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Paolo Tosti, una vida en canciones

Tosti, Fco. - Prof. de canto, disc. del Real cons. de Nápoles. Nació en Ortona, Abruzos, 1827. Produjo muchas y estimadas obras vocales en it. y en ing. Desde 1875 residió en Londres.

Esta es la entrada correspondiente a Paolo Francesco Tosti en el Diccionario de la música de Luisa Lacal, publicado en Madrid en 1899. A pesar de sus inexactitudes nos da idea de la fama que disfrutó en vida el compositor, que sin duda triunfó como se había propuesto al salir del conservatorio de Nápoles en 1866, a los veinte años, diplomado en violín y composición. Antes de cumplir los cuarenta era imprescindible en la corte de la reina Victoria en sus tres facetas de cantante, profesor de canto y compositor de canciones y la prensa italiana se hacía eco de sus éxitos. La fama iba acompañada de dinero, se dice que su contrato con la editorial Casa Ricordi llegó a asegurarle 5.000 libras por doce canciones al año, una cantidad que actualizada se correspondería, si las fuentes consultadas son fiables, con un estatus económico de unos 3,5 millones de libras. 

La fecha de nacimiento que consta en el Diccionario de la música no es correcta, Tosti nace el 9 de abril de 1846. Cuando su padre lo lleva a la escuela de Gaetano Paolini lo hace confiando en que la música realmente amanse a las fieras porque el pequeño Ciccillo es revoltoso y desobediente; estudiar música le gusta y, para alivio de su padre, su comportamiento mejora. El profesor Paolini convence a la familia Tosti de que el niño opte a una beca para el conservatorio de Nápoles y así estudia con uno de los compositores más importantes del momento, Saverio Mercadante. Tras volver a su casa Paolo ocupa durante un tiempo el puesto de maestro de capilla y organista de la catedral de Ortona; de esos primeros años son sus tres únicas obras sacras y su primera canción, Non m'ama più!, compuesta en 1866. Pero, como ya hemos avanzado, sus ambiciones son otras, y en 1869 se traslada a Ancona, donde durante un año da clases de canto e intenta hacer contactos que le puedan ayudar en su siguiente etapa, Roma, a donde llega el año siguiente.

Las referencias describen a Paolo Tosti como un hombre menudo pero atractivo, con don de gentes y mucho encanto; un seductor, en el sentido más amplio del término (nos ahorraremos la crónica rosa, este no es lugar para chismorreos). Su personalidad le permite moverse como pez en el agua en ambientes mundanos y poco a poco, concierto a concierto, va haciéndose un lugar en los salones de la aristocracia romana. Su gran oportunidad le llega gracias a su amigo el compositor Giovanni Sgambati, que le propone cantar en un concierto benéfico en el que también participará nada más y nada menos que Franz Liszt. Tosti canta y triunfa, y poco después se convierte en el maestro de canto de la princesa Margarita de Saboya. El inquieto y ambicioso músico puede estar satisfecho de todo lo que ha conseguido con veintiséis años pero todavía quiere ir más allá. 

En aquellos años tanto los cantantes como los profesores de música italianos están muy solicitados en Inglaterra y en 1875 Tosti viaja por primera vez a ese país, bien recomendado por diplomáticos y músicos que ha conocido en los salones romanos; después de pasar allí largas temporadas se establece definitivamente en Londres en 1880, al nombrarle la reina Victoria profesor de canto de sus hijos. Las tareas encomendadas a Tosti en la corte inglesa recuerdan a las de los músicos de la corte, pongamos Haydn, un siglo atrás, con la diferencia de que en el siglo XVIII Haydn come con el servicio y en el siglo XIX Tosti brilla en los salones. Ejerce de profesor de música de la familia real, organiza conciertos en las residencias reales, acompaña al piano a los cantantes en estas veladas, acude a las residencias de ancianas damas de la aristocracia para ofrecerles recitales privados y dirige ocasionalmente ópera, ofreciendo, por ejemplo, una versión de concierto de Cavalleria Rusticana para la reina Victoria con Mascagni como invitado de honor. Incluso se dice que consiguió hacer sonreír más de una vez a la adusta y enlutada reina.

