ABAO Bilbao Opera. Les pecheurs de perles 67 Temporada. E. Moreno Esquibel 616 

En la diana

 

Bilbao. 24/05/2019. Palacio Euskalduna. George Bizet: Les pêcheurs de perles. Javier Camarena (Nadir), María José Moreno (Leïla), Lucas Meachem (Zurga), Felipe Bou (Nourabad). Coro de Ópera de Bilbao. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección de escena: Pier Luigi Pizzi. Dirección musical: Francesco Ivan Ciampa.

La ABAO siempre se ha jactado y con cierta razón que antaño las grandes figuras del canto lírico pasaban por Bilbao y deleitaban a los aficionados con interpretaciones inolvidables. Son épocas pretéritas en las que cada título se ofrecía en única función y donde la gran parte de las localidades estaban “secuestradas” por un grupo cerrado elitista que disfrutaba del Festival de Ópera al final del mes de agosto. Así, nombres como Monstserrat Caballé, Carlo Bergonzi, Mario del Monaco, Ettore Bastianini y otros de altura semejante aparecían en los cartellone y esa minoría privilegiada asistía a veladas irrepetibles. 

Los que llegamos a la ABAO a finales de los 80 aun pudimos tener la suerte de oír y ver a Jaume Aragall, Alfredo Kraus, Mirella Freni, Marilyn Horne o Martti Talvela como estrellas rutilantes de una época que parecía tocar a su fin. Por ello, este viernes, en la tercera función de Les pêcheurs de perles, título con el que se cerraba la temporada 2018/2019, uno no pudo evitar tener la sensación de que dentro de unos años podrá decir eso de que yo estuve allí. Con la diferencia de que hoy en día disponemos de un palacio moderno, una infraestructura técnica envidiable, cuatro funciones por título y una accesibilidad al mundo de la ópera como nunca. Y de ello me congratulo.

Javier Camarena, de no ocurrir nada raro, está llamado a ocupar su sitio en el Olimpo de los cantantes líricos. No se cuántas veces más podremos escucharle en Bilbao en ópera escenificada (que, no nos engañemos, es el verdadero ser de la ópera) pero ahora puedo decir eso de que el viernes estuve allí. Y no solo eso; Javier Camarena estuvo, sí. Y canto muy bien, ofreciendo prestaciones dignas de la fama que le acompaña; pero por si esto fuera poco, estuvo rodeado de un grupo de compañeros que en ningún caso capitidisminuyeron el nivel ofrecido por el mexicano. Y ahí radica precisamente el éxito de la función: no depender de la estrella de turno para el éxito sino redondear una velada por la colaboración entre todos los artistas, sin falla alguna, y dando todos los cantantes el máximo para disfrute de los mortales que se sientan frente a ellos.

Camarena supo sacar todo el jugo a su papel: el dúo con Zurga se hizo con la contención suficiente, su aria Je crois entendre encore jugo con el volumen, con el contraste y un fraseo notable para terminar con una nota final, mientras se acostaba, digna de un cantante de técnica exquisita. En las partes más heroicas, sobre todo el dúo con Leïla, supo desplegar una voz timbrada que llenaba el enorme palacio Euskalduna, lo que habla mucho y bien de su proyección. Un éxito con aroma añejo, de esos que parecían inevitables al tratarse del alarde de una estrella.

Pero si el tenor nos obliga a palabras laudatorias, qué decir de la intervención de María José Moreno. No tengo la suerte de conocerla personalmente pero pocas cantantes me trasmiten tanta sensación de honestidad artística, de trabajo y de constancia como esta soprano granadina. Valga como ejemplo que en Bilbao no cantaba desde hace quince años lo que, escuchada esta función, parece algo difícilmente justificable. Una voz que ha ganado en densidad y en sonoridad a lo que hay que añadir una técnica que le permite abordar la franja aguda y la coloratura con solvencia. Así, su Comme autre fois pudo ser el punto culminante de la noche. Ha sido una enorme suerte disfrutar de ella en esta ópera. 

 

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El barítono Lucas Meachem enseñó la voz más grande con diferencia. Su aparición en la escena de la detención de Nadir y Leïla cantando Arretez!! fue la demostración del enorme volumen de su voz. Quizás en el dúo con Nadir hubo un cierto punto de desequilibrio dada la contención mostrada por el tenor pero vista la naturalidad de su voz pudiera esta parecer una crítica muy menor. Desde luego fue capaz de transmitir toda la autoridad que se le supone al Zurga elegido para gobernar el pueblo. Finalmente, Felipe Bou asumió el ingrato papel de Nourabad y además de proyectar su intolerancia y dogmatismo Bou supo aprovechar cada una de sus pocas frases para hacerse notar.

Bien el Coro de la Ópera de Bilbao aunque, por momentos, pareció falto de contundencia. Creo que su colocación permanente en la parte trasera del escenario les favoreció poco e hipoteco nuestra recepción de sus voces. Finalmente, la Orquesta Sinfónica de Bilbao bajo la batuta de Francesco Ivan Ciampa, más allá de alguna puntual estridencia, interpretó de forma notable una partitura que navega muchas veces por el mundo del exotismo musical. 

La puesta en escena de Pier Luigi Pizzi era tan simple como efectiva. Una enorme onda recorría de derecha a izquierda todo el escenario recogiendo todo el desarrollo dramático. Atrás, la presencia de un templo piramidal sudasiático y en el acto III la presencia de distintas imágenes de divinidades de la zona que aportaban el necesario tono exótico de una ópera que, no olvidemos, transcurre en la actual Sri Lanka. Las pendientes de la onda principal crearon algún pequeño problema al barítono, al que se veía bajar la pendiente con bastante precaución. 

No ha sido Les pecheurs de perles una ópera afortunada en la ABAO, si nos referimos a las dos últimas veces en las que fue programada, las que un servidor pudo vivir en directo. Aun recuerdo el dislate de aquel supuesto tenor, Richard Fracker, que nos regaló un Nadir a olvidar allá por enero de 1996. Antes Alfredo Kraus hizo cosas muy distintas en 1969 y 1981. Ahora, bien entrado el siglo XXI, Camarena, Moreno, Meachem y Bou han puesto el listón muy pero que muy alto. Gracias.