Schuen Schwanengesang Schwarzenberg21 a 

El ciclo que no lo es

Schwarzenberg, 28/08/2021. Angelika Kauffmann Sall. Schwanengesang. Franz Schubert. Andrè Schuen, voz, Daniel Heide, piano.

Aunque la historia de este ciclo es ampliamente conocida, siempre es bueno recordarla. Un mes después de la muerte de Franz Schubert, acaecida en noviembre de 1828, su hermano Fernando envía al editor Tobias Haslinger dos grupos de canciones: los Rellstab-Lieder y los Heine-Lieder. Haslinger decide publicar por suscripción, con el nombre de Canto de cisne, los dos grupos de lieder (siete en el caso de Rellstab y seis en el de Heine) al que se añadirá, por la suma de trece canciones, una de Seidl, el último lied compuesto por Schubert y que este no había pensado añadir a los otros. Como siempre, cuestión de negocios: se vendía como un último ciclo lo que nunca fue porque ni los poemas ni su creación musical tienen el hilo conductor de contar una historia como en el caso de los ciclos sobre poemas de Müller: La bella molinera y Viaje de invierno

Andrè Schuen y Daniel Heide completaban en este concierto el repaso por estos tres ciclos, aunque, desgraciadamente, no pude escuchar el primero, La bella molinera. Podemos repetir aquí todo lo que se dijo a nivel expresivo y vocal cuando, hace unos días se comentó el extraordinario Winterreise ofrecido por los dos artistas. Por parte de Schuen, esa impresionante capacidad para pasar del pianissimo más bello y sutil a un forte potente, pero siempre perfectamente controlado. Quizá aquí se pudo apreciar más si cabe el increíble fiato que desplegó el artista en algunos momentos. Hay que volver a recalcar la frescura de la voz, el dominio técnico y la aparente facilidad con la que aborda cualquier canción. Para Heide también se repiten alabanzas porque no puede ser de otra manera. Su pianismo es de una calidad extraordinaria y, sobre todo, imprime a cada nota una intensidad, una claridad y viveza (aunque sea un fragmento dramático) que llena de alma su trabajo. 

Con buen criterio, Schuen y Heide cantaron sin ninguna parada los trece poemas originales. De hecho solo estos aparecían en el programa de mano como el “corpus” del recital. Ya como complemento y después de la primera tanda de entusiastas aplausos, se cantaría Die Taubenpost (La paloma mensajera). Los lieder sobre siete poemas de Ludwig Rellstab se ha dicho que encuentran su unidad en “el mismo vigoroso ardor”, aunque su relación musical se basa más bien en sus estructuras rítmicas y la gran importancia concedida al piano (con largas introducciones y conclusiones) que tanto permitieron el lucimiento de la clase de Daniel Haide. Aunque la interpretación de los siete estuvo a un altísimo nivel, destacaría varios. En el nº 2 (Kriegers Ahnung - El presentimiento del guerrero) dada su estructura, sus continuos cambios desde las notas graves para marcar la pesadumbre al más agudo para marcar la ensoñación, Schuen pudo desplegar todas las cualidades vocales e interpretativas que posee en un solo lied. Señalar la exquisita delicadeza en el archiconocido  nº 4 (Ständchen - Serenata). Estupenda también la pasión que aflora en el nº 5 (Aufenthalt - La morada), en el que cantante hizo realidad las palabras de la musicóloga Brigitte Massin: “la imagen en torno a la que se construye este lied es la de la piedra y el mineral”. Imagen de la dureza del dolor del poeta, se podría añadir. Después del melancólico nº 6  (In der Ferne - En la lejanía), el mini ciclo acaba con esa joya (maravilloso el acompañamiento pianístico) que es Abschied (Despedida).

Los seis poemas del gran poeta romántico Heinrich Heine tienen por su espíritu y su composición una clara relación con los de Winterreise. Antes de empezar a comentarlos hay que señalar que los títulos son del propio Schubert. En esta parte Schuen comenzó con una fuerza imparable en el breve pero intenso Der Atlas (Atlas). La sobriedad melódica de Ihr Bild (Su retrato) fue genialmente interpretada por el barítono. Los tres últimos lieder precipitan esa marcada desesperación de todos estos poemas de Heine. Si Die Stadt (La ciudad) permitió una vez más apreciar la calidad de Daniel Heide, el último lied, Der Doppelgänger (El doble) recuerda por su tonalidad, por su lenta y profunda declamación, la inmensa tristeza que ya habíamos oído en Leiermann, la última canción de Viaje de invierno. Pura maravilla en la voz de Schuen. Después de la ya mencionada Die Taubenpost, cantante y pianista nos regalaron dos lieder más: El conocido Der Musensohn (El hijo de las musas) y un estremecedor Du bist die Ruh (Tú eres la calma), cantado como un susurro, con una clase y delicadeza de esas que nunca se olvidan. Otra noche inolvidable de dos grandes liederistas: Andrè Schuen y Daniel Heide.

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