John Storgards Marco Borggreve

Viajar perdiéndose

Madrid. Teatro Monumental. 22/02/2024. Liszt: Christus. Orquesta Sinfónica y Coro RTVE. María Teresa Leva, soprano. Silvia Tro Santafé, mezzo. José Bros, tenor. Joan Martín- Royo, barítono. John Storgårds, director.
Hay que agradecer, y mucho, la estupenda idea que ha tenido la Orquesta y Coro de RTVE de programar el oratorio Christus de Liszt, obra muy raramente puesta en los atriles. Han sido sólo la segunda y tercera partes las interpretadas (omitiendo la primera) pero, teniendo en cuenta la duración total de la obra, cercana a las tres horas, y la exigentísima y extenuante parte que tiene el coro, tiene su lógica. Es difícil imaginar como podría éste acabar cantando también la parte primera. Realmente tremendo el esfuerzo requerido por Liszt a dicho conjunto.

La obra merece la pena conocerse. Compuesta en los años en los que el compositor vivió en Roma, a partir de textos bíblicos y litúrgicos, y en latín, Liszt realiza un monumental ‘edificio’ compuesto de partes muy diversas en escenas independientes, sin seguir una línea argumental; con la vida de Cristo como eje contada en un plano frecuentemente espiritual, más que narrativo. Musicalmente explora con frecuencia el sistema modal explotando de este modo el uso del color arcaico y medieval (el ‘Himno Pascual’, cantado por el coro femenino sería uno de los ejemplos más claros), donde la intimidad y el recogimiento toman forma. Hay números con este carácter de un minimalismo máximo, instrumentados con el simple soporte del órgano o harmonio, como el Beati pauperes spiritu, que inicia la segunda parte de la obra, o el Padre Nuestro que le sigue a continuación. Se escuchan también monumentales pasajes fugados, como el que inician las violas en La entrada en Jerusalén, o el marcadísimo del número final que relata la resurrección de Cristo; y brillantísimos picos de intensidad desplegados por el coro y la orquesta que llevan al otro extremo.

Escuchar a este Liszt es como un largo viaje, por el que pasas por bellísimos paisajes, pero también hay perdidas de rumbo, sin saber muy bien donde te hayas. La intermitencia en la inspiración, la elaboración a veces excesiva, y -sobretodo- el perder el camino hacia no se sabe donde, son peajes por los que tienes que pasar para llegar a momentos realmente cumbre, inspiradísimos, de una modernidad visionaria. A este respecto sirva de ejemplo el fantástico número El Milagro, en el que Liszt describe una monumental tormenta que hace después amainar en una calma chicha llena de difusas armonías, que anticipan no sólo el segundo acto del Tristan wagneriano, sino el mismísimo Parsifal compuesto varios años después.

Para montar todo esto se ha contado con un director, John Storgåds, que ha sorprendido por su conocimiento y seguridad, ademas de por su constante buen hacer; dirigiendo con un muy valioso sentido narrativo, y un eficaz y variado arco dinámico, aderezado de marcados signos en forma de sforfandi, u oportunos acentos o cargas que festonearon y enriquecieron el discurso de forma muy sabia. La manera de gestionar la citada tormenta, con todo su aparato y voltaje, y la posterior calma, es un buen ejemplo de todo esto. Es verdad que todo se hubiese beneficiado de un último punto de refinamiento tímbrico, pero la ‘digestión’ de semejante obra, por parte de orquesta, coro y director, es absolutamente meritoria, y ha estado plena de teatralidad y estupendos momentos. Un director a seguir, el finlandés, que, además de ser buen violinista, es otro alumno brillante más de Jorma Panula, maestro de tantos buenos directores. No estaría mal volver a contar con él para un programa con obras desconocidas de Sibelius, por ejemplo, por qué no.

Mención especial para el Coro de RTVE, en una actuación llena de mérito. Estuvo atentísimo a la batuta, consiguiendo súbitos flotados y regular el sonido estupendamente. Tanto los hombres, que entraron solos llenos de carácter en La fundación de la Iglesia, como las mujeres, en el delicado Himno Pascual, supieron destacar en solitario. En definitiva todo el coro, en una obra donde su intervención es casi constante además de intensísima, cantó sin desfallecimiento, y lograron llegar al final plenos de potencia y plenitud. Muy bien también la Orquesta, en una intervención en la obra menor y menos demandante, aunque también bastante expuesta.

Magnifico el cuarteto solista, lleno de estupendas voces españolas. Admirable el trabajo ‘camerístico’ pleno de conjunción que llevaron a cabo en sus intervenciones, como en ese tan extraño número: Stabat Mater Dolorosa, de cerca de 30 minutos de duración, y donde tienen que cantar casi siempre en conjunto. Maria Teresa Leva, demostró ser soprano de extensión e importantes medios; Silvia Tro Santafé, siempre dio, como acostumbra, relieve y efusividad a lo que canta; José Bros significó una agradabilísima sorpresa y un lujo, en un género, el oratorio, donde se tenía que contar con él mucho más; y Joan Martin-Royo, que, a pesar de anunciarse su indisposición, realizó un magnífico trabajo, en una parte, la suya, de bastante mayor extensión que las demás, aportando bello timbre, y buen saber hacer.

Bienvenido Christus, y bienvenido Liszt, viajar, perdiéndose, también tiene su gracia.

Foto: © Marco Borggreve