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Wilhelm Schwinghammer, bajo: “Lo más importante es encontrar tu propio sonido”

Debuta estos días en el Palau de Les Arts de Valencia, interpretando la parte de Sarastro en Die Zauberflöte. Y tras un largo tiempo en el ensemble de la Ópera de Hamburgo, emprende ahora su carrera como solista, teniendo compromisos a la vista en escenarios tan relevantes como el Festival de Bayreuth o la Ópera de París. Conversamos con el bajo Wilhelm Schwinghammer para conocer más de cerca su trayectoria y sus proyectos.

Comenzó su carrera formando parte del ensemble de la Ópera de Hamburgo. Ahora es un cantante freelance. ¿Hasta qué punto es necesario dejar un ensemble para poderse labrar una carrera internacional?

Es interesante porque se trata de dos modos de vida completamente distintos. Cuando formas parte de un ensemble, como fue mi caso, te enfrentas a decenas y decenas de papeles distintos al cabo de unos años. En un ensemble te sientes protegido, como en casa o en la oficina (risas), rodeado de colegas que acaban por ser amigos. A cambio es más complicado profundizar dramáticamente en un determinado papel, cambiando una y otra vez de título, etc. 

A día de hoy lo cierto es que paso unos nueve meses del año fuera de casa, viajando una y otra vez, y no es fácil. Esta temporada, por ejemplo, empecé con Ariodante en Viena, después hice mi primer Ochs en Der Rosenkavalier, seguí con conciertos con Zubin Mehta en Tel-Aviv, conciertos con la Orquesta Nacional de España, etc.

Yo empecé como freelance en 2017, con contratos en Bayreuth, Washington, etc. La verdad es que siempre es emocionante encontrarse con nuevos directores, nuevos teatros, nuevos colegas y, en fin, nuevos retos. A veces es necesario dejar atrás esa confianza y seguridad que te ofrece un ensemble, algo que no obstante considero fantástico y muy necesario sobre todo para el comienzo de una carrera profesional, para aprender el oficio desde abajo.

No tenemos ensembles en España. ¿Cuál es su valoración al respecto?

Tienen ventajas y desventajas. Sucede lo mismo con el sistema de repertorio de los teatros centroeuropeos en comparación con las temporadas de otras latitudes. Cuentan que en sus días en Viena, Karajan quería que toda la temporada fuera como un festival: lo mejor de lo mejor cada día. Pero esto es complicado.

¿Cuándo comenzó su relación con el canto?

Empecé en Regensburg, en un coro cuando tenía nueve años, cantando como soprano.

Y ahora es un bajo. Ya tengo titular… de soprano a bajo (risas)

(Risas) Sí, es divertido. Pero fíjese… llevo toda la vida cantando… a veces no me doy cuenta. Hice todo el repertorio coral: Palestrina, Bach, Victoria… Empecé a descubrir mi voz como solista cuando mi voz cambió y estaba terminando mis estudios. No es fácil esa transición porque en el coro siempre te sientes protegido. 

Estudié con Harald Stamm en Berlín y después tuve la oportunidad de ir al Opera Studio en Hamburgo. Allí habían tenido tres grandes bajos: Harald Stamm, Hans Sotin, Kurt Moll.

¿Trabajó también con Kurt Moll?

Sí, hice algunas clases magistrales con él. Fue fantástico trabajar este repertorio con sus consejos. Como en el caso de Harald Stamm, ambos resultaron ser personas sumamente normales, a pesar de su enorme talla artística. Los bajos somos una especie un tanto particular (risas).

No tienen testa di tenore (risas).

Sí, eso es (risas). Quizá exagero… pero creo que los bajos somos gente más serena, no jugamos tanto el rol de ser estrellas y protagonistas en nuestra vida real.

Siempre es difícil hablar de ello en primera persona, pero dígame, ¿cómo definiría su voz?

Mi voz es la de un bajo, sin más adjetivos en principio, capaz de enfrentarme tanto a Sarastro, que es una parte grave, como a los papeles más agudos de Wagner, como Daland de El holandés errante o el Landgrave de Tannhäuser. Acabo de debutar el Ochs que exige un rango vocal muy extenso.

¿Y su repertorio?

Además del repertorio alemán, que es el centro de mi agenda, en Hamburgo también canté mucho repertorio italiano: Sparafucile, Leporello, Figaro, Don Basilio… Hice pocas partes en ruso, porque la lengua es muy complicada; pero sí canté alguna cosa en checo, como el bajo de Jenufa; y también alguna cosa en francés, como Dialogues de Carmelites.

La verdad es que me gusta tener un repertorio amplio. No podría vivir con solo cinco o seis papeles en mi agenda; me gusta cambiar una y otra vez de repertorio, de psicología, etc. Eso te mantiene alerta, en forma. Y siempre es bueno tener algún reto al que enfrentarse; el papel de Ochs me llevo todo un año prepararlo, por ejemplo.

Cierta tradicion interpretativa atribuye este papel a cantantes ya de cierta edad. Pero cada vez más bajos jóvenes se atreven con el papel, como usted mismo o su colega Günther Groissböck.

