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Javier Perianes: "A la música hay que aproximarse sin prejuicios"

El pianista Javier Perianes culmina un año de celebraciones por el anversario de Debussy con su nuevo disco dedicado a los Preludios del francés. Nos encontramos con él para hablar de su visión sobre la obra del compositor, de sus músicas y sus concomitantes. De Chopin, de Ravel y del piano como arma revolucionaria.

Acaba de presentar su nuevo disco dedicado a Debussy, con el Primer libro de Preludios y las Estampas, pero ¿Quién es Debussy?

Un revolucionario, un rompedor, diría que incluso un radical en el mejor sentido de la palabra. Debussy rompe con la forma, con las estructuras clásicas de la armonía y crea un lenguaje nuevo. Es curioso, en la presentación del disco comentábamos cómo las obras de Debussy, en un porcentaje elevado, al terminar te dejan la sensación de que la obra podría continuar; con Ravel, por ejemplo, nunca ocurre. Evidentemente Debussy es un conocedor de la forma clásica, un admirador irredento de Chopin (después de aquel proyecto dedicado a ambos compositores explorando sus vínculos me parece aún más evidente su fascinación por el compositor polaco). Diría que es uno de los compositores más fundamentales y cruciales de la historia, por su peso y el poso que deja en todo lo que está por venir.

¿Debussy traspasa y trasciende más allá del piano… desde el piano?

Absolutamente. El piano fue solo un pretexto, de hecho, para este simbolista, impresionista o incluso realista que rehuía constantemente de todas las etiquetas de manera enérgica a pesar de establecer vínculos con el contexto cultural que le rodeaba, como su relación con personalidades como Baudelaire, Mallarmé… incluso le llegaron a piropear diciéndole que él era en música lo que Monet era para la pintura; un creador de una nueva tendencia… y lejos de decir: “me niego a escuchar eso”, comentó que le honraban mucho con tal comparación. Así que de alguna manera, y a pesar de sus reticencias con ser etiquetado, podríamos decir que Debussy llegó a aceptar de alguna manera implícita la influencia que tuvo en él el movimiento impresionista.

Habla de revolucionarios y menciona a Chopin. No sé si en realidad hay muchos revolucionarios reales en el mundo del piano…

Quizás no haya tantos y con tanta influencia y relevancia. Habla usted de dos casos muy curiosos, pero en el caso de Debussy creo que es todo incluso más llamativo, porque aquí el movimiento de ruptura es más evidente. Esa reacción ante la música de grandes líneas, de las armonías funcionales y de la gran forma y estructura que podemos encontrar en la música centroeuropea … él aparece como un antes y un después. Un maestro del color que va mucho más allá de eso. Debussy no es sólo color y evanescencia, también hay aristas, y añadiría además el factor armónico. La armonía en Beethoven, en Brahms, por ejemplo, son armonías funcionales, que van hacia algún lugar. En el caso de Debussy y, ojo, también de Chopin en ocasiones, e incluso me atrevería a decir que de Manuel de Falla, hay momentos armónicos en los que encontramos acordes que su única función es el disfrute; hechos para el gozo sensorial.

¿Una armonía estética?

¡Ecco! No en contra de nada, sino como contraste a la armonía funcional y estructural de los cánones clásicos. Evidentemente hubo genios como Beethoven, Brahms, Mahler… que supieron ser flexibles dentro de las formas clásicas, de ahí su genialidad. En Debussy encontramos melodías interrumpidas, la yuxtaposición de elementos, de texturas… eso hasta ese momento no lo había hecho prácticamente nadie. Quizás en el último Chopin podemos encontrar algún atisbo tanto de colores como de esas armonías originalmente estéticas, pero el que las pone en pie y desarrolla es claramente Debussy.

Usted ya dedicó un disco excepcional a Chopin y Debussy, uniendo sus obras, ¿Cómo ha trabajo ahora este Debussy? Hay un detalle que puede parecer pequeño, pero que me parece fundamental: en la edición del disco se incluyen los puntos suspensivos ante de los títulos de las obras, algo que no se ve en los discos de Pollini, o Barenboim, por ejemplo.

