Mehta BerlinPhil 19 M.Rittershaus 

Lo inefable

Berlín. 07/11/2019. Philharmonie. Bruckner: Sinfonía no. 8 (edición de 1890, Leopold Nowak). Berliner Philharmoniker. Zubin Mehta, dirección musical.

De alguna manera la música está ahí para hacernos ver lo invisible, para ofrecernos la posibilidad de escuchar lo más quedo, lo inefable en fin, todo aquello que escapa al verbo. Si seguimos yendo una y otra vez a las mismas salas, a escuchar a los mismos músicos, interpretando las mismas obras, es porque la música obra el milagro de aquello que Gilles Deleuze glosó en su célebre Diferencia y repetición de 1968. Y es que cada vez que escuchamos lo mismo, es sin embargo diferente. Qué milagro, ¿no les parece? A veces no reparamos en ello lo suficiente. Y digo esto porque hay múltiples circunstancias externas que condicionan tanto la escucha como la ejecución. 

Imagínense lo que supone, emocionalmente, ver dirigir a Zubin Mehta, ya en el último tramo de su vida -tendremos que ir aprendiendo a hablar de la muerte con algo más de familiaridad, por cierto-, regresando una vez más al podio de la Philharmonie, para ponerse al frente de los Berliner, siendo con ello el director que durante más años consecutivos ha dirigido a esta orquesta en su historia. Y todo esto justo cuando se cumplían treinta años de la caída del Muro de Berlín. Emoción a raudales, a flor de piel. La música, permítanme la boutade, casi era aquí lo de menos.

Y es que emociona ver la entrega, la complicidad y el entedimiento que fluía entre los músicos de la Filarmónica de Berlín y la batuta de Zubin Mehta. De nuevo lo inefable. A día de hoy el director indio ostenta el honor de ser el maestro que ha dirigido a los Berliner durante un periodo más amplio de tiempo, desde su debut con ellos en septiembre de 1961. Desde entonces, unos 180 conciertos, 75 programas distintos y la friolera de 58 años haciendo música juntos. No en vano Zubin Mehta ostenta la condición de miembro honorario de esta orquesta, habiendo tenido la ocasión de conocer a tres generaciones distintas de los Berliner.

El pasado mes de abril, Zubin Mehta retomaba su actividad tras varios meses de ausencia, obligado a guardar reposo tras una intervención en su hombro y el tratamiento de un cáncer en su único riñon, al que siguió una metástasis pulmonar. El maestro indio dirigió entonces unas memorables funciones del Otello verdiano en el Festival de Baden-Baden, con unos tiempos pausados pero intensos, que parecían hablar desde lo más hondo de su alma. En esta ocasión, Metha regresaba a Berlín para dirigir dos programas distintos con la Filarmónica, con los que ahora emprende una gira por Japón. Los primeros conciertos incluyeron el Don Quijote de Strauss y la Sinfonía no. 3 de Beethoven, mientras que los conciertos que nos ocupan incluyeron la memorable Sinfonía no. 8 de Bruckner, una partitura por la que Mehta siente una especial predilección.

La salud mermada de Zubin Mehta ha marcado claramente su vigor físico en los últimos años. Conmueve verle aparecer en escena apoyado en un bastón, con pasos cortos pero firmes. Pero conmueve aun más verle dirigir la obra completa de memoria, sentado desde su banqueta, con un vigor extraordinario, como en sus mejores tiempos, con esos brazos de movimientos amplios y marcados y ese gesto inconfudible. Lo cierto es que Mehta planteó una Octava riquísima en contrastes, contundente en los pasajes más agitados pero sutilísima en los momentos más líricos. En la ejecución de los Berliner hubo instantes admirables, como el solo de trompa del primer movimeinto o unos pizzicatti sumamente expresivos. Y qué decir del extenso Adagio, con las incomparables cuerdas de esta orquesta. Se agotarían los adjetivos para hablar de la sección de violas de los Berliner. Inefable, una vez más, su conjunción con los violonchelos, exponiendo el segundo tema. Una emoción dificil de explicar. Elevación, serenidad y desgarro. La trascendencia era eso.

Zubin Mehta. Lo inefable. Admiración, respeto, autoridad. Viva historia de la música.

* Este video corresponde a la anterior interpretación de la Octava de Bruckner con Zubin Mehta y los Berliner Philharmoniker, en 2012