Carmen Solís

Huesca. 16/06/2019. Palacio de Congresos. Madama Butterfly. Carmen Solís (Cio-Cio-San), Vicent Romero (Pinkerton), Vikena Kamenica (Suzuki), Isaac Galán (Sharpless).  Coro Amici Musicae. Real Orquesta Reino de Aragón. Dir. de escena: Emilio López. Dir. musical: Ricardo Casero.

No tenía previsto hacer ningún comentario de la representación de Madama Butterfly del pasado domingo, día 16, en el Palacio de Congresos de Huesca y que organizaba la Orquesta Reino de Aragón, ya que asistí invitado por un amigo y no estaba acreditado. Pero al final de la función sentí que con los pocos medios que dispongo (mi teclado y la posibilidad de publicar en Platea) tenía la obligación como aficionado de poner en valor el extraordinario trabajo de una soprano en uno de los papeles más comprometidos y duros del repertorio operístico. Carmen Solís dio una lección de canto en el papel de Cio-Cio-San. Desde la primera entrada se pudo constatar la belleza de un timbre que se fue haciendo más grato según iba avanzando la obra. La voz es expresiva, bien emitida y llena la sala saltando perfectamente la orquesta. Solís recrea una Butterfly dulce pero que enseguida pierde la inocencia al ver cómo la trata la vida. Para esa recreación utiliza una amplia paleta de matices y de regulaciones que expresan sus estados de ánimo, siempre segura en toda la tesitura, especialmente en un agudo bellísimo, amplio y desgarrado en lo emocional. Porque además del trabajo vocal hay que reconocer el estimable rendimiento como actriz, también en esta faceta completamente entregada. Me resulta extraño, yo que repaso las temporadas españolas y alguna del exterior, que no me haya topado más veces con Carmen Solís porque su calidad es incuestionable. No sé si los teatros tienen ojeadores poco acertados o los que mueven los hilos en este mundillo no saben el diamante que tienen ante sus ojos, pero resulta cuanto menos sorprendente que esta gran cantante no esté reclamada como protagonista en los teatros que se llaman punteros. Son cosas de la ópera en España que nunca entenderé.

Solís estuvo adecuadamente acompañada en el resto de papeles principales. Vicent Romero fue Pinkerton y destacó por un agudo limpio y estupendamente emitido. Junto a Solís (y la preciosa música de Puccini) destacó en el dúo de amor con el que termina el primer acto. Sobrio, elegante, con buena proyección y excelente volumen se presentó Isaac Galán como el cónsul Sharpless, añadiendo además las tablas que da su trayectoria artística (excelente su escena de la carta). Espectacular descubrimiento el de Vikena Kamenica como Suzuki, una auténtica mezzo, con un timbre oscuro y atractivo, tan característico de los cantantes del Este, y un volumen nada desdeñable. Es una voz a seguir y que debería hacer una carrera de calado. Bien el oscense Jorge Franco como Goro y los comprimarios Beatriz Gimeno y Carlos Rebullida. El Coro Amici Musicae estuvo correcto en sus intervenciones aunque  el famoso coro a bocca chiusa no sonó a tal. 

Ricardo Casero dirigió con elegancia y precisión a una muy profesional Orquesta del Reino de Aragón, aunque, en algunos momentos más líricos sus tempi fueron demasiado lentos. Más expansivo en los momentos instrumentales, especialmente al comienzo del tercer acto su labor estuvo acorde con las buenas sensaciones generales de la función, beneficiada, por el espacio escénico y acústico del Palacio de Congresos de Huesca y por tocar en un foso, el lugar apropiado de una orquesta en una representación operística

La producción, compartida con el Auditorio de Zaragoza, un espacio sin foso, nada adecuado para representaciones de ópera, aunque sean semiencenificadas se vio lastrada por estas circunstancias y por no estar pensada para el espacio oscense. Es mejor obviar más detalles y quedarse con la buena voluntad que seguramente animó al regista.

Un último apunte. No sabía cómo titular esta crónica. Se me ocurrían títulos tan poco atractivos como “Excepcional soprano”, “Rendimiento magnífico”, “Una Butterfly casi referencial”.... al final me he decidido por el nombre de nuestra protagonista, como reivindicación de su trabajo y reconocimiento, en su representación, de tantos cantantes que no encuentran los canales adecuados para que su labor se valore lo suficiente. Carmen Solís no se beneficia de cuotas regionales, ni otros amiguismos, pero tiene talento, arte y canta de maravilla. Tiene que estar orgullosa.