Casals Schubertiada 2017 WeStudio 

Celebración

Vilabertran. 25 y 26/8/2017, 21:30 horas. Canónica de Santa María. Schubertiada 25 años. Cuartetos para cuerdas de Beethoven conciertos IV y V: Cuartetos para cuerdas n. 3 op. 18/3. Cuartetos para cuerdas n. 4, op. 18/4. Cuartetos para cuerdas n. 11, op. 95, “Serioso”. Cuartetos para cuerdas n. 8, op. 59/2. Cuarteto para cuerdas n. 2, op. 18/2. Cuarteto para cuerdas n. 16, op. 135. Cuarteto para cuerdas n. 13, op. 130 con Gran Fuga, op. 133. Dos últimos conciertos de la integral de los cuartetos de cuerda de Beethoven. Cuarteto Casals.

Vilabertrán vibró con los dos últimos conciertos de la integral de los cuartetos de Beethoven por el Cuarteto Casals. Fue una fiesta de la música gracias a esta joya de la corona de la programación de la 25ª edición de la Schubertiada que se remataba con esta integral, primicia mundial por parte de los Casals en unas veladas de veras memorables. 

El Quartet Casals también celebra este 2017 sus primeros veinte años de vida y lo hacen interpretando por primera vez en su carrera la integral de los cuartetos de cuerda de Beethoven en un ciclo que después de Vilabertran girará por grandes salas como el Wigmore Hall de Londres, la Gulbenkian de Lisboa o -ahora a principios de octubre- en L’Auditori de Barcelona.

Hablar de la madurez en el sonido, compenetración artística de los cuatro miembros del conjunto, o un sello sonoro propio pueden parecer obviedades, pero nada mejor que la experiencia en vivo de estos conciertos para corroborar el porqué del éxito de un cuarteto reconocido por todos en la élite de las formaciones de cuerda a nivel internacional. 

Así pues la serenidad interpretativa del cuarteto nº3 op. 18/3, se escanció en sus cuatro movimientos Allegro, Andante con moto, Allegro y Presto, con un juego de balances y fluidez de la lectura de veras reseñable. Hermosas sonoridades del violín primero y el segundo de gran organicidad, construyendo un diálogo que tuvo en el chelo y su fraseo siempre vivo, y en la madurez de las intervenciones de la viola, una lectura donde el control del ritmo, los equilibrios y los diálogos de cada instrumentista resultaron magníficos. Llamó la atención sobremanera el Andante con moto, que a la manera de una canción que contrapone humor y profundidad de lectura, hicieron cantar a los cuatro instrumentistas en una misma respiración donde las dinámicas brillaron libres y contagiosas.

Con el Cuarteto número 4 en do menor, op. 18/4, los Casals mostraron todavía más recursos en una lectura elegante y vibrante a la vez. Color homogéneo en el sonido de conjunto, buen juego en los contrastes en el Allegro ma non tanto inicial, y sonoridad que recordaron a referencias futuras como anticipando a Schubert y herencias del pasado más cercano en el tiempo de su composición como en el Menuetto que recordó al gran Haydn. Todo ello dosificado y casi se diría teatralizado con unos colores que se reflejaron con ímpetu y un juego de ecos y voces notable, para acabar con el contagioso y folclórico Allegretto-Prestissimo final, vital y conclusivo.

La segunda parte del concierto del 25 de agosto la formaron el Cuarteto número 11, op. 96 “Serio” y el Cuarteto nº8 en mi menor, op. 59/2. En el siempre interesante y complejo cuarteto “Serio”, con su trasfondo de bisagra que enlaza con la última etapa de madurez creativa de los últimos cuartetos del corpus beethoveniano, los Casals lo absorvieron de manera especial y se mostraron intensos y casi arrebatados. El Allegro con brío inicial fue puro fuego y volvió a sonar con dúctil empatía el Beethoven scherzante con el juego y la brillantez de las voces solistas, cerrando con un último movimiento de desbordante energía una interpretación pulida y desgranada con sapiencia.

Pero en el cuarteto nº8 en mi menor op.59/2, en su paradigmático movimiento Molto Adagio, se transformó en el movimiento imperdible de la velada. Si el carácter más sinfónico y rico estructuralmente del cuarteto ya pide una ejecución más concentrada y madura, es en este segundo cuarteto Razumovsky, donde la grandeza de una formación se evidencia con diáfana claridad. El fraseo dulcificado pero no gratuito, la pureza diamantina del violín, el obstinato del chelo, cual latido de un corazón del movimiento que se desliza con la grandeza de una formación en estado de gracia. Se paró el tiempo mientras se acallaban los solistas y por un instante todo pareció flotar coronado por un silencio cómplice con la audiencia que se consigue solo en las grandes citas.

El último concierto de la integral de Beethoven precedió al Winterreise del gran Christoph Prégardien y no pudo ser un preludio mejor ni más inspirado. El inicio del programa con el Cuarteto nº 2 en sol mayor op.18/2, lo protagonizó Abel Tomás en el primer violín con enérgico espíritu, aportando luz y claridad expositiva. El conjunto respondió con translúcidos acentos, y refrescó el cálido ambiente con sus trinos expansivos, fraseo y nervio, transformado la juvenil creación Beethoveniana en un catártico juego de sonidos y ritmo operístico en su guiño a Haydn.

Vera Martínez afrontó desde el primer violín en Cuarteto nº16 en fa menor, op. 135, donde la expresividad y minuciosidad de sus acordes condujeron una lectura reposada y casi contemplativa con este último cuarteto compuesto por Beethoven. La atmosférica beatitud del Grave que precede a la tensión operística del Allegro final, mostró a una formación que domina los equilibrios sonoros, la planificación del sonido y su sabia administración. 

La segunda parte se inició con el Cuarteto nº 13 en si bemol mayor, op. 130. de nuevo con Vera Martínez al primer violín. El choque de tensiones, el inteligente uso de los crescendi, la naturalidad de un sonido trabajado y complejo, la expresividad emotiva y contagiosa…todo el fluir de estos seis movimientos para concluir en la Grosse fue final, op. 133, pusieron el punto y final a una lectura inmaculada. El temperamento del violín de  Vera Martínez, la intensidad del violín de Abel Tomás, la sensibilidad del chelo de Arnau Tomás y el grácil equilibrio del sonido de la viola de Jonathan  Brown, viven un momento de lucidez interpretativa que tuvo en esta integral el mejor reflejo posible. Unas veladas de música de cámara inolvidables que convierten en obligado su nueva presentación de la integral en L’Auditori. Como dicen los british: a Must!