Attila Liceu Abdrazakov A.Bofill 

Made in Muti

Barcelona. 08/04/2018. Gran Teatro del Liceo. Verdi: Attila. Ildar Abdrazakov, Anna Pirozzi, Vasily Ladyuk, José Bros, Josep Fadó, Ivo Stanchev. Dir. musical: Speranza Scappucci.

Treinta y tres años hacía que el Attila de Verdi no se escuchaba en el Liceo y precisamente treinta y tres años tenía el compositor italiano cuando la obra se estrenó en 1846. Curiosos anales, por cierto, los de esta obra en el teatro de las Ramblas: un jovencísimo Plácido Domingo dirigió la obra desde el foso en la temporada de 1973/1974, al tiempo que esos mismos días cantaba Radames en Aida. Sea como fuere, lo interesante de estas dos representaciones en versión concierto de abril de 2018 radicaba en un reparto de muchos quilates, con el bajo ruso Ildar Abdrazakov al frente, en el rol titular, arropado por la Odabella de Anna Pirozzi -en su debut con el rol- y la batuta de la mestra romana Speranza Scappuzzi. Si algo tienen en común estos tres nombres es su común raigambre, pues todos ellos fraguaron su buen hacer en manos de Riccardo Muti. No es que le deban a él su trayectoria, ni mucho menos, pero se diría que los tres son, de alguna manera, músicos made in Muti, como lo fue de hecho el Attila que nos presentaron, con esa garra y esa grandeza tan genuinas y propias del maestro napolitano.

Sin duda hay que anotar el nombre de Speranza Scappucci, quien por ejemplo sería una excelente candidata a suceder algún día a Josep Pons en el foso del Liceo, habida cuenta del visible entendimiento entre su batuta y los atriles de la orquesta titular del teatro. Decidida y resuelta, con un gesto nítido y preciso, dirigió con enorme claridad la partitura, insuflando grandeza y vigor a una partitura valiosa y atractiva que sin embargo decae en su segunda mitad, singularmente en un tercer acto mucho menos inspirado que los anteriores. Scappucci busca en todo momento un sonido compacto y vibrante, con espacio para un lirismo ensoñador y con un control muy adecuado de las páginas de conjunto, donde los decibelios no empañan la grandeza que Verdi buscaba pintar en este fresco histórico y patriótico. Mención elogiosa también para el trabajo del coro, a las órdenes de Conxita García.

El bajo ruso Ildar Abdrazakov, una referencia para todos los grandes teatros y batutas de hoy en día, ha destacado siempre por una emisión limpia, redonda, en pos de un canto ciertamente estiloso y elegante. La voz, de un color hermosamente sombreado, quizá suene a veces un tanto mate y no tiene a buen seguro la proyección y volumen de otros colegas de cuerda, quienes en cambio no tienen la seguridad y firmeza en la emisión, ciertamente inatacable, de las que Abdrazakov hace gala. El Attila de Verdi es uno de sus caballos de batalla, habiéndolo cantado en Roma y Nueva York con Riccardo Muti o en San Petersburgo con Gergiev, sin ir más lejos. Es evidente que domina la parte, la resuelve sin aparente esfuerzo y con indudable entrega; su actuación en Barcelona fue redonda, ciertamente. 

Anna Pirozzi ha curtido su nombre y su fama como soprano en papeles para una dramática de agilidad como la Abigaille de Nabucco, cuya escritura vocal guarda evidentes parentescos con esta Odabella de Attila, papel que la cantante italiana abordaba por vez primera en estas funciones del Liceo. A decir verdad convenció más en las páginas di forza que en los pasajes de canto spianato, muy bien domeñados, sí, pero donde buscó quizá más filigrana de la que podía finalmente abarcar. En todo caso, muy notable debut de esta parte, nada fácil de defender, cuajada de saltos di sbalzo que Pirozzi resolvió con soltura y valentía.

Cerraban el reparto el barítono ruso Vasily Ladyuk, quien fuera galardonado en el Concurso Viñás allá por 2004, y el tenor José Bros en su debut como Foresto. Más medios que técnica y estilo, en el caso de Ladyuk, quien cantó con arrojo pero con una emisión cuajada de sonidos irregulares, ora velados o nasales, ora firmes y liberados. José Bros en cambio convenció por el hermoso fraseo belcantista de su Foresto, más allá de algunas puntuales tensiones al abordar el tercio agudo de la parte. Era la primera aparición de Bros en el Liceu tras su accidentado recital celebrando sus 25 años en el teatro y a buen seguro los nervios le acompañaban en estas funciones. Es un gusto escuchar las páginas de Verdi fraseadas con esa elegancia y ese tan bien medido ardor, recordándonos cuán próxima es esta música a la del último Donizetti, por ejemplo. Buena labor, por último, de Josep Fadó como Uldino e Ivo Stanchev como Leone.