Efemérides sevillanas

Sevilla. 8/02/2016. Teatro de la Maestranza. Rossini. El barbero de Sevilla. Intérpretes: Davide Luciano (Fígaro), Michele Angelini (Almaviva), Renato Girolami (Don Bartolo), Marina Comparato (Rosina), Dmitry Ulyanov (Don Basilio), David Lagares (Fiorello), Susana Cordón (Berta) Jorge de la Rosa (policía). Coro de la A.A. de amigos del Teatro de la Maestranza. Real Orquesta de Sevilla. Dirección de escena: José Luis Castro. Dirección musical: Giuseppe Finzi.

Pocas óperas son tan conocidas y a la vez pasean el nombre de una ciudad por el mundo como I​l barbiere di Siviglia.​ No es de extrañar, entonces, que el Teatro de la Maestranza quiera homenajear este título en el mes que se cumplen los doscientos años de su estreno en Roma (concretamente el 20 de febrero en el Teatro Argentina). Aunque el éxito de la obra no fue inmediato, sí que la obra de Gioachino Rossini adquirió muy pronto una fama que perdura hasta nuestros días. Porque no cabe duda que “El barbero” es la ópera más popular del cisne de Pésaro,​ y eso gracias tanto a un libreto brillante de Cesare Sterbini basado en la excelente comedia homónima de Beaumarchais como a una música inspiradísima que conecta fácilmente con el oyente. Los enredos del Barbiere, conocidos por casi todo el público que acude al teatro, no voy a decir que son actuales pero siguen haciendo reír al espectador, sus personajes resultan reconocibles, cercanos y simpáticos y l​a inutile precaucione​sigue plenamente vigente en su esencia.

Para estas representaciones el Maestranza ha recuperado con acierto su producción de 1997 y que firma J​osé Luis Castro.​ No encontraremos aquí propuestas rompedoras ni alternativas. Apoyado por un cuarteto de colaboradores formado por la pintora Carmen Laffón, la diseñadora Ana María Abascal, el arquitecto y pintor Juan Suárez y el erudito Jacobo Cortines, que se responsabilizan de escenografía, vestuario y adecuación histórica (y todos de forma muy atinada), Castro plantea una dramaturgia entretenida y bien resuelta, que resulta fiel al libreto sin caer nunca en lo rancio aunque sí en lo previsible. Se retrata una Sevilla de la época de la comedia de una forma muy acertada, eso sí, con mirada costumbrista, pero con precisión en el diseño de los ambientes, tanto de los exteriores como de los recoletos y cálidos interiores. Los cantantes y figurantes respondieron con profesionalidad y desparpajo de actores consumados, y la función, ayudada también por unos cambios rápidos y bien coordinados de decorados entre las distintas escenas, fluyó sin problemas.

El papel que da nombre a la ópera fue defendido por el barítono italiano D​avide Luciano que fue un Fígaro de buen temple, con voz bien emitida y de bello timbre, con suficiente volumen y que resolvió sin dificultad y con donaire su famosísima aria Largo al factotum.​ Muy acertado en su dúo con Rosina, en toda la representación se mostró firme y seguro, y formó parte de la homogeneidad con nota alta en la que se movió todo el elenco, pero que nunca llegó a la máxima brillantez. M​ichele Angelini fue un adecuado Conde Almaviva. Su voz de tenor ligero se lució sobre todo en su aria C​essa di piú resistere donde no tuvo problemas con las coloraturas. También sonó elegante en la Serenata (donde por cierto fue acompañado por el propio Luciano a la guitarra) y en la que nos regaló unos aires flamencos graciosos. El agudo, aunque alguna vez forzado, sonó brillante. Pero el volumen fue francamente limitado y hubo la sensación de que pudiera estar aquejado de alguna indisposición (no anunciada por el teatro) que fuera la causa de que la voz no corriera con la soltura y la fuerza deseable. Muy bien la Rosina de M​arina Comparato que destacó en el dúo con Figaro y en la dificultosa, pero acertadamente resuelta en este caso, Una voce poco fa. ​Mucho más segura en la zona media y baja de la tesitura se notaron tiranteces en alguno de sus agudos y su genuino color de mezzo resultó muy adecuado al papel. Dibujó una Rosina madura y consciente de su poder como mujer sin caer en la excesiva coquetería o la noñez.

Las voces más destacadas fueron las más graves del reparto. R​enato Girolami nos presentó un Don Bartolo de gran categoría. Poseedor de un bello timbre baritonal, con voz bien proyectada y una técnica irreprochable, destacó en A​ un dottor della mia sorte y en los recitativos, siempre resueltos con intención. La voz de mayor calidad de la noche fue la D​mitry Ulyanov q​ue encarnaba a Don Basilio, el profesor de música de Rosina y confidente de Bartolo. Su c​alunnia fue el momento álgido musicalmente hablando de la noche por la perfecta dicción, los acentos marcados con precisión, el volumen potente y la transmisión de toda la belleza que esta famosa aria encierra. En el resto de sus intervenciones siempre destacó. Impecable, mezcla de elegancia y picardía, fue la Berta de S​usana Cordón q​ue bordó I​l vecchiotto cerca moglie.​ Muy bien también el Fiorello de D​avid Lagares y cumplidor J​orge de la Rosa​ como un oficial de policía.

El Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza cumplía el día de la representación veinte años y así se le recordó al público al final de la ópera. Fueron cálidos y agradecidos los aplausos (que en esta ocasión sólo recibieron las cuerdas masculinas, únicas que participan en el Barbero)​para una agrupación que, dirigida por Í​ñigo Sampil,​viene acreditando una calidad y una solvencia incuestionables. Felicidades.

El maestro italiano G​iuseppe Finzi, que viene de dirigir hace pocas fechas este mismo título en la Ópera de San Francisco, demostró que conoce perfectamente la partitura (acompañó desde el clave los recitativos junto a una excelente Gretchen Talbot al violonchelo) y su lectura se inscribe plenamente en la visión más moderna de la partitura, con acusados contrastes que realzan la belleza de la música rossiniana. Aunque el volumen impuesto tapó en ocasiones a algún cantante, fue ajustando la sonoridad de la orquesta que esta vez tocaba en un foso más elevado del habitual. También está este año de aniversario la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (concretamente cumple veinticinco años, como el Teatro). Continúa demostrando ser una de las mejores orquestas de España compaginando sin dificultad, y siempre con calidad, el foso y el concierto. Especialmente brillantes se mostraron en esta ocasión las cuerdas, que destacaron por su ductilidad y elegancia. Por último reseñar también que se pidió un aplauso y se dedicó la representación a la memoria del maestro M​iguel Roa, ​recientemente fallecido