JessicaPratt ABAO 2019 

Delirante delirio

Palacio Euskalduna. Concierto de ABAO-OLBE. Jessica Pratt (soprano) y la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Obras de V. Bellini, G. Rossini, G. Donizetti, A. Thomas y L. Cherubini. Dirección musical: Giacomo Sagripanti.

Uno es consciente que tampoco se ha roto la cabeza a la hora de elegir título, pero visto lo visto ayer en el Palacio Euskalduna, que absorbió, al menos en platea, una ocupación de alrededor del 75%, tampoco hay que buscar adjetivos especiales si la misma soprano protagonista, la inglesa Jessica Pratt, decidió que su concierto se titulara Delirio, al dedicar el mismo a escenas de delirio o locura de unos cuantos personajes del mundo belcantista.

La soprano escogió cinco páginas, alguna de ellas de especial interés por su infrecuencia en los escenarios y hay que señalar, antes de seguir sumando líneas a este escrito, que el éxito de la velada fue absoluto. La gente incluso dejó de toser, lo que para Bilbao es síntoma de atención generalizada.

La primera página con la que Pratt nos hizo disfrutar fue la escena final de La sonnambula, con el recitativo previo y la cabaleta final, Ah, non giunge! donde ya dejó marca de su facilidad en el registro agudo y en la creación de una coloratura técnicamente brillante. Lo mismo ocurrió con la siguiente página vocal, la gran desconocida del programa, a saber, Madre, deh, placati, de la así mismo desconocida ópera de Gaetano Donizetti Emilia di Liverpool. Han de repetirse los calificativos en una página más brava, también más breve y que fue del gusto de un público que para ese momento comenzaba a barruntar la posibilidad de una noche especial. La primera parte finalizó con la escena final de Ofelia del Hamlet, de Ambroise Thomas Et maintenant ecoutez ma chanson que puso final a una primera mitad con notas agudas de ensueño, con seguridad y afinación ajustada.

Las dos páginas vocales de la segunda parte fueron las muy célebres Quia la voce sua soave, de I puritani y la celebérrima escena de la locura de Lucia di Lammermoor. Todo lo que se intuía se hizo realidad: facilidad en el agudo y en el sobreagudo, coloratura clara, pronunciación más que aceptable y, en cierta forma, dramatización suficiente del personaje, quizás no tanto por el movimiento escénico como por las inflexiones y detalles de la voz.

Jessica Pratt venía con la fama de ser una de las grandes del bel canto en la actualidad y tras este concierto, pocos en Bilbao tendrán dudas de ello. El próximo octubre, inaugurando la temporada 2019/2020 de la ABAO, podremos disfrutarla como la protagonista de la Lucia di Lammermoor inaugural y dado el éxito del concierto de ayer intuyo tortas por verla y escucharla.

A la soprano la acompañó una notable Orquesta Sinfónica de Euskadi bajo la batuta de un joven Giacomo Sagripanti quien hizo una lectura briosa de las cuatro páginas orquestales que abordó, en concreto las sinfonías de Norma, Semiramide, I Capuletti e i Montecchi y Medea, esta última de Luigi Cherubini. Quizás la primera resultó un poco precipitada pero, en cualquier caso Sagripanti supo estar a la altura de concierto y supo ajustar el bello sonido de la orquesta a cada circunstancia; así, en las páginas orquestales su sonido era brillante e impetuoso mientras que este era más recogido y sumiso a los quehaceres de la soprano.

La reacción del público fue, como la misma soprano en su concierto, in crescendo hasta entrar en un delirio que se acrecentó con el único bis original, el aria de Cunegonda, de Candide, opereta de Leonard Bernstein. Cabrá la discusión acerca de su idoneidad dado el tipo de programa ofrecido pero, en cualquier caso, verle a Jessica Pratt jugar con los gestos y las palabras fue una gozada. En el segundo bis repitió la parte final de la primera pieza ofrecida en el concierto, yendo en este caso al sobreagudo.

Queda apuntado que el Euskalduna quedaba lejos del lleno, lo que le habrá pesado a más de uno. Cabe reflexionar acerca de la verdadera afición de Bilbao y alrededores si entre los más de seis mil socios no somos capaces de llenar un único recital de una estrella del canto actual, pero así son las cosas. La primera página orquestal y el recitativo de la primera intervención belliniana se hicieron entre convulsas toses y demás ruidos propios del público aburrido; más tarde, Jessica Pratt hizo callar a todos. Y eso quiere decir mucho.