Segreto Susanna Santander 

Una oferta pequeña y llena de ilusión

Treceño. 10/08/2017. Festival Internacional de Santander. X Noches Líricas del Palacio de Hualle. Ermanno Wolf-Ferrari: Il segreto di Susanna. Sonia de Munck (Susanna), Javier Povedano (Gil). Dirección de escena: Rita Cosentino. Dirección musical: Miguel Huertas.

Ausente la ópera del Festival Internacional de Santander desde hace varios años debido a la profunda crisis económica y a la deuda surgida por ella, las Noches Líricas Palacio de Hualle aparece como único islote operístico en este agosto cántabro. Del Palacio de Hualle se utiliza un pequeño patio interno en el que son colocadas gradas y asientos cedidos por el Ayuntamiento de Valdéliga para apenas doscientas personas que están situadas a escasos metros de pianista y cantantes.

El mismo patio propicia un escenario físicamente limitado que, así mismo, limita el producto que se puede ofrecer pues apenas unos pocos metros cuadrados recogen a los cantantes, al pianista y el mínimo atrezzo. Está claro que la posibilidad de encajar en tal lugar a una orquesta, por pequeña que sea, parece sencillamente imposible. Es por ello que las óperas se ofrecen con piano. En este caso, el pianista que asumió la labor de dirección musical ha sido Miguel Huertas, que trató de transmitir la brillantez de la paleta orquestal de Wolf-Ferrari.

El compositor recoge en sí –hasta en sus apellidos, si se me permite el chiste recurrente- las tradiciones italiana y alemana. En esta obrita se vislumbra más a Ferrari que a Wolf pero en cualquier caso, teniendo en cuenta que esta ópera es contemporánea de la obra de Puccini y el verismo, sí conviene mencionar que el brillante color orquestal de la obra está muy por encima de las exigencias vocales; de ahí que la ausencia de la orquesta suponga un handicap importante para el completo disfrute de Il segreto di Susana.

La propuesta escénica de Rita Consentino es sencilla y eficaz. Valiéndose de las entradas del patio y de la planta superior se crean distintos espacios donde se recrea la situación. De todas formas el espacio es estrecho y en ocasiones se dificulta el movimiento de los cantantes y actores. En su propuesta, Sante, el mayordomo, cobra un gran protagonismo y ahí hay que aplaudir sin reservas la labor del madrileño Aaron Martín, que se llevó al público de calle por su gran trabajo. Rita Consentino supo equilibrar su presencia para evitar tapar la labor de los cantantes.

La historia es muy conocida; estamos ante una pequeña historia proto-feminista (¿se me acepta el palabro?) donde una pizpireta Susana reivindica su derecho a fumar ante un marido que, en principio, responde a todos los tópicos del macho que cuida las formas tradicionales aunque por amor acaba aceptando a su mujer con su pequeño vicio. Hoy, donde la guerra al tabaquismo está declarada de forma contundente, una obra así, hija de 1909, nos desata una pequeña sonrisa además de servirnos de fotografía de la situación de la mujer hace apenas cien años.

Sólo tenemos dos cantantes a los que escuchar. En este sentido mucho más eficiente la labor de la soprano madrileña Sonia de Munck como Susana, con voz diáfana, agudos consistentes y una labor actoral eficiente. Su marido en la trama, el barítono andaluz Javier Povedano, abusó del forte al cantar, con un estilo excesivamente estentóreo y falto de matices. 

El público aplaudió con ganas la función aunque estas veladas están demasiado “contaminadas” por la relación social, es decir, que las Noches Líricas parecen ser para algunos un lugar de encuentro social más que un lugar de disfrute lírico. Por cierto, la organización debería de cuidar algunos detalles como es el de empezar la función con treinta y cinco minutos de retraso.

Es de desear que la ópera vuelva al FIS lo antes posible. Ello no debe de hipotecar el futuro de estas Noches Líricas pero sería conveniente no dejarse vencer por la rutina. Un servidor ha asistido a la tercera edición consecutiva y parece desequilibrase la oferta en detrimento de la lírica. Quizás un cierto grado de colaboración con Festivales de programación similar como el LittleÓpera de Zamora y mantener la ya establecida con la Fundación Juan March podría ser ventajoso para todos.