Barcelona musical
Barcelona. 24/03/24. L’Auditori. Obras de Benjamin Britten / Lennox Berkeley, Salvador Brotons y Albert Guinovart. Spanish Brass. Banda Municipal de Barcelona. José R. Pascual-Vilaplana, dirección.
En el marco del XXV aniversario de L’Auditori, se ha celebrado el otro gran hito de la temporada antes de Semana Santa con la participación del prestigioso Spanish Brass y el último estreno del compositor y pianista barcelonés Albert Guinovart. Aunque el quinteto más reputado de la península – y con seguridad de Europa – no necesita demasiada presentación, basta con recalcar la importancia de su presencia en una efeméride tan destacada, interpretando de nuevo el Brass Quintet Concerto en versión para banda, de otro de los más destacados compositores de la Ciudad Condal, Salvador Brotons, estrenada, por el quinteto invitado en 2013. La cabecera del programa la ocupaba la obra encargada a Guinovart, basado en el musical Gaudí (2002), en el que se rememoraba la figura del genial arquitecto modernista en su ciento cincuenta cumpleaños, ahora en forma de suite sinfónica para banda. Dos décadas después de aquel incipiente nuevo milenio, Guinovart recoge y desarrolla algunos de los temas más memorables de la que fue una de las obras escénicas más relevantes de una prolífica carrera.
El programa se completó con otra obra de señalado simbolismo para la ciudad, compuesta por Benjamin Britten y Lennox Berkeley de manera conjunta – Op. 12, Op. 9, respectivamente– conocida como Montjuïc, Suite de danses catalanes. La obra tiene su origen en 1936 a raíz de la visita de ambos al XIV Festival de la Sociedad Internacional para la Música Contemporánea, celebrado en Barcelona, en que los ingleses asistieron a una serie de conciertos, estrenos de compositores la talla de Alban Berg y especialmente, danzas catalanas que inspiraron a los jóvenes compositores. El inicio de la Guerra Civil motivó una dedicatoria pacifista en uno de los movimientos de la suite.
La batuta de Vilaplana agitó los compases de la peculiar obra y pronosticó una velada de altura con una BMB que asistió en plena forma a una de las citas más relevantes de la temporada de banda. Destacaron los dos movimientos pares de este cuadríptico - arreglado para banda por Joan Lluís Moraleda - en los que el valenciano enchufó a su tropa una gran dosis de energía y carácter para sortear las primeras yincanas musicales de la tarde.
Un oportuno y agradecido discurso de Vilaplana otorgó contexto a la velada y preludió la incorporación del quinteto invitado. El Brass Concerto resonó con fuerza en el auditorio y el director supo extraer todo el potencial de la ingeniosa orquestación del compositor. Destacaron la atlética sección de clarinetes y el notable solo de trombón de Indalecio Bonet, y especialmente el final extático del primer movimiento. Vilaplana equilibró la atmósfera de saxos de su derecha y alzó los temas principales del segundo movimiento antes de que Carlos Benetó y Juanjo Serna agitaran el avispero desde sus trompetas en el tercero del que destacaron también las percusiones y en especial el marimbista antes de ofrecer un formidable final. El quinteto deleitó mediterráneamente a la audiencia con una amena propina de Joan Manuel Serrat.
Tras la pausa Guinovart apuntó al corazón con una obra fiel a su estilo rindiendo nuevamente un honesto homenaje al genio modernista a partir de los materiales de su musical Gaudí, ahora desarrollados sinfónicamente en una versión para banda, con estructuras y armonías aptas para todos los públicos. Con colorido y aromas a big band, Guinovart articulaba las secciones temáticas a partir de ocurrencias instrumentales muy efectivas, construyendo una ciudad sonora repleta de detalles. Confió los temas de mayor nobleza al corno inglés y a las trompas en el primer movimiento I. Barcelona–. Vilaplana mantuvo conectada a una BMB muy atenta, especialmente en el tercer acto –III. Construir–, y en el cuarto, recorrió la Sagrada Família de Gaudí según Guinovart, en una paciente y colosal ascensión a la grandeza. Mención aparte mereció el Rèquiem del segundo movimiento, que ilustraba la pérdida de la madre del arquitecto, en que Guinovart casaba tragedia y esplendor a través de una lenta y tarareable marcha. El director valenciano decidió bisar este último y el público lo correspondió con un efusivo aplauso digno de tan destacado aniversario.
Fotos: © May Zircus
