Euskadiko BrahmsFest 21

Un buen comienzo 

San Sebastián. 09/10/2021. Kursaal. Obras de Johannes Brahms. Euskadiko Orkestra. Tom Borrow, piano. Robert Treviño, dirección musical.

Euskadiko Orkestra y su maestro titular, Robert Treviño, han comenzado su temporada con un ambicioso proyecto en torno a la obra de sinfónica de Johannes Brahms. Bajo el título de 'Brahms Fest' y a lo largo de diez conciertos, organizados en dos programas distintos, han abordado las cuatro sinfonías del compositor alemán junto a sus dos conciertos para piano y su concierto para violín y violonchelo. Toda una maratón, de indudable intensidad y exigencia para sus atriles, un nuevo tour de force en el que la formación vasca ha vuelto a reivindicarse como una de los conjuntos punteros en nuestro país.

El programa se abría con el Concierto para piano y orquesta no. 1 de Johannes Brahms, a cargo del jovencísimo pianista israelí Tom Borrow (Tel-Aviv, 2000). A pesar de algunas inexactitudes y algunos atropellamientos, exhibió indudables capacidades y un talento desenvuelto y natural, con unas manos muy capaces. Burrow es alumno de Murray Perahia y lo cierto es que en su pianismo se advierten características comunes a las de su maestro, sobre todo en una marcada tendencia a la expresión poética en el fraseo. Hay aspectos por pulir en su Brahms, qué duda cabe, pero los mimbres son muy interesantes. Sin duda un solista a seguir de cerca; no en vano ha actuado ya con importantes formaciones de relevancia internacional.

Se completó la velada con la Sinfonía no. 4, también de Brahms. En esta ocasión hallé el enfoque de Treviño demasiado impetuoso, vigoroso en exceso. En líneas generales eché de menos un mayor balance entre secciones y una mayor contención en los decibelios. Para mi gusto, se planteó aquí un Brahms demasiado apoyado en las cuerdas, brillantes y esmeradas, qué duda cabe, pero sin el debido protagonismo de las maderas, tan rica su escritura en esta partitura. Treviño frasea con indudable gusto y maestría, en atinado contraste con los pasajes más dramáticos. Y la ejecución de la formación vasca fue muy solvente, eficacísima, pero me faltó magia en varios instantes. Lo mejor sin duda fue el Andante, destacando la complicidad entre los pizzicati de las cuerdas y los inspirados temas de clarinetes y fagotes.

© Iñigo Ibañez