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Mariangela Sicilia, soprano: “Mozart es siempre un bálsamo para la voz”

La joven soprano italiana Mariangela Sicilia presta su voz estos días al personaje de Pamina en una cuestionada y singular producción de La flauta mágica firmada por Graham Vick en el Palau de Les Arts de Valencia. Tras diez años de carrera, comentamos con ella sus orígenes y sus próximos proyectos.

Son ya diez años de carrera, tras su debut en 2009, en Aslico. ¿Cómo recuerda aquel momento?

Aquel fue mi primer concurso. Y fue toda una sorpresa para mí porque apenas estaba probándome. De hecho el concurso no fue bien, no logré ningún premio. Pero un par de días después de terminar el certamen, la señora Lomazzi me hizo llamar para formar parte del proyecto para jóvenes. Imagínese mi alegría, al verme ya lanzada a un escenario tras esa primera experiencia en un concurso. En realidad yo tenía ya algún contacto previo con el teatro, ya que me había formado como actriz anteriormente. 

Aquella fue mi primera experiencia con orquesta, en todo caso. Y con muchos de aquellos compañeros hemos mantenido un bellísimo contacto hasta hoy. Hicimos un centenar de funciones por toda Italia, durante cuatro o cinco meses.

Toda una prueba de fuerza para ser un inicio. Aquella fue también una experiencia con una ópera de repertorio alemán, como esta Zauberflöte que le ha traído a Valencia. 

Sí, hicimos Hänsel und Gretel, pero traducida al italiano, salvo en un determinados teatros donde se hicieron partes en alemán. De modo que como rol completo esta Pamina será mi primera experiencia cantando repertorio alemán.

Triple debut, pues, estos días en Valencia: debut como Pamina, su primera Zauberflöte y su primera vez en Les Arts.

¡Exacto! (risas) Todo nuevo. Es maravilloso tener siempre algo novedoso en agenda, algo estimulante en el horizonte. Siempre hay tiempo para profundizar en lo ya cantado, de hecho es fundamental poder hacerlo. Pero me encanta enfrentarme a nuevos retos.

Su repertorio es de hecho ya bastante amplio, incluyendo partes tan importantes como Violetta Valery en La traviata de Verdi o la Mimì de La bohème de Puccini.

Si, al inicio de mi carrera hice títulos un tanto diversos y más infrecuentes, como L´Arlesiana de Cilea, por ejemplo; o el Benvenuto Cellini de Berlioz que me dio tantas alegrías y me dio a conocer. Mi repertorio es poco a poco el de una soprano lírica, cada vez más madura tras diez años de carrera. Nunca tuve una voz demasiado ligera.

Fue una de las premiadas en el certamen Operalia en su edición de 2014. Hablábamos antes de Aslico, donde no obtuvo premio pero si una posterior recompensa. ¿Cuál es su opinión de los concursos?

Yo he hecho unos cuantos concurso, pero Operalia es el único en el que fui galardonada. Mi experiencia fue fantástica. Es extraordinario que un cantante de la talla de Plácido Domingo se pone a disposición de los cantantes más jóvenes, no ya como maestro con sus consejos, sino con el hecho mismo de disponer una plataforma para que nos podamos probar y hacernos visibles. Profesionalmente me trajo una mayor evidencia ante los teatros y ante el público.

Su agenda presenta un buen equilibrio entre los escenarios italianos y los del resto de Europa. Desde esa experiencia, ¿cuál diría que es la realidad de la lírica en su país natal, en Italia?

Por desgracia Italia ha olvidado que es la cuna de la lírica. Y sobre todo ha olvidado hasta qué punto la ópera ha sido nuestro mejor embajador, porque si un japonés o un chino conocen el italiano es gracias, sobre todo, a la lírica. Y es curioso que conozcan allí más los libretos de Da Ponte o Piave que los textos de Alessandro Manzoni o Italo Calvino. En Italia hay un problema general con nuestro patrimonio. Se diría que estamos tan habituados ver el Coliseo que ya no valoramos lo que verdaderamente significa. Y esto lleva aparejado un respaldo institucional y financiero que no es suficiente. Seguimos teniendo grandes teatros y estupendas temporadas líricas pero con recursos cada vez más mermados. La situación es complicada…

Cuénteme cuáles son los principales compromisos de su agenda de aquí en adelante. He visto que tiene compromisos en Sidney y en Pekín.

