Fabio Álvarez delante del micro mosaico de Philip Glass por Chuck Close en la 86th Street y 2ave 1

Fabio Álvarez: "No consumir arte contemporáneo es un error"

El pianista orensano Fabio Álvarez (A Pobra de Trives, 1988) ha establecido la ciudad de Nueva York como su bastión desde el que defender la nueva composición en el piano. Mientras prepara nuevos trabajos en torno a la figura de Philip Glass y una doble cita en la Fundación Juan March de Madrid, con obras de George Crumb, charlamos con él sobre el teclado en la ciudad neoyorquina, la música contemporánea, Glass, Crumb y su carrera.

Por favor, pónganos en situación, ¿cómo llega un chico de Ourense a terminar tocando en el Carnegie Hall? ¿Cómo fueron sus comienzos?

Ha sido un largo camino de constancia, esfuerzo y sacrificio. Comencé a estudiar piano a los ocho años, al mismo tiempo que mi madre comenzó sus estudios de música en la escuela municipal de mi pueblo, en A Pobra de Trives, Ourense. De ahí me trasladé a la ciudad de Ourense, al Conservatorio Profesional, para formalizar mis estudios de grado medio tras los cuales obtuve una plaza para estudiar en Musikene, Conservatorio Superior de Música del País Vasco donde estudié con Ricardo Requejo y Emmanuel Ferrer-Lalöe. Tras acabar mis estudios salté el charco para realizar mis estudios de Master of Music en la Manhattan School of Music de Nueva York bajo la tutela de Philip Kawin, donde me gradué en el 2017.

Desde entonces vivo en la ciudad de Nueva York, donde me he establecido combinando la enseñanza, mi puesto de Musical Director en una iglesia (antiguamente conocido como Kapellmeister) y mis propios proyectos y conciertos. He tenido la suerte de poder tocar en el icónico Carnegie Hall dos veces. La primera en 2018 junto a la soprano francesa Katherine Trottman, y la segunda el pasado julio como solista para recibir el Orpheus Classical Music Award por mi CD debut Musical Zodiac.

Su especialidad, digamos, es la Contemporánea, ¿Cómo llegó a interesarse en ella hasta hacerla una de sus señas de identidad?

Mi interés por la contemporánea comenzó de la mano de Ricardo Descalzo en Musikene. Él me dio a conocer el repertorio contemporáneo y su interpretación, pero sobre todo me metió el “gusanillo” de querer saber más sobre un repertorio tan vasto como desconocido.  Además, descubrí que me sentía muy cómodo interpretando este tipo de música. Desde entonces, siempre incluí en mis recitales piezas del repertorio contemporáneo, y me fascinaba ver que el público siempre alababa esas piezas y que agradecía conocer nuevo repertorio que no habían escuchado antes.

Continué trabajando con Anthony De Mare en Manhattan School, con el que indagué todavía más en el repertorio y su interpretación, afirmando una vez más que este repertorio se me daba bien. Cuando quise grabar en mi primer CD, mi idea era la de hacer algo distinto y atrevido, así que cuando tuve que tomar la decisión, la respuesta se había tomado sola.

¿Cómo ha influenciado EE.UU. en su piano?

Enormemente y en aspectos muy diversos. Aquí fue donde di ese gran paso de estudiante a profesional. Las personas que han estado en Nueva York saben que es una ciudad llena de energía que te estimula mucho, pero que al mismo tiempo demanda mucho. Como decimos entre amigos, “la selva de asfalto donde sobrevive el más fuerte”.   La amplia oferta de cultura, los grandísimos profesores y compañeros en Manhattan School fueron un gran estímulo que me hizo crecer mucho como artista y como persona. Por otra parte, aquí aprendí entre otras cosas a ser autónomo, a montar piezas para concierto por mi propia cuenta (a veces en tiempos record), a preparar mis propios proyectos, marketing, etc; es decir, a aprender todas aquellas cosas que son necesarias para el músico del S.XXI. Ya decía Rubinstein “para ser concertista, además hay que saber tocar el piano”.

Piano, Nueva York… ¿es imposible, casi obligado, acabar con la cabeza dentro de Philip Glass?

Cierto. Hace apenas unas semanas asistí a la premiere de Akhnaten en el Metropolitan Opera. Fue una experiencia única, uno de los conciertos que quedaran grabados en mi mente para siempre y que me marcó mucho. Un Metropolitan Opera a rebosar que aguantó las casi 4 horas de ópera y que se levantó para ovacionar al compositor. Es un compositor muy apreciado, incluso hay un retrato de él en forma de mosaico del artista Chuck Close en la estación de metro de la calle 86th con la 2ª avenida.

Glass es muy apreciado, pero también, en cierto modo, bastante denostado por algunos sectores… ¿Quién es Glass?

Philip Glass es uno de los compositores más influyentes de la música actual. Nació en 1937 y creció en Baltimore. Estudió en la Universidad de Chicago, en la Juilliard School y en Aspen con Darius Milhaud. Después se mudó a Europa, donde estudió con la legendaria pedagoga Nadia Boulanger y trabajó en estrecha colaboración con el virtuoso y compositor Ravi Shankar. Regresó a Nueva York en 1967 y formó el Philip Glass Ensemble.

