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Un nivel altísimo

La IX edición del Festival Internacional de Canto Alfredo Kraus tuvo lugar el pasado sábado en Las Palmas de Gran Canaria. El nivel de los finalistas fue realmente alto en esta ocasión y el certamen se consolida nuevamente como uno de los más exigentes del panorama internacional. Es además uno de los pocos que afronta su fase final con orquesta, en este caso con la contribución de la Filarmónica de Gran Canaria, que sonó muy solvente a las órdenes de un entregado Óliver Díaz. Es de justicia resaltar el buen acompañamiento del maestro asturiano, con repertorios tan diversos y variados, así como el fantástico trabajo previo llevado a cabo por el pianista Juan Francisco Parra, durante las sucesivas eliminatorias y ensayos. El jurado estuvo en esta ocasión presididio por el tenor Giuseppe Sabatini, de reputadísima trayectoria y fanático seguidor del legado de Alfredo Kraus.

Una sugerencia me permito a la organización, antes de comentar el desempeño de los diversos finalistas: creo que sería mejor organizar el repertorio de la final de tal modo que, en la primera mitad de la misma, se escuche cantar una vez a todos los participantes; y no en cambio como sucedió aquí, con el programa organizado por compositores, lo que determinó que antes de la pausa hubiéramos escuchado a algunos solistas interpretar dos piezas y a otros en cambio no les escuchamos hasta después del descanso. 

De entre todos los participantes hubo dos, precisamente los dos primeros premiados, que rindieron a un nivel todavía superior. Me refiero a la soprano venezolana Génesis Moreno y al tenor mexicano Carlos Alberto Velázquez. La primera sorprendió con una voz muy hecha, muy madura en sus formas y en su resolución técnica. Se presentó con 'Regnava nel silenzio... Quando rapito in estasi...' de Lucia di Lammermoor y con 'Tres horas antes del día' de La Marchenera. A pesar de cantar Lucia, un repertorio que cada vez cae más en manos de jilgueros, la voz de la venezolana es de lírica pura, desahogadísima en el agudo pero con un instrumento ancho y caudaloso, carnoso y con metal. Una voz fantástica, respaldada con un evidente dominio de las tablas y un canto naturalísimo y fácil. Fue, con diferencia, la mejor intérprete de la noche y no en vano se llevó el Primer premio.

En el caso del tenor mexicano Carlos Alberto Velázquez hay una circunstancia que determina todo su hacer: es ciego de nacimiento. Esto dota a su canto de una serie de particularidades, puesto que su expresividad escénica es limitada, algo que en cambio suple con un fraseo sumamente expresivo y poético. Su manera de cantar recuerda a referentes antiguos, a un Tito Schipa sin ir más lejos. Se presentó aquí con la escena final de Edgardo en Lucia y con 'La roca fría del calvario' de La Dolorosa. Ambas piezas fueron cantadas con una poesía a flor de piel, irresistible, aunque quizá no del todo bien rematadas en el agudo: las notas están pero sonaron algo esforzadas. Sea como fuere, un cantante muy interesante, muy auténtico y justamente galardonado con el Segundo premio.

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Del resto de participantes destacaría especialmente las contribuciones de Aitana Sanz, galardonada con el Tercer premio del certamen, así como las intervenciones de la soprano Carmen Buendía, la mezzosoprano Andrea Niño y la mezzosoprano Inés López. En el caso de Aitana Sanz, la voz es brillante y límpida, de acceso fácil al tercio agudo. Bordó sus dos intervenciones: 'Gualtier Malde' como Gilda en Rigoletto y 'Me llaman La Primorosa', con una coloratura ágil y desenvuelta. Carmen Buendía dejó patente su evolución vocal, con un instrumento amplio, sonoro y un buen dominio del escenario; me gustó más con 'De España vengo' que con la exigente página 'Bel raggio lusinghier' de Semiramide. La voz de Andrea Niño es muy atractiva, de un hermoso color en el grave, rotundo pero aterciopelado; hay alguna tensión no obstante en el tercio agudo, algo que quedó más patente en el Rondó final de Angelina en La Cenerentola; convenció más desde luego con las Carceleras de Las hijas del Zebedeo, muy desenvuelta además con el fraseo. Finalmente, la jovencísima mezzosoprano gijonesa Inés López diría que tiene por delante un fantástico porvenir; desde luego, eso cabe colegir de su impecable presentación aquí con 'Una voce poco fa' de El barbero de Sevilla y 'Por la calle de Alcalá' de Las Leandras de Alonso. Estuvo impecable en ambas piezas.

Fue también interesante escuchar al bajo mexicano Alejandro López, de voz sonora, más convincente con el 'O tu Palermo' de I vespri siciliani que con 'La calunnia' del Barbiere de Rossini. Por otro lado, tanto el barítono japones Tamon Inoue como la soprano china Fan Zhou mostraron instrumentos bien preparados y técnicamente muy resueltos, pero eché de menos una mayor variedad de acentos, una expresividad más genuina.