¡Es que originalmente se editaron así! Los puntos suspensivos indican que Debussy puso los títulos al final de la obra y no al principio; en un gesto de dar al intérprete la mayor de las libertades. Debussy no quería decirle al pianista cuáles fueron sus motores de inspiración para esas obras o lo que evocaron para él, pretendía que se acercase de forma libre a la obra y que, al final, sólo al final, pudiese averiguar lo que Debussy imaginó. Debussy era un captador de esencias, de imágenes; un fotógrafo de postales, de momentos, que quería que nos acercásemos a estos preludios con total libertad y sin condicionantes.

Para la Estampes podríamos perfectamente aplicar una cita genial del propio Debussy que decía algo así como: “Si uno no tiene recursos para pagarse un viaje, sólo le queda un recurso: imaginar”. En las Pagodes nos lleva a la música javanesa que él escuchó en la exposición de París. Nunca pisó suelo español y ahí tenemos tantas obras suyas magníficas como La soirée dans Grenade. Y luego la última de las estampas, Jardins sous la pluie, probablemente un grupo de niños jugando en los Jardines de Luxemburgo en un día de lluvia, con ese estallido final que es el canto del mirlo, tal y como sostienen muchos musicólogos. Toda esta información, sobre todo en los Preludios, lo ideal es conocerla a posteriori, tras haberte acercado libremente a la obra y haberla trabajado. A Debussy hay que intentar aproximarse de la forma más natural posible y sin prejuicios ni contaminaciones externas. Diría por extensión que esa es la manera ideal de aproximarse a la música en general, descubrir la obra mientras estás en el proceso de trabajo inicial con la misma.

¿En qué difieren y en qué se asemejan los Preludios de Debussy, de los de Chopin?

Los de Chopin están más concebidos como grupo, aunque puedan tocarse sólo una selección, porque aunque adquieran todo su significado al escucharlos todos seguidos, hay algunos de ellos que tienen una identidad propia, que son obras de arte per se. En el caso de Debussy, creo que utiliza la excusa de Chopin para hacer las dos series de doce preludios, pero no hay ningún programa de tonalidad, no hay conexión entre ellos incluso estructuralmente hablando, ni siquiera una ambición de alternancia de contrastes, rápido-lento… Su modelo fue Chopin, pero como modelo lejano, quizás como concepto general y obra de pequeño formato y duración y como homenaje póstumo a un compositor que admiraba profundamente… pero nada más.

El otro día, viendo la película Vertigo, de Hitchcock, cuando aparecía un personaje español, enseguida Herrmann utilizaba una habanera; una y otra vez; y recordaba las habaneras que tanto utilizaron los franceses para definirnos, cuando ni siquiera es realmente española. Me pregunto si en esa Francia de Debussy hubo cierto apropiacionismo cultural que de algún modo nos ha marcado. Cierta mirada…

¿Casi folclórica? Cierto es que la habanera es uno de esos cantos de ida y vuelta que no nos pertenece precisamente. ¿Apropiacionismo? ¿Visión reduccionista? ¿Folclórica y tópica? No me atrevería a afirmarlo categóricamente. Hay que reconocer que compositores franceses como Ravel o Debussy nos regalan en algunas de sus obras visiones de España muy refinadas, más allá de lo folclórico. Yo le diría que la visión francesa de principios de siglo, en ese París donde confluyen Albéniz, Manuel de Falla, Turina, Debussy, Ravel… ¡Stravinsky!, de nuestra España, era, en todo caso, de un folclorismo refinado y cuando hablo de refinamiento me refiero a asimilar desde sus postulados elementos de nuestra música pero estilizándolos con colores y recursos propios. En Francia siempre he sentido que el público reacciona de manera muy positiva a la música española, como si de alguna manera encontrasen en ella algo propio.  

¿Picasso: pintor francés nacido en España?

(Risas) ¡Algo así! Sobre todo con Falla, por su formación, su tiempo allí y el vínculo inexcusable con Debussy. Así como le diría que la visión rusa de nuestra España musical, por ejemplo, puede ser más tópica; la visión francesa es siempre más sutil. Ravel y Falla estilizaban el folclore español, la presencia de elementos del flamenco en Falla es obvia pero siempre de manera tremendamente disimulada, es una asimilación del folclore para después crear un lenguaje propio. En el caso de Albéniz diría que su traslación de ritmos es más literal, y no por ello menos interesante o valiosa, desde luego.  

