Y en Costa Rica?

En Costa Rica, Manuel estrenará un concierto compuesto para él por el gran compositor costarricense, Marvin Camacho, considerado uno de los mejores compositores de Latinoamérica, y que conocí gracias a que hace ya como 12 años, yo estrené su primera sonata para trompeta y piano. En la segunda parte haremos las dos suites de El Sombrero de tres picos, de Falla. Somos países hermanos y se nota, allí gusta muchísimo la música española.

Cada vez es más frecuente que colegas suyos trompetistas confíen ciegamente en usted a la hora de dirigirlos, ¿qué cualidades destacaría usted que le hacen acreedor de tal confianza?

Cierto, y me honra. En este año he tenido la suerte de dirigir a grandes trompetistas, como Reinhold Friedrich, Manuel Blanco, James Ackley, Sebastián Gil, Rubén Simeo, Alexis Morales, Yturvides Vilchez… Digamos que conocer las cualidades técnicas del instrumento, cómo y cuando respirar, hace que pueda manejar la orquesta para favorecer la interpretación de calidad. También por supuesto conocer todo el repertorio de memoria, es de gran ayuda a la hora de dirigir y trabajar las obras, de una manera musical, técnica y sólida dentro de la orquesta.

Usted es una referencia al otro lado del Atlántico, ¿le ha ayudado a ello sus relaciones con la música cubana y latina en general?

Cuba para mí fue siempre un referente. He tenido la suerte de trabajar con grandes músicos cubanos, por ejemplo grabé la parte de trompeta de la Historia de un Soldado, en un disco que el clarinetista era Paquito D'rivera, este disco tiene un Grammy latino al mejor disco de música clásica. Para mí fue una gran ilusión conocer el país, y su gente. Evidentemente, el tener buenas relaciones con los músicos de los países que te invitan siempre ayuda. Me gusta ganarme la confianza de los músicos allá donde voy. Ser músico de orquesta puede llegar a ser algo rutinario, cada semana llega un director nuevo invitado y trata de sacar adelante un programa que normalmente los músicos han interpretado cientos de veces. Hay que ser muy creativo y buscar algo diferente. Yo intento además acercarme al lado humano de los músicos y hacer que la semana que compartimos haciendo música sea una experiencia que valga la pena.

¿En qué momento decide saltar a la dirección de orquesta? ¿Por qué?

Mi madre dice que de niño podía pasarme horas y horas dirigiendo, y siempre mostré interés por el mundo de la dirección, pero fue cuando conocí a mi maestro George Pehlivanian cuando me animé a dedicarme a la dirección. Pehlivanian sabía que dirigir es mi pasión y él me animó mucho a que lo hiciera desde el primer momento.

Una vez subido al podio, ¿qué programas son sus preferidos? Con qué partituras disfruta más?

Hombre, está claro que gracias a mi instrumento, todo lo que tenga mucho metal me apasiona, pero en realidad, me gusta todo lo que estoy haciendo ahora mismo. Me encanta la ópera y también la música española y la zarzuela, que debería estar a la altura que merece. Tengo proyectos vinculados con la zarzuela en Latinoamérica y también me entusiasman. Toda la música es muy estimable.

Tras el periplo americano, ¿qué le espera a la batuta de Raúl Miguel Rodríguez?

Ahora mismo estoy muy centrado en todo el circuito latinoamericano, pero también estamos cerrando proyectos en Rumanía, Bulgaria, Italia… En España voy a dirigir dentro del ciclo del CNDM y estamos cerrando fechas con varias orquestas. Actualmente hay un proyecto que estrenamos la pasada temporada con la Orquesta de Extremadura, el Bestiario del Circo, junto al actor y clown Pepe Viyuela, por el cual también han mostrado interés varias orquestas. Es un concierto, que une la poesía, el mundo del circo y la música. Proyectos no faltan e ilusión tampoco.

Foto: Diego Pérez.