Pregardien Drake Vilabertran18 

El retorno del Wanderer

Vilabertran. 31/8/2018, 21:00 horas. Canónica de Santa María. 26ª edición de la Schubertiada. Liederabend: Schubert, Mahler. Christoph Prégardien, tenor. Julius Drake, piano. 

Volvió el gran Christoph Prégardien a Vilabertran, igual que el verano anterior, para cerrar con su Liederabend los recitales de solistas vocales de esta edición 2018. Todavía en el recuerdo para los afortunados que vivieron el año pasado su Winterreise, se notó en el ambiente la expectación de que se podía presenciar una gran velada, como así fue.  Prégardien presentó en la Canónica una selección de nueve lieder sobre poemas de Ernst Schulze en la primera parte y un pequeño interludio con los Lieder eines fahrenden Gesellen de Mahler al principio de la segunda mitad, para acabar de nuevo el recital con seis lieder más de Schubert sobre versos de diferentes poetas. La selección de los lieder de Schubert correspondía casi al completo con los de su último CD dedicado al compositor y editado en 2015 por Challenge Classics, grabado también con Julius Drake al piano.

Por obvio que parezca y como consumado liederista, Prégardien presentó un programa maduro, meditado, estudiado y recreado con suma inteligencia y capacidad de hondura expresiva. Volvió a mostrar que el el timbre mantiene sus puntas de frescor en el tercio agudo, con la inevitable pérdida de brillo en los agudos más comprometidos, con un centro medido y un tercio grave del que sabe sacar buen rédito de colores y proyección suficiente. La colocación siempre precisa, la articulación del texto clara y delineada en un fraseo rico en colores y buscando siempre la comunicación con el público. En suma, Prégardien volvió a mostrar sus mejores armas como cantante. 

Sorprendió el ímpetu de Julius Drake desde un primer Auf der Bruck imperativo y sonoro donde la voz todavía en frío del tenor sonó más pálida y menos incisiva que el ritmo impuesto por Drake. Poco a poco el piano y la voz encontraron mejor equilibrio, como se pudo ver en las dinámicas de Der liebliche Stern. Qué capacidad de recrear la magia lumínica de una estrella en los versos por el tenor alemán. Inflexiones llenas de dulzura que contrastaron de nuevo con el serpentino piano de Julius Drake en el inicio de Im Walde. Prégardien aquí mostró algunas notas de carácter blanquecino en un timbre que perdía en momentos puntuales el brillo, pero que bien lo equilibró con momentos de evocadores melismas en frases como en Die bleiben jedes gen allein. La capacidad onomatopéyica del texto y su vistoso resultado sinestésico encontraron en la finura técnica del cantantes momentos de gran belleza con en Um Mitternacht. El vitalismo de Lebensmut cogió por fin la energía pianística de Drake a la misma altura interpretativa que Christoph, una ganas de vivir contagiosas y vibrantes. 

Pero si un momento álgido de esta primera parte destacó, fue sin duda la interpretación de Im Frühling. Desde el evocador y melódico inicio del piano, la capacidad atmosférica, la naturalidad de la declamación, el control emotivo del canto, la precisión de la respiración, la pausa dramática después de un contratante y sereno das Leid! Todo fluyó como solo pasa en esos momentos donde solista, piano y ambiente convergen en un momento atemporal e inolvidable. El nivel de exigencia y compromiso siguió con un generoso An mein Herz, un colorista Im Jäner 1817 para cerrar con un impetuoso Über Wildemann,

La escritura más contrastada y agreste del ciclo de Mahler mostró un Prégardien sorprendente y casi resignado. Que la voz de un cantante de timbre más juvenil llenaría mejor un lieder como Ging heut’morgen übers Feld, pareció dar igual. El tenor supo colorear, administrar la capacidad expresiva y romántica con toques de modernidad de la escritura mahleriana aportando un clima crepuscular de tonalidades irresistibles. Qué hipnótico y evocador fue el cierre con Die zwei blauen Augen von meinem Schatz. La mirada azul de la musa, de la enamorada, del deseo platónico real o imaginario que se perdió en una realidad de ensueño. Un giro de nuevo al espíritu de los primeros lieder schubertianos sobre los poemas de Schulze de la primera parte para volver al compositor de Nacht und Träume

Los últimos seis lieder sobre ‘favourite poets’ como puede leerse en el booklet del cd grabado por Prégardien y Drake, tornaron de nuevo al clima del mejor Schubert. La compenetración aquí de Drake y Christoph fue ya total, con unas lecturas subyugantes, compenetradas, recreando el ambiente de cada lieder, de cada verso con momentos de grandeza musical. Dass sie hier gewesen, con mil gradaciones de palabra y música, el icónico Du bist die Ruh, casi murmurado por ambos, con una placidez que fluyó como la búsqueda de la luz en la persona amada…el contraste con un Greisengesang sombrío y de final catedralicio en la manos de Drake. Con Nacht und Träume se volvió a la cúspide artística de esta Liederabend. Los ocho versos del poema de von Collin fueron una ascensión de la tinieblas a la luz, ¡qué principio con la frase Heil’ge Nacht, du sinkest nieder; una mágica exhortación a la noche, un canto de amor el mundo de los sueños que sonó como una nana trascendental y profundamente humana. 

Aquí hay que hacer mención a la capacidad de emisión y regulación de Prégardien, siempre buscando la naturalidad y la fuerza expresiva, llevado en bandeja de plata por Drake. Un mundano y refrescante Fischerweise, donde las notas del piano parecieron salpicar el canto despreocupado del solista fue el aperitivo final para cerrar con un Der Winterabend lleno de melancolía y nostalgia amorosa. La reacción del público fue también en gradación, de menos a más para ovacionar un recital lleno de la sabiduría artística de un cantante en mayestática madurez. El premio en forma de tres bises no pudo ser mejor: Ständchen, Der Musensohn y un catártico Der Tod und das Mädchen de los que no se olvidan.