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Ángeles Blancas: "Nuestra profesión es como la vida: hay cosas que te esperas y cosas que no"

La soprano Ángeles Blancas afronta estos días su debut con las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss, abriendo la temporada de la Orquesta de Extremadura. Le espera después en La Coruña un emocionante homenaje a su madre Ángeles Gulín, en el quince aniversario de su fallecimiento. Conversamos con ella acerca de sus proyectos y su actual repertorio.

Viene de hacer La fanciulla del West en México, en una tanda de funciones que no pudo completarse por el terrible terremoto que asoló el país.

Sí, hicimos la primera función y las siguientes se cancelaron por luto nacional. Era mi debut como Minnie y realmente la situación que vivimos allí ha sido terrible. Quieren que volvamos el año que viene y romper el maleficio porque en 1920 se programaron también cuatro funciones de La fanciulla del West y se hizo sólo una. 

¿Pasó lo mismo con el mismo título?

Ignoro si fue por terremoto o por otras causas, pero sucedió lo mismo, sí… Algo tremendo. Realmente han sido varias las coincidencias, pues el segundo terremoto fuerte tuvo lugar el mismo día que el de treinta y dos años antes. Es más: ese mismo día se iba a hacer un simulacro de seguridad en caso de terremoto y finalmente la tierra se puso a temblar. Una experiencia difícil de olvidar.

Debuta ahora con los Cuatro últimos lieder de Strauss, con la Orquesta de Extremadura.

Sí, los voy a cantar en Badajoz con la Orquesta de Extremadura dirigida por Álvaro Albiac. Será mi debut con este ciclo. Es algo muy importante porque llevo muchos años queriendo cantar estos lieder y ahora por fin tengo la ocasión de hacerlo.

Otro compromiso importante en su agenda más próxima es el homenaje a su madre Ángeles Gulín que tiene previsto protagonizar en la temporada lírica de A Coruña, quince años después de su fallecimiento. ¿Hasta qué punto se ha mirado en el espejo de la carrera profesional de su madre para enfocar la suya propia, al margen de las singularidades vocales de cada una?

Realmente mi voz no tiene nada que ver con la de mi madre. Es cierto que desde fuera se ha querido buscar a veces un paralelismo, pero la verdad es que yo empecé como soprano lírico ligera y ahora atravieso una época quizá más próxima al repertorio de mi madre, pero al final creo que tenemos más diferencias que similitudes. Evidentemente era mi madre y siempre fue un referente para mí, a muchos niveles.

Sí, me refería sobre todo a esa idea de referente: no tanto por la semejanza entre las voces sino por la altura de la trayectoria profesional de su madre.

Sin duda. Mi madre hizo una carrera importantísima y no siempre suficientemente valorada. Lo mismo debo decir de mi padre, quien está aún con nosotros por suerte. Yo realmente aprendí a cantar con ellos. Mi vida cotidiana estaba impregnada de música de un modo natural. Crecí percibiendo la música como un elemento central en nuestra vida y en nuestro trabajo. Sobre todo me quedó de mi madre la impresión de que hay que trabajar continuamente y que no hay que dejar de buscar; hay que mantener en todo momento una inquietud, estar atento porque todo cambia continuamente. Mi madre cantaba con el corazón en la mano. Ella era así, hacía todo así. Era una persona muy potente, de gran instinto, una mujer fuerte y muy natural, sin artificios, espontánea y llena de amor. Se le iluminaban los ojos cuando salía al escenario. 

Ciertamente la figura de su padre, Antonio Blancas, se ha valorado menos pero también hizo una carrera respetable.

Yo siempre que puedo la pongo en valor. El público quizá sí lo recuerda, sucede lo mismo con mi madre, que es muy querida aún hoy por los aficionados. Pero creo que la profesión y la crítica, por decirlo de algún modo, no ha terminado de poner en valor su legado. Al final, nuestra profesión es como la vida: hay cosas que te esperas y cosas que no. Y hay que contar con ello. La carrera de mi madre fue intensa, corta y dura. En ningún momento fue fácil y la enfermedad la acortó de golpe. En realidad, creo que la vida profesional de los cantantes españoles nunca es fácil, siento decirlo pero es así. Quizá eso nos curta y nos ayude a ser más fuertes, quién sabe.

El homenaje en La Coruña tiene un programa con arias de Verdi y Wagner, ¿por qué se ha decidido hacerlo de esta manera?

Sobre todo he escogido un repertorio que me gusta especialmente, con páginas maravillosas como “Tu che le vanità” de Elisabetta en Don Carlo o la inmolación de Brünnhilde en Götterdämmerung, que es el repertorio hacia el que me proyecto en un futuro. Parte del repertorio coincide con el que cantaba mi madre y parte está dentro de lo que ella ansiaba acometer más adelante, caso de Wagner y Strauss.

Durante la temporada que viene tiene importantes compromisos fuera de España, en Bruselas y Stuttgart, por ejemplo, con un repertorio particular y donde abundan pocos solista españoles

Sí, en La Monnaie haré Anita Das Gehege de Wolfgang Rihm. Es una obra que se estrenó en Múnich con Kent Nagano y que ahora se recupera en Bruselas. Es una ópera complicada, a muchos niveles; tiene la forma de un monólogo para soprano y orquesta y supone una gran responsabilidad sostener la función en solitario. Este título se programa allí junto con Il priggioniero de Dallapiccola, una obra que ya debuté con Pappano. Realmente donde más me quiero mover es en Strauss, Janceck, Puccini y Wagner, pero propuestas como estas son muy interesantes también y suponen un reto tanto vocal como psicológico. Siempre es bueno saber moverse en otras aguas, aunque requiere mucho estudio. Este mismo programa doble se llevará después a Stuttgart donde también cantaré yo ambos papeles.

La agenda que ha llevado en los últimos años, ciertamente, está cuajada de obras de un repertorio menos popular y muy exigente: La voz humana, Emilia Marty en El caso Makropulos, Kostelnicka en Jenufa… Realmente un repertorio donde no son frecuentes los cantantes españoles. ¿Está teniendo dificultad para ser valorada en estos roles en España? ¿Le resulta más fácil ser contratada en Europa para este repertorio?

De alguna manera sí, así es. Quizá haya un cliché que asocie más a los cantantes mediterráneos con el gran repertorio italiano. A mí por ejemplo me hubiera gustado hacer más papeles de Verdi, pero quizá por aptitudes dramáticas me han ido encuadrando en este repertorio del siglo XX donde han ido saliendo proyectos interesantes. Ciertamente es algo que no me esperaba y que me hace feliz, me apasiona esta música. Al final, no es fácil hacerse agenda en ninguna parte, ni en casa ni fuera, porque fuera hay también muchos prejuicios sobre los cantantes españoles.

Su voz, entiendo, ha cambiado obviamente durante esta última década.

Sí, por supuesto. Creo que la voz es más sólida; la técnica y la proyección son las mismas pero el instrumento creo que suena más compacto. El repertorio también se ha concentrado más, he tomado decisiones importantes al rechazar algunas propuestas que ya no cuadraban tan bien con la evolución de la voz, que tiene ahora un tinte más dramático y un color más oscuro. Me siento bien ahora, cómoda con el repertorio que tengo ahora definido.