Des-fallecer
Madrid. 19/09/2020. Auditorio Nacional. Beethoven: Fantasía coral, Op. 80 y Sinfonía no. 1, Op. 21. Falla: Noche en los jardines de España. Orquesta y Coro Nacionales de España. David Afkham, dir. musical. Javier Perianes, piano.
El tejido musical de nuestro país, como el de todo nuestro entorno, corre el peligro de desfallecer. El cierre abrupto de la actividad de orquestas y teatros, allá por el mes de marzo, nos mostró con súbita crudeza la fragilidad de una de las industrias culturales más preciadas de nuestra sociedad. Retomar ahora la normalidad no es tarea fácil, por diversos motivos: algunos espectadores tienen miedo; los protocolos sanitarios son estrictos y su aplicación es farragosa; los artistas y los programadores deben estar abiertos a cambios repentinos en sus rutinas... Y sin embargo, con todo ello, hay que des-fallecer, hay que deshacer ese shock que paralizó nuestra música hace medio año. Por eso solo cabe celebrar que comiencen las temporadas en nuestro país, como ha sucedido este fin de semana con la programación de la Orquesta y Coro Nacionales de España. El esfuerzo de técnicos y artistas es improbo y es justo aplaudirlo.
Estos conciertos tenían como principal atractivo el regreso a la temporada de la OCNE del pianista onubense Javier Perianes, quien llevaba ausente desde 2017, cuando inauguró también la temporada de la formación. Para la ocasión David Afkham quiso reunir a dos compositores emblemáticos, uno en plena celebración de su 250 aniversario, en el caso de Ludwig van Beethoven, y otro que encarna las mayores virtudes del patrimonio musical español, en el caso de Manuel de Falla. Del genio de Bonn pudimos escuchar su primera sinfonía, en el marco de una integral que la OCNE desarrollará en los próximos meses; y la interesante Fantasía coral, preludio evidente del remate coral de la novena sinfonía. De Falla, no podía ser de otra manera, las emblemáticas Noches en los jardínes de España. Me declaro sumamente partidario de este tipo de programas, con una duración que ronda los ochenta minutos, sin solución de continuidad, con una estructura tripartita. No hacía falta una pandemia para que retomasemos una fórmula que era mucho más que habitual en el siglo XIX y en la primera mitad del XX.
Javier Perianes es la musicalidad, el fraseo, la naturalidad... Pocas veces se escucha un Falla tan universal y al mismo tiempo tan próximo, sin la más mínima afectación, sin atisbo alguno de superficialidad, a flor de piel. En una reciente entrevista Javier Perianes decía tocar a Falla por puro egoismo, no por el afán tan manido ya de reivindicar nuestras raíces y la consabida cantinela patriótica. Y eso es lo que se escucha en sus Noches, un aliento universal, un acercamiento sincero y franco, de alguien que admira y ama esa música y no busca otra cosa que compartirla y comunicarla. Un placer, Perianes.
La Fantasía coral de Beethoven es una pieza muy interesante y mucho menos programada de lo que debiera. El Coro Nacional se dispuso aquí ampliamente distanciado, ocupando las localidades de coro, tribunas y laterales de anfiteatro. El conjunto de voces solistas, aunque denodado, sonó por lo general falto de empaque y no todo lo preciso que uno pudiera esperar. Convenció sumamente Javier Perianes en la introducción y Afkham dejó aquí los mejores trazos de su batuta a lo largo de toda la velada.
El concierto concluía con la Sinfonía no. 1 de Beethoven, una pieza muy interesante donde se intuyen constantes ecos de un genio que empezaba a bullir. La Orquesta Nacional de España sonó muy en forma, hay que decirlo. Cuerdas empastadas, metales firmes -fantástica trompeta y apenas un par de deslices en las trompas, peccata minuta- y unas maderas sutilísimas. Pero Afkham no fue más allá de un planteamiento un tanto anónimo, con puntuales alborotos y un enfoque algo pedestre. Faltó ambición, redondeando un Beethoven suficiente pero poco estimulante, un tanto tipografíco y por lo general poco incisivo. La misma impresión dejó su batuta en las Noches, bien dispuestas pero algo alicaídas.
Con estos conciertos, la Orquesta y el Coro Nacionales de España han ofrecido una muestra más de su ejemplar seguimiento de las normativas sanitarias vigentes en nuestro país, con los músicos situados estrictamente a dos metros de distancia, para garantizar que se minimizan los riesgos entre los llamados contactos estrechos, tal y como me explicó antes del concierto Félix Palomero, el director técnico de la orquesta. Y lo mismo cabe decir de la infraestructura que acoge esta temporada, el Auditorio Nacional, con el público escrupulosamente situado, dejando una butaca vacía entre cada espectador y el siguiente. Este es el camino para des-fallecer, no hay otro.
Fotos: © Rafa Martín