Sí, en Sidney estuve ya con La bohème en enero de 2017. Regresaré ahora con Il viaggio a Reims, un título que hice ya en Roma con la producción de Damiano Michieletto, la misma que haremos en Australia. En China haremos otro Viaggio a Reims, una nueva producción en Pekín firmada por Andrea Cigni.

Esta temporada, no obstante, pasaré más tiempo en Italia que en temporadas anteriores, en las que había trabajado mucho en París, Ámsterdam, etc. Ahora tengo más compromisos en casa, en concreto en mi cuidad adoptiva, en Bolonia. Soy nacida en Calabria pero vivo allí desde hace más de una década. Haré allí La traviata y Turandot, con la parte de Liù. También haré mi debut con Antonio Pappano, en Santa Cecilia, en Roma, con el Requiem de Mozart. Regreso a la Ópera de Roma con el Orfeo ed Euridice de Gluck, con dirección de escena de Robert Carsen. Es una hermosa temporada, con un repertorio que hace bien a mi voz; siempre es bueno regresar a Mozart y Gluck al tiempo que se canta Verdi y Puccini. Mozart es siempre un bálsamo para la voz.

¿Cuándo cantó Traviata por vez primera?

Fue en abril de 2017 en el San Carlo de Nápoles. Las funciones de Bologna me hacen especial ilusión, por ser allí pero también por contar con el maestro Renato Palumbo, con quien debuté esta parte en Nápoles. Traviata es una ópera que no termina nunca… 

Tiene de hecho en repertorio dos de los roles más emblemáticos de todo el repertorio para soprano, Violetta en La traviata y Mimì en La bohème.

Sí, además son dos roles con algo en común pues de alguna manera Violetta en origen había sido una bohémienne. Marie Duplessis llegó a París siendo una suerte de Mimì si bien luego “hizo carrera”, en un sentido particular (risas). Duplessis trabajaba en un negocio de paraguas; no hacía flores como Mimí, pero sí algo parecido. Me gusta en todo caso ponerme en la piel de personajes que tienen un fondo y un peso importante, que son icónicos en la medida en que representan un momento social determinado.

Esta Flauta mágica de Valencia es una producción de Graham Vick, con quien ya había trabajado antes.

Sí, hice con él La bohème en Bolonia. Había trabajado antes también con Graham Vick en varias obras de Rossini: Guillaume Tell, L´inganno felice, etc. Con Vick se llega siempre al corazón más profundo de los personajes. El resultado final puede gustar más o menos, pero la perspectiva es de una honestidad incontestable. Esta producción de Die Zauberflöte pone en escena una Pamina distinta, con más carácter, casi una heroína, pues ella en realidad también supera las pruebas a las que Tamino se enfrenta. El espectáculo en su conjunto es divertido y sorprendente.

¿Cuáles son sus maestros de canto o sus referentes vocales a día de hoy?

Siempre he trabajado con Fernando Cordeiro Opa, a quien confío mi voz en todo lo que tiene que ver con la técnica. En mi carrera también han sido importantes Carmela Remigio y Leone Magiera. 

Entre las sopranos de referencia, lamento no haber conocido a Daniela Dessì porque su trayectoria me parece extraordinaria. Admiro también la teatralidad de Renata Scotto, toda una referencia. Y cómo no citar a Mariella Devia, un fenómeno increíble, casi un milagro vocal que demuestra hasta qué punto todo reside en la técnica.

¿Tiene a la vista algún debut? ¿O al menos algún rol que le gustaría debutar próximamente?

Me gustaría mucho debutar Roméo et Juliette de Gounod. En general, el repertorio francés me atrae mucho en este momento. También el primer Verdi me atrae, pero todo llegará, no hay prisa. En este momento el compositor con el que me siento más en casa, curiosamente, es Puccini. Emocionalmente siento una conexión muy especial, si bien vocalmente apenas puedo cantar Mimí, Liù y Lauretta… quizá en el futuro La Rondine.