Toda esta actividad cortesana no le impide llevar también una actividad privada, y cantantes como Nellie Melba, Enrico Carusso o Titta Ruffo se encuentran entre sus alumnos. También mantiene su propio salón, donde reúne semanalmente a artistas italianos que se encuentran en Londres, ayudando en lo que puede a los principiantes y agasajando a personalidades como Puccini. Además, Tosti pasa temporadas en Italia, manteniendo también un salón en Roma. Al morir la reina Victoria en 1901 le sucede Eduardo VII, amigo de Tosti; cuando muere el rey en 1910 el compositor siente que su tiempo está pasando. La afinidad con el sucesor, Jorge V, ya no es la misma que con su padre y su abuela y en 1912 el compositor vuelve a Italia con la ciudadanía inglesa (acompañada de escándalo, porque al aceptarla había renunciado, al parecer sin saberlo, a la italiana) y un "Sir" antepuesto a su nombre;  morirá en Roma el 2 de diciembre de 1916.  

Hasta su primer viaje a Londres, Tosti es conocido como cantante y profesor de canto, apenas ha escrito una docena de canciones. Se dice que era un tenor ligero de voz muy bonita, técnica impecable y un gusto exquisito cantando, que deslumbraba con fácilidad a los que le escuchaban. No parece que nunca intentara subirse a un escenario para cantar ópera, ni las diferentes referencias dan ningún motivo para que no lo hiciera, de alguna manera intuyó que su camino pasaba por la música de salón. Ya hemos visto que como profesor de canto estaba muy solicitado y hay pocas dudas de su valía; una opinión más autorizada que la de Margarita de Saboya o la reina Victoria es la de Giuseppe Verdi, que consultado en 1877 sobre los mejores profesores de canto italianos dio siete nombres, entre ellos el de Tosti. Muchos años más tarde, en 1892, Enoch & Sons publica en Londres un libro de ejercicios de canto de Tosti que pasará a ser de uso oficial en el Royal College of Music.

Hemos enumerado las tareas de Tosti durante sus treinta años en Londres y no hemos mencionado, deliberadamente, la de compositor, que empieza a revelarse en sus primeros años en Inglaterra. Paolo Tosti compone, casi exclusivamente, canciones. Quizá no se ve dotado para componer ópera, quizá al mirar a su alrededor y ver a Verdi, Puccini o Mascagni sospecha que va a quedar como un compositor de segunda fila. O quizá encuentra en la romanza di salotto, un género para el que está especialmente dotado, un filón que no puede dejar pasar. 

La romanza da salotto había llegado a Italia desde Francia, en cuya corte, y posteriormente en las casas burguesas, el romance era imprescindible desde finales del siglo XVIII. Tanto romances como romanze son canciones ligeras, sentimentales, con melodías y acompañamientos sencillos y al alcance de cualquier cantante aficionado; no tienen mayores aspiraciones artísticas, están pensadas para ser disfrutadas en familia y entre amigos, y se da por hecho que no es género para los grandes compositores. En la época en que Tosti comienza a componer canción tras canción, a finales de los 70, ya ha surgido el género que será realmente la respuesta francesa al Kunstlied, la mélodie, pero no está concebida como música doméstica y en los salones se siguen necesitando canciones. En Italia sucede algo parecido, la romanza da salotto triunfa, con la diferencia de que en ese país nunca llegará a desarrollarse plenamente un género de canción propio. Finalmente, en la Inglaterra victoriana hay auténtico fervor por este tipo de canción, para ellos drawing-room ballad o parlour song, y todavía faltan algunas décadas para que el Art Song despunte. En este contexto, las canciones de Tosti, de una calidad muy superior a las que se publican habitualmente, son un éxito y ni Tosti ni los editores desaprovechan la ocasión.

