Alicia Alonso 1953 AP

El adiós de Giselle

Ayer se conocía la muerte de una de las figuras más prominentes de la historia del ballet de gran parte del siglo XX y lo que llevamos del XXI: Alicia Alonso. Alonso es de esas figuras del arte que al tener una estrecha relación con la política ha suscitado todo tipo de sentimientos, sobre todo como persona. Pero ni sus más acérrimos detractores puede cuestionar su admirable trayectoria artística, sobre todo en su juventud, cuando estaba en la cumbre mundial del mundo de la Danza, y también su labor como docente, que permitió, con esa férrea y pertinaz voluntad que la caracterizaba, crear un ballet reconocido internacionalmente como es el Ballet Nacional de Cuba. 

Ha llegado a su final ciega, con graves problemas físicos pero manteniendo ese carácter duro y trabajador que comentábamos. Vamos aquí a intentar liberarnos en estas breves líneas de la mujer “política” e intentaremos en recordar la bailarina, la artista que dejó boquiabierto a medio mundo con su arte. Y es que Alicia, desde su Habana natal se trasladó al Nueva York de los años treinta donde comenzó primero su aprendizaje con diversos maestros y ya luego, en 1938, su vida profesional, siendo ya prima ballerina del Ballet Theatre of New York que en 1956 se convertiría en el extraordinario American Ballet Theatre con sede en Met neoyorquino. Conoció y bailó coreografías de maestros como Mijail Fokine, George Balanchine o Bronislava Nijinska. Es en esta época, concretamente en 1943, y en el Met, cuando aborda por primera vez el papel que muchos aficionados creen que es su creación más perfecta: Giselle. Alejo Carpentier o Dulce María Loynaz admiraron esa lenguaje nuevo y expresivo, rozando lo poético, con el que abordó este rol que ya no fue el mismo desde que ella lo interpretó. 

 

alicia alonso retrato

Desde 1948, con la fundación en la Habana de el Ballet Alicia Alonso (su apellido de soltera era Martínez del Hoyo pero adoptó el de su marido, el bailarín cubano Fernando Alonso con el que se había casado en 1937) compagina sus actividades entre esta compañía (embrión de lo que sería después el célebre Ballet Nacional de Cuba), el American Ballet y los Ballets rusos de Montecarlo. A partir de ese año el Ballet comienza su andadura, fundándose también en 1950 otra de las piedras angulares de la trayectoria artística de Alonso: La Academia Nacional de Ballet. Porque esta será con el tiempo una de las dos vertientes más importantes de su actividad: la docencia (la otra, la coreografía). Después de la Revolución cubana el Ballet se convierte en bandera indiscutible de este arte en el país y también fuera de él, primero con giras por la Unión Soviética, pero también por países latinoamericanos. Luego llega el salto a Europa (debutan en el Gran Teatre del Liceu en 1969) incluyendo la Ópera de París donde presenta su versión coreográfica (que también ella interpreta junto a Cyril Atanassov) de su papel fetiche, Giselle. A patir de ahí la fama de Alonso y del Ballet ya son historia.

La vinculación con España viene de lejos, con sus actuaciones, las frecuentes visitas del Ballet Nacional a nuestro país y sus frecuentes clases magistrales. Pero el momento más significativo es cuando se crea la Cátedra de Danza Alicia Alonso en la Universidad Complutense de Madrid desde la que influirá de manera clara en el mundo del ballet español. También lleva su nombre la Fundación de la Danza y el Instituto Superior de la Danza “Alicia Alonso” adscritos a la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. 

En un mundo como el actual dominado por la “corrección” (en su indefinible significado y sus múltiples y no siempre acertadas interpretaciones), Alicia Alonso hubiera sido aún más polémica de lo que lo fue en pleno auge de su actividad como directora del ballet que fundó. Pero lo que nadie cuestiona es su inmensa calidad,su calificación como figura mítica de la danza, en ser una Diva de las que ya pocas o ninguna queda, el esfuerzo, el tesón y el talento que la llevó a lo más alto del ballet del siglo XX. Ese carácter duro, pero a la vez de una sensibilidad exquisita, esa ansia de perfección que ponía en cada una de sus actuaciones, es lo que realmente que quedará en el recuerdo de los aficionados.

 

alicia alonso bailando