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Celebrando 120 años en activo

Madrid. 04/12/2023. Auditorio Nacional. Mahler: Sinfonía no. 3. Orquesta Sinfónica de Madrid. Sección femenina del Coro Nacional de España. Pequeños Cantores de la ORCAM. Marina Viotti, mezzosoprano. Gustavo Gimeno, dirección musical.

En la antesala ya de su toma de posesión como próximo director musical del Teatro Real, a partir del otoño de 2025, el maestro valenciano Gustavo Gimeno dirigía este lunes la Sinfonía no. 3 de Gustav Mahler. La Orquesta Sinfónica de Madrid, a la sazón la orquesta titular del coliseo madrileño, celebra este año su 120 aniversario, desde su fundación en 1903, con un primer concierto en febrero de 1904.

Gimeno comenzó explorando la partitura con tiempo pausado, con una mirada más bien analítica, ahondando en un Mahler un tanto 'alla Boulez', descomponiendo las células que van articulando el primer movimiento. El resultado fue de gran transparencia, aunque aquí eché de menos un mayor dinamismo, una inercia más marcada. 

La versión se fue caldeando poco a poco, a partir de un hermoso y delicado segundo movimiento en clave de Tempo di minuetto. Hubo aquí espacio para lo pequeño, para habitar el detalle y abordar el fraseo con primor, sin la monumentalidad con la que había cerrado el movimiento previo. El tercero de los movimientos trajo consigo el esperado solo del corneta de posta (Posthorn), bastante bien resuelto por el solista de la Sinfónica de Madrid. Y fantástico el cierre en manos de Gimeno, logrando esa impresión casi telúrica que Mahler buscaba con ese estruendoso final, como desencadenado y sin freno.

La parte más teatral y dramática de la pieza recae en los movimientos centrales, precisamente los que requieren la participación de una solista, un coro de niños y un coro de mujeres. Marina Viotti, que estos días se desempeña como Maddalena en el Rigoletto del Teatro Real, hizo gala de un instrumento bello y bien timbrado, de sonoridad carnosa y tersa, un punto oscura pero siempre brillante. Muy estimable su intervención, de acentos bien medidos y con dicción clara. Muy buen trabajo de los Pequeños Cantores de la ORCAM, excelentemente preparados por Ana González; y levemente descuadradas en su primera intervención algunas mujeres de la sección femenina del Coro Nacional de España, resolutivo no obstante en su breve cometido.

Gustavo Gimeno se guardó lo mejor de su hacer para el sexto y último movimiento, el esperado Langsam, de una profundidad expresiva genuinamente mahleriana. Las cuerdas se reivindicaron aquí, dentro de sus limitaciones, con un fraseo elaborado y nítido, sin excesivo margen de maniobra pero capaz de emocionar. 

Encomiable, en todo caso, el trabajo el llevado a término por Gustavo Gimeno con la Sinfónica de Madrid para brindar una Tercera de Mahler francamente solvente, aunque con sus claroscuros. Y es que en ocasiones se percibió mucho que estamos ante una orquesta de foso, una formación que generalmente se desempeña en el Teatro Real y que tiene un desarrollo sinfónico más limitado. Digo esto porque durante toda la ejecución se echó de menos una cuerda con más cuerpo y presencia, sobre todo unos violines de mayor relieve y brillo. Mejor funcionaron las cuerdas graves, especialmente unos contrabajos muy entonados. El metal sonó un tanto rudo, más estruendoso que expresivo. Las maderas cumplieron, con un par de traspiés menores, pero también podrían haber sonado más ricas en color y expresividad.

Hay mimbres, sin duda, para hacer este repertorio pero hay también trabajo por hacer. El reto de esta Tercera de Mahler se ha resuelto con fortuna aunque sin entusiasmo. Da la impresión, en cualquier caso, de que el destino de la Sinfónica de Madrid está en buenas manos con la incorporación del maestro valenciano, una de nuestras batutas más internacionales; su trayectoria en Luxemburgo y su titularidad en Toronto hablan por sí solas.

Terrible, por cierto, el público: aplaudiendo entre movimientos, con toses constantes, móviles a destiempo... Terrible, no aprendemos (no aprenden algunos, sobre todo)...