In memoriam
Granada. 25/07/2020. Festival de Granada. Palacio de Carlos V. Beethoven: Sinfonía no. 1 y Sinfonía no. 3. Orquesta Sinfónica de Galicia. Dima Slobodeniouk, dir. musical.
Hace apenas un par de semanas los músicos de la Orquesta Sinfónica de Galicia perdieron a uno de sus más estimados miembros, su trompetista principal John Aigi, fallecido a los 53 años de edad víctima de un cáncer. En su recuerdo, tal y como Dima Slobodeniouk anunció al comienzo de este concierto, la Sinfónica de Galicia quiso ofrecer su última actuación en la 69 edición del Festival de Granada. La música de la marcha funebre, en el Adagio assai de la tercera sinfonía de Beethoven, pocas veces se ha escuchado tan sentida y auténtica como en esta velada.
Fue una excelente ocasión, por otro lado, para constatar de nuevo la excelente forma que atraviesa esta formación, un conjunto que lleva años pujando por ser una de la dos o tres mejores orquestas del país, por méritos propios. Con un sonido seguro, consistente y flexible, la Sinfónica de Galicia exhibió en Granada sus mejores mimbres y un entendimiento palpable y fácil con quien es su titular desde 2013, el ruso Dima Slobodeniouk.
En el marco de la integral de las sinfonías de Beethoven programadas por el Festival de Granada para conmemorar el 250 aniversario del genio de Bonn, correspondió a la Sinfónica de Galicia ejecutar la Primera y la Tercera en esta segunda velada, tras sonar dos noches antes en manos de Juanjo Mena, junto a la violinista María Dueñas. Las impresiones que se atisbaron ya en aquella Séptima con Mena se confirmaron y se acrecentaron en este segundo concierto, singularmente con una Tercera realmente excepcional.
Tras templarse la orquesta con la singular acústica del Palacio de Carlos V, con la obertura Coriolano op. 62, algo caída de pulso, pudimos escuchar una Primera sinfonía expuesta con suma claridad, buscando Slobodeniouk un contraste palpable entre el tono de los cuatro movimientos, tan singulares. Bien remarcados así los aires marciales del Allegro con brio y puesto en valor también el innovador Menuetto, vivaz y liviano, en realidad un rítmico allegro, preludio ya del Scherzo que Beethoven asumiría de aquí en adelante como tercer engranaje en sus propuestas sinfónicas. Una lectura ajustada, remarcando la distancia que Beethoven quería poner con un mundo que se cerraba con él, aunque rindiendo tributo al mismo tiempo al genio de Haydn. Y una sinfonía, por cierto, que debería escucharse más a menudo porque explica muchas cosas que después eclosionarían en las sinfonías subsiguientes. Thomas Adès acaba de grabar esta partitura con la Britten Sinfonia, en un CD que les recomiendo vivamente.
Lo mejor de la velada estaba por llegar, con una Tercera de las que agarran al oyente de principio a fin. Emocionante, como debiera sonar siempre Beethoven, sin medias tintas. La entrega de la orquesta fue palpable, había ganas de hacer música con mayúsculas y más aun de hacerlo in memoriam de John Aigi. Tanto desde un punto de vista técnico como desde un plano expresivo es forzoso resaltar la contribución de los metales -singularmente las trompas-, el fraseo de las maderas y el empaste de las cuerdas. Lo fundamental para que este repertorio se sostenga en pie sin fisuras. Dima Slobodeniouk demostró que es un maestro de ideas claras, gesto decidido y un músico de contrastada valía. Con un Beethoven así, tanto él como la Sinfónica de Galicia lograron reivindicarse como un conjunto de talla internacional.
Foto: © Fermín Rodriguez / Festival de Granada
