Junichi Hirokami

Oportunidades perdidas

Barcelona. 26/11/16. Auditori. Brahms: Concierto para violín y orquesta en re mayor. Baiba Skride, violín. R. Strauss: Una vida de héroe. Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Dirección: Junichi Hirokami.  

La violinista letona Baiba Skride traía bajo el brazo un espléndido reto para su debut con la OBC como es el Concierto para violín de Brahms. Pero el reto no era sólo para ella. El resultado global, con la visita del director japonés Junichi Hirokami, fue desigual. Hirokami se había puesto al frente de esta orquesta por última vez en 2001, con el doble concierto para oboe y orquesta de Lutoslawski y la Quinta de Mahler. Desconocemos el resultado que tuvo entonces, pero no podemos calificar esta ocasión de satisfactoria. 

Joseph Joachim, esencial en el proceso de concepción de la obra, estrenó con su stradivarius el conocido concierto para violín de Brahms, antológico en el repertorio romántico para violín. También con su stradivarius llegó Baiba Skride, solista más sutil y rigurosa que impactante, aunque esté dotada de una técnica muy sólida que le permitió afrontar la partitura de Brahms con soltura. El primer movimiento se inicia con un largo pasaje de la orquesta en el que se anticipan los temas y el carácter del concierto: poco de eso pudimos oír en una lectura desangelada y sin tensión en las cuerdas, con cierta inestabilidad incluso que fue particularmente palpable en maderas durante un segundo movimiento con excesivos desajustes, también evidentes en las trompas, impropios de esta orquesta. La gratuita extravagancia gestual de Hirokami finalmente tuvo un precio, y se pagó con la falta de claridad y solidez que requería el diálogo con la solista. Skride, con más minuciosidad que proyección de sonido pero dotada de una sensibilidad e inteligencia interpretativa fuera de dudas, amén de una agilidad que le permite sortear las dificultades con gran facilidad y lograr un resultado fluido, fue sutil y lúcida en la comprensión del desarrollo de las frases. Un Allegro giocoso desordenado y aparatoso y con una Skride brillante afrontando todos los escollos –los escritos y los no escritos en la partitura de Brahms– culminó una versión olvidable del concierto.

Ein Heldenleben de Strauss es una gran síntesis de su vida y obra hasta 1898, año de su concepción. Aquí el héroe (Helden) es el propio compositor, declaración para la cual no se repara en gastos, con una orquesta colosal de un centenar de músicos. Aunque se logró un mayor equilibrio y empaste sonoro, para Strauss Hirokami reservó tanta cantidad de artificios como de incomprensión y falta de matices. Un inicio algo desangelado de la obra recuperó el tono en “la compañera del héroe”, con un clarividente Cristian Chivu como concertino, en el largo pasaje de solista. La interpretación del violinista rumano, de musicalidad, madurez y profundidad estilística, estuvo acompañada de un sonido cálido y espontáneo y fue capaz de transmitir esa ambigüedad genuina de la compañera del héroe, que no es otra que la mujer del propio Strauss, “muy compleja, ligeramente perversa y ligeramente coqueta nunca igual a sí misma, cambia a cada minuto...” como reconocía el compositor. Aunque el margen de mejora era importante en la mayoría de las secciones, fue meritorio el desempeño de algunos solistas; entre ellos, el rendimiento de los solistas de metal fue quizás lo más rescatable, así como la fantástica respuesta de una percusión ágil y precisa.  

En resumen, poco más que otra oportunidad perdida para seguir edificando el futuro de una orquesta de gran potencial, que tendrá que esperar al siguiente programa para hacerlo, con el ciclo Des Knaben Wunderhorn junto a Thomas Hampson, y la Sexta de Shostakovich, todo ello bajo la dirección de su titular Kazushi Ono. Para terminar, una larga ovación de la sala como pocas veces recuerdo. Supongo que para la enorme heroicidad y profesionalidad de unos músicos que lograron sobrevivir a una dirección incomprensible. Es realmente admirable.