Por más que nos sorprenda a los aficionados actuales, que apenas las conocemos, las canciones de Tosti más célebres en su día fueron las inglesas, de las cuales escribió unas setenta. De estas canciones en inglés (una lengua que Tosti nunca aprendió) las más célebres son Goodbye (1881) de la que más tarde haría una versión en italiano, Addio!, y For ever and for ever (1879). Tosti escribió también un número parecido de canciones en francés; esta lengua no sólo contaba con un mercado muy atractivo en Francia sino que era la lingua franca en los entornos cultos de Inglaterra e Italia; de estas aproximadamente setenta canciones la más conocida es Chanson de l'adieu, publicada en 1902.

El resto de las canciones, unas doscientas cincuenta, son en italiano. Un legado importantes de Paolo Tosti es su dedicación a la canción tradicional; en 1880 la Casa Ricordi publicó los Canti popolari abruzzesi, que formaba parte de un proyecto que incluía música tradicional de todas las regiones italianas; Tosti armonizó quinze canciones recogidas en su comarca natal, todas excepto dos para dos voces, transcritas al italiano desde el dialecto abruzo por Raffele Petrosemolo. Además de estas canciones, escribió unas veinte más inspiradas en el folklore abruzo, la mayoría ya en los últimos años de su vida; de estas canciones la mejor valorada tiene, curiosamente, el texto en inglés; se trata de First Waltz (1912), que lleva el subtítulo "From an Abruzzese folksong". El compositor escribió además algunas canciones de inspiración napolitana entre las que encontramos tres bien conocidas: MarechiareMalìa y A vucchella.

Y llegamos a las canciones que podemos considerar estrictamente romanze da salotto, italianas no sólo por la lengua sino por el estilo; algunas de ellas fueron grabadas en los primeros tiempos de la discografía por John McCormack, Nellie Melba, Adelina Patti o Enrico Carusso y desde entonces no han dejado de estar en el repertorio clásico (con tanto derecho al menos como los valses y polkas de la familia Strauss). Son, junto con las napolitanas mencionadas, sus canciones más conocidas actualmente: Non t'amo più, Vorrei morireIdeale, L'ultima canzone o Aprile. No me olvido de L'alba sepàra dalla luce l'ombra, pero esta canción merece una atención especial por el autor del texto, Gabriele D'Annunzio. 

No se esperaba de las romanzas y baladas, al contrario de lo que sucedía con lieder y mélodie, que los textos tuvieran una cierta calidad y menos aún que partieran de poemas; Tosti escribe ocasionalmente canciones a partir de versos de poetas como Paul Verlaine (Rêve), Alfred de Musset (Ninon) o Afred Tennyson (Ask me no more), pero su amistad con D'Annunzio dará lugar a unas veinte canciones, entre ellas las mencionadas Non t'amo più o Marechiare, Donna, vorrei morire o las Quattro canzoni d'Amaranta, la segunda de las cuales es la célebre L'alba sepàra dalla luce l'ombra. Estas canciones suelen ser una colaboración entre ambos; es decir, por lo general Tosti no compone sus canciones a partir de un poema previamente existente sino que ambos amigos escriben las canciones juntos, y D'Annunzio se adapta a las necesidades de la música; al poeta no se le caen los anillos (al contrario, se divertía enormemente, para él era un juego) y ejerce de letrista, lo mismo que ejerce de libretista para Zandonai y su Francesca da Rìmini, por ejemplo. 

La selección de diez canciones que ilustra este artículo incluye canciones que todos conocemos bien y algunas de esas canciones francesas e inglesas que han quedado semiolvidadas; nueve están en una lista de reproducción de Spotify, que no está tan bien surtido como me hubiera gustado de discografía de Tosti; a pesar de eso las escucharemos en nueve voces diferentes, algunas en versión orquestal anónima, tanto por lo que respecta al arreglo como a los intérpretes. La décima, una debilidad personal, está enlazada a Youtube. Que las disfruten.