El nuevo estilo musical que Glass estaba desarrollando entonces, finalmente se denominó "minimalismo". Al propio Glass nunca le gustó el término y prefirió hablar de sí mismo como compositor de "música con estructuras repetitivas". Gran parte de sus primeros trabajos se basaron en la reiteración extendida de breves y elegantes fragmentos melódicos que se tejían dentro y fuera de un tapiz auditivo. O, para decirlo de otra manera, sumergió al oyente en una especie de clima sonoro que gira y que se desarrolla.

Aunque no ha habido nada "minimalista" en su producción, en los últimos 25 años, Glass ha compuesto más de veinticinco óperas, grandes y pequeñas; doce sinfonías; tres conciertos para piano y conciertos para cuarteto y orquesta de violín, piano, timbales y saxofón; bandas sonoras y películas que van desde nuevas partituras para los clásicos estilizados de Jean Cocteau, hasta el documental de Errol Morris sobre el ex secretario de defensa Robert McNamara; cuartetos de cuerda... Ha colaborado con Paul Simon, Linda Ronstadt, Yo-Yo Ma y Doris Lessing, entre muchos otros. Presenta conferencias, talleres y presentaciones de teclados en solitario en todo el mundo, y continúa apareciendo regularmente con Philip Glass Ensemble.

¿En qué consiste su proyecto sobre su obra?

Ahora mismo me encuentro trabajando en dos proyectos sobre su obra. Por una parte, realizaré una grabación en vídeo de dos de sus estudios para piano en el mes de marzo, justo después de mi concierto en la Fundación Juan March en Madrid. El otro proyecto es mi próximo proyecto discográfico, del que todavía no puedo dar muchos detalles. Estoy intentando conseguir alguna de sus últimas composiciones que todavía no se han grabado nunca, pero es complicado por los derechos de las obras. Además, estoy intentando ponerme en contacto con el propio Glass.

Antes de Glass, usted se sumergió en Crumb, cuyas partituras, como comenta, tocará en marzo en la Fundación Juan March. ¿En qué consistirán las dos citas?

Interpretaré los volúmenes I y II de su Makrokosmos al completo. Un total de 24 piezas de fantasía después del zodiaco para piano amplificado (así lo subtitula Crumb) que constituyen uno de los ciclos más completos e influyentes de los nuevos recursos técnicos del piano de finales del S.XX. Será un concierto muy especial en el que se proyectará el interior del piano en una gran pantalla, en la cual el público podrá ir viendo como interpreto dentro del piano los elementos que son necesarios para tocar estas piezas.

¿Tiene más cabida el piano contemporáneo en EE.UU. que en España? Quiero decir, ¿se le recibe mejor? ¿El público – y los gestores - está más abierto a él?

Sin duda. Pienso que el piano/repertorio contemporáneo tiene más cabida en EE.UU. que en España, pero creo que el público lo recibe  de la misma manera. En mi opinión, el problema viene por parte de los gestores, que siempre buscan llenar salas vendiendo el repertorio de siempre. Siempre con la excusa de “nuestro público no está acostumbrado a ese repertorio”, como si estuviera en la mano de un tercero que eso cambie. La música contemporánea es igual que cualquier otro arte contemporáneo, hay bueno y malo, puede gustarte o no gustarte, pero sin duda, no consumir arte contemporáneo es un error.

En Agosto decidí realizar un recital de pura música contemporánea en mi pueblo, para mostrar la gran variedad dentro del repertorio contemporáneo a un público que no está habituado, en el que interpreté piezas de Henry Cowell, Aaron J. Kernis, Jacob TV, Crumb y Glass. El concierto fue un éxito rotundo y el público agradeció conocer nuevo repertorio.

Y en cuanto a la composición, ¿cómo ve la nueva creación en torno al piano en España?

Creo que España está llena de un talento inmenso respecto a la composición. Hay grandísimos compositores que en mi opinión no reciben el reconocimiento que deberían. Además, pienso que hay un problema respecto a la educación musical en nuestro país (dentro y fuera de los conservatorios). No entiendo por qué los pianistas, por ejemplo, tenemos a nuestro profesor de piano con el que trabajamos todo el repertorio, barroco, clásico, romántico, moderno, español... pero dejamos el repertorio contemporáneo como una “optativa” o una “especialidad”. Es fantástico ver a músicos jóvenes interpretar obras de compositores vivos. Además de que si pueden ponerse en contacto con el compositor, ¡la experiencia será doblemente enriquecedora!

¿Con qué se disipa la morriña en la Gran Manzana? 

¡Desgraciadamente la morriña nunca desaparece! Pero lo que más me ayuda es disfrutar del inmensa oferta cultural y de actividades que la ciudad ofrece. Aquí he podido ver a mis músicos favoritos en directo, visitar los mejores museos del mundo, comer comida de todo el mundo, conocer a gente de todas partes, asistir a premieres de piezas en una ciudad que no para, ¡ni parará nunca!