Italiana Salzburg18 Bartoli Abdrazakov RuthWalz

El cliché como virtud

Salzburgo. Rossini: L’Italiana in Algeri. Cecilia Bartoli (Isabella), Peter Kálmán (Mustafá), Edgardo Rocha (Lindoro), Alessandro Corbelli (Taddeo), José Coca Loza (Haly), Rebeca Olvera (Elvira), Rosa Bove (Zulma). Ensemble Matheus. Philharmonia Chor Wien. Dir. Escena: Mosche Leiser, Patrice Caurier. Escenografía: Christian Fenouillat. Vestuario: Agostino Cavalca. Iluminación: Christophe Forey. Dir. musical: Jean-Christophe Spinosi. 

Estrenada en Pentecostés, en el Festival salzburgués que la propia Cecilia Bartoli comanda en esa fechas, esta producción de L´italiana in Algeri está llamada a recorrer tantos escenarios como se proponga, habida cuenta del ingenioso desfile de clichés que Moshe Leiser y Patrice Caurier consiguen atesorar con fortuna. Diría, incluso, que es la mejor de sus propuestas en mucho tiempo, a menudo acomodados en un convencionalismo un tanto ramplón. Aquí, en cambio, la pareja de registas parece tomarse con literalidad el título de esta genial obra rossiniana y ante el espectador se suceden, uno tras otro, todos los estereotipos ligados la vida moderna en el Magreb. El espectáculo, lejos de ser un frívola recreación de este cruce entre culturas, deja entrever una óptica irónica, cargada de mordiente, valiente incluso en tiempos donde caricaturizar cualquier cosa que tenga que ver con el mundo árabe puede tener consecuencias indeseadas. En suma, Leiser y Caurier consiguen hacer del cliché virtud, algo que raramente funciona y que cabe celebrar, sin la menor duda.

En el papel titular, Cecilia Bartoli vuelve a dar una lección de oficio. Si bien sus medios nunca han sido extraordinarios; su inteligencia, en cambio, es superlativa. Haciendo pie en una técnica tan efectiva como sui generis, la mezzosoprano italiana se adentra en un rol escrito casi para una voz de contralto, con un registro grave que le plantea algunas dificultades pero que sortea con habilidad. Lo que más convence, en cualquier caso, es la mezcolanza espléndida entre trabajo actoral y desempeño vocal. Bartoli, una vez más, se transmuta en el personaje que interpreta. Es Isabella, "la italiana" sin discusión, desde que aparece en escena. Su presencia sobre las tablas posee además el magnetismo de los grandes y de hecho su actuación arrastra e incita el esplédido trabajo del resto del reparto. 

Es forzoso destacar el monumental Mustafá de Ildar Abdrazakov, de una comicidad sin fin y vocalmente apabullante. Su dúo con Bartoli es un momento hilarante, el punto álgido de la velada. No se queda atrás el espléndido Lindoro del uruguayo Edgardo Rocha: voz hermosa, aunque un punto metálica, emisión límpida y sobreagudo desahogado; se atrevió incluso con variaciones de su propia cosecha y de muy buen gusto. Un nombre a anotar, sin la menor duda, más allá de los ya consolidados y más mediáticos para este repertorio. Remataban el espléndido elenco el Taddeo del ya veterano Alessandro Corbelli y la intachable Elvira de Rebeca Olvera.

Al frente de Ensemble Matheus, aplaudida labor en el foso del Jean-Christoph Spinosi, apostando por un Rossini de aliento historicista, vibrante sin ser histérico, romántico sin ser empalagoso, consistente sin ser pesado. En líneas general logró un buen equilibrio y un sonido regular durante toda la representación, siempre sensible al balance entre foso y voces.