12 08 2023 Orqueta sinfónica de Castilla y León Violín Minordi Juanjo Mena Total Energies 108 b 

Distintas formas de abrumar

12/08/2023. Palacio de Festivales, de Santander. Obras de Ludwig van Beethoven y Gustav Mahler. Midori (violín) y Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Dirección musical: Juanjo Mena.

La música clásica tiene la virtud de despertar en aquellas personas que la vivimos con intensidad sensaciones muy difíciles de describir ante una pantalla en blanco. Hay ocasiones, muchas, en las que uno desearía poder vivir un concierto sin tener la responsabilidad de escribir posteriormente unas pocas líneas, por triviales que puedan resultar, para poder informar a quien las lea. Y es que escuchado el concierto del Festival Internacional de Santander de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León un servidor –e intuyo que muchos de las personas presentes en el mismo- no puede evitar la sensación de estar abrumado: por un lado, escuchada la violinista japonesa Midori porque es difícil imaginar mayor capacidad técnica hasta colocar a la audiencia, incluso al lego en materia musical, al borde mismo de la estupefacción; y, por otro lado, porque Gustav Mahler tiene esa facultad de dejarte pegado a la butaca, de apabullarte con su amalgama habitual de sonidos que te dejan sin capacidad de reacción. Son, en definitiva, dos modos de abrumarnos, ya por capacidad técnica ya por mero planteamiento estético.

El programa planteado por Juanjo Mena y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León es de esos que uno definiría como popular, accesible o atractivo a primera vista: para empezar, uno de los conciertos para violín más populares de la historia; a continuación, la primera sinfonía de uno de los grandes del género. Pero el hecho de ser un programa accesible no lo convierte en arbitrario o ausente de trascendencia. Presta a interpretar el Concierto para violín y orquesta en Re Mayor, op. 61, de Ludwig van Bethoven Midori salió al escenario transmitiendo imagen de cierta debilidad física, imagen que se autodestruye en apenas dos segundos en cuanto comienza su parte solista, en cuanto su sonido se levanta frente al grupo orquestal y comienza a brillar con luz propia. Ya en las notas más agudas, en los saltos de octava, en los trinos o en las superposiciones, Midori nos traslada una aparente facilidad con el instrumento que, sencillamente, abruma. Por citar un ejemplo, las cadencias desarrolladas en primer y tercer movimientos fueron ejemplos perfectos de lo que es la capacidad técnica de la japonesa. Juanjo Mena, muy generoso, se colocó al servicio de la solista para que todo fluyera con absoluta naturalidad. El bis bachiano de la violinista no hizo sino confirmar esa capacidad de abrumar.

12 08 2023 Orqueta sinfónica de Castilla y León Violín Minordi Juanjo Mena Total Energies 74 b

Ante la escucha de la Sinfonía nº 1 en Re Mayor, Titán, de Gustav Mahler uno no puede apenas imaginar cómo sería la reacción del público que allá por 1889 escuchó este trabajo que –como se apunta en el escuálido programa de mano- fue calificado de vulgar y demente y a buen seguro dejó perplejo al respetable. Porque hoy en día, ciento treinta y cuatro años después, aun nos deja sin aliento. Es bonito ver, como aficionado a la música, cómo frente a nuestros ojos la orquesta beethoveniana se transforma en la mahleriana. La obra del genio de Bonn, de primeros de siglo XIX, estrenada en 1806 pide una plantilla propia del clasicismo mientras que Gustav Mahler casi nueve décadas después duplica la composición de las secciones más convencionales y desarrolla la percusión y metales hasta darle un contenido, permítaseme la reiteración, abrumador. Es, en un pequeño ejercicio visual, una clase explicativa acerca del desarrollo de la orquesta sinfónica durante el siglo XIX tanto en el número de sus componentes como en el desarrollo de las familias que conforman la orquesta.

Juanjo Mena hizo una lectura precisa, brillante y a cada movimiento fue capaz de dotarlo de la suficiente personalidad. En mi modesta opinión, la interpretación de la Trauermarsch fue, sencillamente, ejemplar. El final, brioso, quizás pecó de cierto efectismo pero la velada permitía alguna licencia que otra. Todas las familias orquestales respondieron a las exigencias del director aunque ha de subrayarse la labor hecha por trompas, violas y cuerda grave, que destacaron de modo evidente.

La reacción popular fue de algarabía medida. Uno tiene la sensación de que en otra ciudad los bravos se hubieran convertido en rugido. Eso sí, no puede olvidarse que fueron casi siete minutos de aplausos hasta que  Mena, agitando su mano y señalando al reloj por aquello del intempestivo horario, se despidió del público. Un concierto precioso, de esos que parecen diseñados para un público fácil y que consiguió una entrada superior al ochenta por ciento de la capacidad del recinto; pero por si esto fuera poco, constatar que Midori, Mena, Beethoven y Mahler nos permitieron a todos los presentes disfrutar de obras que, no por conocidas, dejan de ser necesarias de escuchar de vez en cuando. Seamos personas agradecidas.