Sí, en mi opinión Hoffmanstal nunca escribió el papel pensando en un hombre mayor. Ochs no es un adolescente, pero tampoco debería ser por fuerza alguien especialmente mayor. De hecho, si lo interpreta alguien más joven creo que esto añade cierto juego al argumento con Octavian y la Mariscala. Es un papel fantástico, en cualquier caso.

Me imagino que en su horizonte se dibuja la idea de cantar tarde o temprano los papeles más destacados par bajo de todo el repertorio: Boris, Filippo, Sarastro, Mephistopheles… 

Filippo es quizá el más ambicioso de todos. Pero sabe, es siempre complicado para un cantante alemán hacerse un hueco en este repertorio. Los teatros suelen preferir intérpretes italianos, incluso rusos, pero rara vez voces alemanas. Mi italiano quizá no sea perfecto pero creo que me podría manejar muy bien con estos roles, aunque probablemente no sea la primera opción para algunos teatros por el hecho de ser alemán. Hay grandes colegas que han conseguido, no obstante, hacerse un hueco en este repertorio, como René Pape o Michael Volle.

¿Qué planes tiene para el futuro más inmediato?

Estaré de nuevo en Bayreuth, formando parte del elenco del nuevo Tannhäuser con Valery Gergiev. También estaré en el nuevo Anillo de 2020 allí en Bayreuth, así como en el Anillo de París con Calixto Bieito y Philippe Jordan. 

Además de Bayreuth y París, tengo previsto regresar a Hamburgo, para cantar papeles como Figaro, Rocco o Daland. Empezaré 2019 en Toronto, cantando Orestes en la Elektra de Strauss, un papel que ya hice en Hamburgo.

Quiero empezar a estudiar Gurnemanz, un papel que tengo previsto interpretar en los próximo años. También quisiera retomar Ochs y plantearme el debut como Filippo en Don Carlo. También tengo un importante proyecto en la Staatsoper de Berlín, la próxima temporada, con Daniel Barenboim. La verdad es que es complicado planificar tu agenda con varios años de anticipación.

¿También evolucionan y cambian con rapidez las voces de los bajos?

Creo que no cambian tanto, o al menos tan deprisa, como puede hacerlo una voz más ligera, como la de un tenor. Para mí es muy importante cantar el papel adecuado en el momento adecuado. Es complicado decir que no a algunas propuestas, pero para llegar a determinados grandes papeles es necesario haber pasado antes por otros. No se deberían saltar esos pasos lógicos. Fiesco, por ejemplo, es una parte muy larga y dramática. Yo no la cantaría a día de hoy. En realidad todo cantante sabe si está preparado o no para un determinado papel; otra cuestión es que las circunstancias de este oficio nos pongan a veces ante la tesitura de cantar partes que puedan no ser las más adecuadas para nosotros.

Mencionaba antes a Kurt Moll, a quien supongo que cuenta entre sus referencias. ¿Qué otros bajos del pasado citaría como referenciales?

Mi profesor Harald Stamm decía que el mejor bajo posible habría sido una mezcla entre entre Ghiaurov y Siepi. Stamm de hecho cantó mucho con Ghiaurov en Hamburgo. Stamm solía hacer el Filippo en el Don Carlo, pero cuando Ghiaurov venía cambiaba de rol y hacía el Inquisidor. Ghiaurov tenía una voz extraordinaria, con una calidades increíble en el timbre y una autoridad sin igual en el fraseo. Siepi era otro bajo monumental, con una gran elegancia y una voz enorme. 

En todo caso, es bueno tener referencias, pero creo que hay que saber distanciarse de ellas. Todos tenemos influencias, pero hay un punto en el que conviene buscar tu propia manera de cantar; de lo contrario, sin darte cuenta, tiendes a imitar el sonido de esos grandes cantantes del pasado. Lo más importante es buscar y encontrar tu propio sonido. Todo bajo búlgaro quiere sonar como Ghiaurov, todo bajo finlandés como Salminen y todo alemán como Moll. Pero esa, a mi entender, no es la vía para desarrollar tu propia voz. 

Sarastro es un papel que asociamos a voces graves y contundentes como las de Kurt Moll o Matti Salminen. Pero voces mas ligeras y menos profundas como la de Jose van Dam también lo han abordado. Este mismo verano Matthias Goerne cantó esta parte en Salzburgo.

Yo prefiero siempre voces más graves y contundentes para este rol. Me parece que Mozart escribió esta partitura pensando en un fuerte contraste entre la ligereza extrema de la Reina de la Noche, por un lado, y la solemnidad y profundidad de Sarastro por otro. Creo que ese equilibrio se guarda mejor con una voz grave y oscura interpretando la parte de Sarastro. Por supuesto, Jose van Dam es un cantante maravilloso, un artista exquisito, pero para este papel prefiero a alguien como Kurt Moll, Matti Salminen, Franz Crass o Gottlob Frick, incluso.

Creo que Sarastro es uno de los papeles que más ha cantado.

Sí, mi primer Sarastro fue en 2006, en el pequeño teatro de en Flensburg, la ciudad más al norte de Alemania. Después lo hice en Kiel, Hamburgo, Dresde, Berlín, Stuttgart, Los Ángeles… Probablemente sea, con Rocco en Fidelio, el rol que más veces he cantado.