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Il Giardino idílico de Prohaska

Barcelona. 13/12/2015, 19:00 horas. Auditori, ciclo Música Antiga. Obras de Purcell, Graupner, Sartorio, Locke, Castrovillari, Händel, Hasse, Cavalli y Rossi. Anna Prohaska (soprano). Il Giardino Armonico, Giovanni Antonini (concertino y director).

Cuarto concierto de la gira iniciada el pasado 3 de diciembre en Essen, de la soprano Anna Prohaska y el conjunto Il Giardino Armonico, con un precioso y original programa llamado African queens: Dido & Cleopatra. Nacida en Neu-Ulm, en la Baviera alemana en 1983, y formada musicalmente en Berlín, Prohaska es una de las actuales estrellas solistas de la nueva generación de la lírica germana. Precoz, talentosa, técnicamente irrepochable y con un instrumento dúctil que sabe manejar con pasmosa facilidad, la joven soprano presentó catorce arias desde Purcell a Händel, pasando por nombres tan poco escuchados en las salas de concierto como los del alemán Christoph Graupner o el italiano Daniele da Castrovillari, además de Antonio Sartorio, Cavalli, o Johann Adolph Hasse, siempre con piezas protagonizadas por ambas reinas. Este programa lo acaban de grabar para el sello ARKIV de DG en Polonia y la verdad es que la compenetración mostrada por la agrupación y la solista fue evidente, dando como resultado una velada barroca de gran calidad. 

Il Giardino Armonico y su director y solista, Giovanni Antonini, están en un momento dulce de su carrera, precisamente este 2015 cumplen treinta años, confirmándose como una de las formaciones de referencia en la interpretación de la música antigua. Sus inolvidables grabaciones de Vilvaldi, célebres sus Cuatro estaciones o el CD Vivaldi con Cecilia Bartoli, pero también su apuesta por acompañar a nuevas voces como la de Prohaska o la de la rusa Julia Lezhneva, nuevo CD Händel, acabado de sacar al mercado, los mantienen en el ojo del huracán del siempre complicado universo discográfico. Ver al conjunto en esta dorada madurez interpretativa es un lujo que ya de por sí era un valor seguro para este concierto programado dentro del Ciclo Música Antiga de L’Auditori. 

Antonini y sus músicos dotan a cada pieza de un sonido transparente, teatral y rico, jugando siempre con los matices y el nervio dramático como demostraron en la Obertura del Dido y Eneas de Purcell al inicio del concierto, pero también en el dominio absoluto de las dinámicas y el control finísimo del sonido como en la maravillosa selección de The Tempest, de Mattew Locke, con una magistral interpretación de Curtain Tune, que cortó el aliento a más de un espectador. 

Anna Prohaska evidenció la naturalidad con la que afronta este repertorio y mostró con delicados acentos dramáticos, las diferentes caras de estas reinas en un rico caleidoscopio de los estados de ánimo de las protagonistas. Desde la dulzura arcádica del aria Holdestes Lispeln de Graupner, con Antonini a la flauta, pasando por el patetismo de la Cleopatra de Castrovillari a punto de dejarse morder por la áspid mortal, o la juguetona y seductora Quando voglio de la Cleopatra de Sartorio. Prohaska cantó todo el programa seguido, sin pausas que permitieran aplaudir y romper el ambiente creado, un acierto a agradecer puesto que algunas piezas eran de muy corta duración. El final de la primera parte con un Agitato del tempeste de la Dido de Graupner fue un dechado de teatralidad con las cuerdas fuertes y expresivas de Il Giardino en contraste con el delicado instrumento de Prohaska, que si bien es audible pese a la poca adecuación del Auditori para este repertorio, se mostró limitado en algunos pasajes. La segunda parte permitió valorar la voz de Prohaska con mayor perspectiva, ya que cantó el celebérrimo Se pietà aria de Cleopatra del Giulio Cesare de Händel y otras arias como con la que cerró el recital, el lamento Thy hand Belinda del Dido y Eneas de Purcell, esto es dos grandes arias de repertorio donde su arte canoro se mostró desnudo y evidente.

El instrumento de la cantante germana es atractivo por color y uso del mismo, enfocando la expresión dramática con resortes técnicos brillantes en las coloraturas pero falto de cuerpo en los graves en algunos pasajes, como se pudo percibir en la Cleopatra de Hasse. La intérprete es siempre musical y desborda naturalidad, imaginación en las cadenzas y variaciones, y se muestra ideal por carácter y sustancia vocal como la Didone de Cavalli, aquí acompañada por cinco instrumentos, con un equilibrio perfecto voz solista y agrupación musical. Es en las piezas donde se necesita mayor hondura y patetismo donde la soprano evidencia todavía una falta de cuerpo vocal o, mejor dicho, de profundidad expresiva, ya que tiende al enfoque preciosista de la pieza más que al dramatismo intrínseco como pasó con el Purcell final, donde mostró una Dido más delicada y frágil que abatida y solemne, cuestión de gustos quizás. Aplausos para premiar la excelsa labor instrumental de la agrupación italiana, de Antonini y de una Anna Prohaska que sabe conectar con su público, creando un aura  de especial encanto. Duo con Antonini de Purcell como primer bis, para regalar el celebérrimo lamento Piangeró de la Cleopatra handeliana, otra vez con un canto elegíaco y unas variaciones preciosistas marca de la casa. Albricias barrocas para un ciclo que tiene en el próximo 24 de enero del 2016 una cita ineludible: la Misa en Do de Mozart con John Elliot Gardiner, The English Baroque Soloist y The Monteverdi Choir.