Alceste D. Röschmann c Bayerische Staatsoper Wilfried Hosl 10

Un borrón

Múnich. 11/06/2019. Bayerische Staatsoper. Gluck: Alceste. Dorothe Röschmann, Charles Castronovo, Michael Nagy, Manuel Günther, Sean Michael Plumb y otros. Dir. de escena: Sidi Larbi Cherkaoui. Dir. musical: Antonello Manacorda.

 

De un tiempo a esta parte la Bayerische Staatsoper viene sobresaliendo como el teatro, a nivel mundial, donde la excelencia resulta ser la norma más a menudo. Gracias al tándem integrado por Nikolaus Bachler como intendente y Kirll Petrenko como director musical, la Ópera de Múnich ha logrado situarse como un escenario verdaderamente extraordinario. Y sin embargo, como dice nuestro refranero, hasta el mejor escribano echa un borrón. Ha sido el caso de esta Alceste de Gluck, una de las últimas nuevas producciones de esta temporada, antes de la Salome que encabezará el inminente Festival de verano. Para la ocasión se ha recurrido de nuevo a Sidi Larbi Cherkaoui, destacado coreógrafo y quien había encabezado ya en Múnich anteriores proyectos, de exitoso resultado, como Les Indes Galantes de Rameau en 2017.

En esta ocasión, sin embargo, la propuesta de Cherkaoui, a fuer de ser reiterativa, termina por ser tediosa. Busca apoyarse, de algún modo, en las danzas orientales y en su circularidad. Con ocurrencia, no puede negarse, consigue escenas de gran fluidez, en las que los cuerpos y las telas generan sorprendentes transiciones. Pero al final todo queda en un mero juego visual, en una coreografía sin un contenido propiamente dicho, distante del libreto. Cherkaoui no logra tampoco una caracterización definida y sólida de los dos principales protagonistas, Alceste y Admète. El equipo de bailarines es excepcional, de eso no cabe la menor duda, y su trabajo es digno de aplauso. Pero genera muchas más dudas, como digo, la adecuación de las coreografías de Cherkaoiu al espíritu mismo de la obra de Alceste. El resultado es un espectáculo que invita al bostezo en más de una ocasión, sin entroncar apenas con la música que emana del foso, salvo raros instantes en los que pareció surgir algún destello de magia.

 

Alceste Castronovo c Bayerische Staatsoper Wilfried Hosl 3

 

Tampoco el reparto reunido para la ocasión ha bordeado la excelencia. Dorothea Röschmann es una gran intérprete, pero me atrevo a decir que Alceste no es un rol para ella, tanto por la naturaleza de sus medios como por su expresividad. Desde luego, no parecía sentirse como pez en el agua con la propuesta de Cherkaoui. Lo menos convincente, en todo caso, más allá de su escaso magnetismo escénico esta vez, tiene que ver con la partitura, que resulta demasiado grave para sus medios, ocasionando que tampoco su desempeño en el agudo parezca fácil. En conjunto, una Alceste más bien hierática, de insuficiente expresividad escénica y con pocas dosis de lirismo y dramatismo en su fraseo. Mejor estuvo el Adméte de Charles Castronovo, de medios bien timbrados y fraseo elegante, aunque a menudo la producción le situaba en lontananza, al fondo del escenario, dificultando su proyección. Un tanto fuera de estilo el resto de voces, como Michael Nagy y Manuel Günther, sonoros pero muy lejos del espíritu operístico de Gluck.

La dirección musical estaba confiada a Antonello Manacorda, quien leyó la partitura con pulcritud, recreando la música de Gluck con enorme nitidez, aunque con un pulso algo alicaído, como buscando una espiritualidad que la escena se empeñaba en negarle a la velada. La orquesta titular del teatro estuvo, eso sí, excepcional en su ejecución. Quizá unos tiempos más contrastados y un pulso más brioso hubiera deparado una representación menos mortecina. Una lástima, pues, que no terminase de funcionar la fórmula de la Bayerische Staatsoper en esta ocasión. Lo dicho: hasta el mejor escribano echa un borrón.