Ya que ha mencionado a Ravel, uno de sus próximos proyectos discográficos será en torno a su obra, ¿no es así?

Sí, en un proyecto muy interesante que nos hace muchísima ilusión tanto al Maestro Josep Pons como a mí. Como elemento común en este disco viene el célebre Concierto en sol y luego, además, se incluyen las versiones tanto para piano como para orquesta de Le tombeau de Couperin y la Alborada del gracioso. De alguna manera situamos a Ravel en un espejo, al compositor que escribió originalmente para piano y luego al genial orquestador.

Después de este vendrá un disco que me hace también muchísima ilusión, con la violista Tabea Zimmermann, resultado de varios años colaborando juntos. El año que viene haremos una gira de tres semanas por Estados Unidos y algunas otras fechas en Europa (Francia y Alemania). La idea es grabar música española y latinoamericana para piano y viola: Falla, Albéniz, Montsalvatge, Granados, Casals, Piazzola, Villalobos… Y ya después de esto, vendrá un proyecto dedicado a Chopin con la segunda y tercera sonatas para piano.

¿Se puede abarcar todo el repertorio al piano?

Lo que puede uno intentar es bucear todo lo que pueda, porque ahí está la curiosidad del intérprete, pero evidentemente, pretender alcanzarlo todo es imposible. Hay compositores y obras por las que por temperamento y personalidad uno puede sentir más afinidad y la tendencia natural sea seguir ahondando en algunos autores. En este último año por ejemplo he estado tocando muchísimo los dos conciertos de Brahms, ha sido una inmersión interesante y en la próxima temporada también volveré a Brahms, y así con muchos otros compositores. Es evidente, no obstante, que con el paso del tiempo todas las músicas se destilan y uno siente mayor conexión con compositores concretos.

En su repertorio no parece haber mucho espacio para la contemporánea, aunque quizá me equivoque…

Cierto. Hace muchos años, recuerdo que participé en un ciclo donde diez pianistas españoles interpretábamos música de los decenios del siglo XX. Yo llevaba un programa con Gubaidulina, Schnittke, Luis de Pablo, Berio, Feldman… un recital de dos horas de música actual que he de reconocer, lo disfruté una barbaridad. Coincide ahora que estoy en conversaciones para un proyecto ilusionante, con un compositor peruano que me fascina que es Jimmy López, para interpretar un nuevo concierto para piano. Espero que podamos llevarlo a cabo en la temporada 21/22 o en la 22/23. Por otro lado, la próxima temporada haré un programa de música hispano-francesa en la Boulez Saal, y el maestro Barenboim siempre pide incluir algo de repertorio actual en el programa, siendo éste unos de los principios de la sala. Así que ahí estoy dándole vueltas… y este año estreno una obra de Joan Guinjoan en el Palau de la Música de Barcelona. En muchas ocasiones son los propios proyectos los que te llevan en una dirección u otra pero desde luego que encuentro a muchos compositores actuales de enorme interés y valía.

Entre otros proyectos, por cierto, le espera una gira por España con Juanjo Mena la London Philharmonic y los conciertos para piano de Beethoven.

Sí, es una gira muy especial que tanto el Maestro Mena como yo esperamos con mucha ilusión. Antes haré otra gira por Estados Unidos con la Orpheus Chamber Orchestra y el Concierto No. 27 de Mozart que culminará en el Carnegie Hall de Nueva York y justo después ya nos pondremos en el modo Beethoven para afrontar esa gira por España que terminará con la integral en dos conciertos en el Royal Festival Hall de Londres con la London Philharmonic y Juanjo Mena. Inicialmente la propuesta por parte de la orquesta, con la que tengo una relación muy especial, era celebrar de alguna manera mi cuarenta cumpleaños en esta temporada, y se nos ocurrió esta idea de hacer la integral de los conciertos de Beethoven.

Foto: Igor Studio.