Bruckner8 OCNE enero24 c 

El legado de Afkham 

Madrid. 14/01/2025. Auditorio Nacional. Bruckner: Sinfonía no. 8. Orquesta Nacional de España. David Afkham, dirección musical.

Seguramente hace apenas una década nos hubiera sorprendido observar a nuestra orquesta por excelencia, la Orquesta Nacional de España, codeándose sin complejos con el gran repertorio centroeuropeo, de Brahms a Zemlinsky pasando por Bruckner o Mahler, entre otros autores. Y a buen seguro ese va a ser precisamente el legado de David Afkham (Friburgo, 1983) cuando finalice su titularidad al frente de la formación, en septiembre de 2026. En este tiempo, y bajo su guía, la orquesta ha consolidado una solvencia y una seguridad inéditas con este repertorio, al que se enfrentan con arrojo y honestidad.

Y en 2024, precisamente cuando se conmemora el 200 aniversario de Anton Bruckner, un compositor complejo y enigmático, no del todo bien difundido en nuestro país, Afkham y la ONE han querido volver la mirada a su corpus sinfónico, programando ahora la Octava, tras hacer ya lo propio con la Sexta en la temporada anterior. La Séptima de sus sinfonías podrá escucharse también a finales de marzo, esta misma temporada, bajo la batuta de Anja Bilhmaier.

La Octava es una sinfonía especialmente solemne y majestuosa, no en vano tanto su Adagio como su Finale están marcados como Feierlich, un término que bien podríamos traducir como solemne o ceremonioso. Y al mismo tiempo es una sinfonía bastante atípica, un punto misteriosa, empezando por ese final tan amortiguado y tan anticlimático que pone el broche al primer movimiento. A su vez, el extensísimo Adagio es no en vano el movimiento más difundido y esperado de esta partitura, con una duración que practicamente iguala a la de los dos movimientos previos juntos. 

Bruckner8 OCNE enero24 b

Entrando en materia, lo cierto es que David Afkahm se mueve realmente en su salsa con este repertorio, mostrando familiaridad con las sonoridades y las dinámicas, aportando al conjunto seguridad y sentido estructural, desde una palpable intuición arquitectónica, tan requerida en las sinfonías de Bruckner. Si acaso, en la ejecución concreta de esta Octava, eché de menos un poco más de audacia en el fraseo, algo más de riesgo y una impresión menos calculada, un punto más de arrojo e inercia, capaz de deparar el paroxismo climático que se espera de las creaciones sinfónicas del autor Ansfelden.

La ONE, por su parte, exhibió estar en buena forma, si bien sonó más contundente que transparente, más sólida que flexible, segura aunque a veces más rotunda que expresiva. En cualquier caso, la lectura llevada a término con Afkham tuvo más entidad durante los dos últimos movimientos, especialmente en un Adagio paladeado con indudable gusto y refinamiento, trascendente y genuino.

El sonido de la Nacional fue siempre compacto y bien ahormado. Sin embargo, a la cuerda le falta por momentos un color con más personalidad, con más poso, y un punto más de brillo en puntuales pasajes, como una quinta marcha que no termina de entrar cuando sería necesario un mayor relieve. Los metales respondieron con gran solvencia y aplomo, aunque un tanto desmedidos a veces en su contundencia, algo que no en vano podría achacarse también a Afkham. Fueron las maderas, seguramente, la sección más homogénea y regular, con intervenciones solistas de mucho calado.

Fotos: © Rafa Martín