Sakari Oramo BBC

Evocaciones nórdicas

Berlín. 07/10/2018. Philharmonie. Obras de Grieg, Dean y Sibelius. Berliner Philharmoniker. Alban Gerhardt, violonchelista. Dir. musical: Sakari Oramo. 

Nueve años ha tardado Sakari Oramo en volver a dirigir la Filarmónica de Berlín. Desde 2009 no pisaba la Philharmonie al frente de los filarmónicos berlineses. Sí lo había hecho, en cambio, con la BBC Symphony Orchestra, formación de la que será titular hasta el año 2022, completando así casi una década al frente tras su incorporación al puesto en 2013. Oramo debutó con los Berliner en 2001, con lo que estos conciertos han supuesto su tercera colaboración con los filarmónicos.

El programa ofrecía una atractiva combinación entre el panorama sinfónico nórdico, tan afín a las raíces de Oramo, y la música de nueva creación, con el estreno en Europa del Concierto para violonchelo de Brett Dean. Para la Suite no. 1 de Peer Gynt, de Edvard Grieg, la batuta del maestro finlandés demostró gran fuerza descriptiva y evocadora. Los Berliner respondieron con precisión quirúrgica en los pizzicati y un color sugestivo y seductor en la cuerdas. Escuchar en sus manos una obra tantas veces maltratada en bandas sonoras de todo género y condición fue un auténtico lujo, un completo disfrute. Como corolario, un vertiginoso final, llevado a velocidad de infarto, puro virtuosismo de parte de la Filarmónica de Berlín. En suma, una lectora ideal y canónica de esta partitura.

El bloque central del concierto venía presidido por una obra contemporánea, el Concierto para violonchelo del compositor australiano Brett Dean, en manos del solista Alban Gerhardt. Sakari Oramo defendió la obra con denuedo y plena convicción. Lo mismo cabe decir de Gerhardt, quien demostró un apabullante dominio técnico del instrumento y un conocimiento exhaustivo y detallado de la partitura, que interpretó de memoria de principio a fin. En cambio, el concierto de Brett Dean no termina de cuajar, no resulta tan atractivo como pretende; se antoja un tanto pretencioso y demasiado extenso, con pasajes errantes y reiterativos. De hecho, no fue acogida con gran entusiasmo por parte del público.

Mucho más sugerente fue la propuesta para la segunda parte, con la Suite Lemminkäinen Op. 22 de Jean Sibelius. Cabe alabar a Oramo y los Berliner el buen tino al reivindicar una obra raramente programada aunque sumamente atractiva. En realidad bien podría tratarse de una sinfonía en cuatro movimientos, aunque Sibelius lo concibió más bien como un poema sinfónico en cuatro cuadros, ilustrando sendos episodios de una importante leyenda de la mitología finlandesa. El pasaje más conocido es el segundo movimiento, El cisne de Tuonela, con un inspiradísimo solo de corno inglés. La partitura sonó con enorme belleza, ímpetu y lirismo en manos de los Berliner. Y por descontado Oramo demostró una evidente afinidad con el estilo, el idioma y el pathos de este repetorio. La lectura fue sugerente y fantasiosa, apoyada en un nivel apabullante de resolución técnica. Sin duda, los mejores mimbres para reivindicar esta atractiva partitura.