carmen romeu manojo rosas teatro zarzuela 

Noches para disfrutar

Oviedo. 20/05/21. Teatro Campoamor. Sorozábal: La del manojo de rosas. Carmen Romeu (Ascensión). Alfredo Daza (Joaquín). Ángel Ruiz (Espasa). Juan Noval (Ricardo). Batriz Díaz (Clarita). David Pérez Bayona (Capó). Milagros Martín (Mariana). Enrique Baquerizo (Daniel). Fernando Marrot (Pedro). Carlos Mesa (El inglés). Coro Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo”. Orquesta Oviedo Filarmonía. Emilio Sagi, dirección de escena. Óliver Díaz, dirección musical.

Hay propuestas en las que todo parece augurar una noche de lírica para el recuerdo, como un momento de auténtico disfrute para todos los aficionados al género. Tal era el caso de este Manojo de rosas recién importado desde el Teatro de la Zarzuela en Madrid, con el sello imborrable de un ovetense: Emilio Sagi. Un hombre del que ya hemos visto casi todo, la mayoría bueno, pero que nos recuerda con esta propuesta el por qué de la gran consideración que merecidamente se ha ganado como director de escena en estos últimos cuarenta años. Con este Manojo, que forma ya parte de la historia del género, Sagi es de verdad capaz de llevar sobre el escenario ese Madrid entrañable de chulapos y chulapas, una suerte de Macondo nacional que es refugio imaginario del amor y la poesía. 

Y para todo ello, Sagi nos presenta en su propuesta no una ciudad de cartón piedra sin trasfondo, sino una calle rebosante de vida y llena de gente que habla y curiosea desde cada una de sus esquinas. Un piso con amplias ventanas desde donde la madre de Joaquín se esfuerza por ver a su hijo hablar con Ascensión e incluso un bar donde la gente baila alegre hasta que el alboroto es detenido por la policía en una imagen que no puede sino recordar a la del film Irma la dulce. Y es que, al igual que sucede en las historias narradas por Billy Wilder, los innumerables detalles detrás de la historia principal son los que realmente consiguen elevar este trabajo de nuestro regista carbayón a un nivel superior.

A lo anterior se suma el hecho no menos importante de que, musicalmente, la obra ayuda y mucho a crear una auténtica atmósfera de deleite lírico, con romanzas tan conocidas como “No corté más que una rosa” o “Madrileña bonita”, escritas para los personajes de Ascensión y Joaquín respectivamente. De la interpretación del primero de ellos por parte de Carmen Romeu cabe subrayar su sensibilidad artística y excelente dicción a la hora de abordar el texto hablado, resultando en este aspecto una Ascensión realmente encantadora. Si bien es cierto que en el plano vocal su proyección resultó por momentos un tanto abrupta y quizás carente de esa delicadeza que si brilló en su forma de entender el personaje. Por su parte, Alfredo Daza nos ofreció un Joaquín más que solvente y entregado en lo vocal en un rol que, al igual que en el caso del de Ascensión, no tiene un ápice de sencillo.

El tenor asturiano Juan Noval fue el encargado de ofrecernos un Ricardo de altos vuelos, de voz dúctil y siempre bien colocada al tiempo que David Pérez Bayona cumplía solventemente como Capó y Beatriz Díaz hacía lo propio en el rol de Clarita del que logró extraer todo el jugo posible. Destacó sin duda el carisma y la gracia de Ángel Ruíz como un Espasa absolutamente enciclopédico y que, sin duda, logró ilustrar en lo que a buen hacer escénico se refiere. 

Óliver Díaz se situó una vez más a la batuta de la Oviedo Filarmonía que en esta ocasión selló una noche realmente redonda, deshojando con minuciosidad las bellas melodías compuestas por Sorozábal y que no son sino las auténticas rosas de este manojo. Un gran trabajo por tanto el de Díaz, acompañando a los cantantes y también durante el famoso preludio que requirió sacar lo mejor de la sección de viento.