HuelgasEnsemble

Un círculo perfecto

Estella. 49ª Semana de Música Antigua. Iglesia de San Miguel. Obras anónimas y de Magíster Leoninus, Guillaume de Machaut, Matheus de Perusio y Matteo de Sancte Johanne. Huelgas Ensemble. Dirección musical: Paul van Nevel.

Trazado un círculo perfecto se logra que comienzo y final de diluyan, desaparezcan hasta convertir a cada uno de los puntos del citado círculo en comienzo y, al mismo tiempo, en final; es decir, el círculo nos representa el mismo infinito.

Viene esto a colación de lo infinita que nos aparece la Música como Arte cuando interpretando piezas que nos sitúan a los oyentes en el inicio de lo que consideramos nuestra tradición musical nos llegan ecos de la vanguardia musical más actual. Y para incidir más en el aspecto temporal el grupo protagonista del concierto, el legendario Huelgas Ensemble, titula el mismo Alpha y Omega, señalando así comienzo y final de la Edad Media. 

El tiempo. La obsesión por el tiempo, por el transcurso del tiempo, por la infinitud del tiempo. Y los que como quien firma esta reseña tiene especial interés por la/s música/s de los siglos XX y XXI encuentra firme acomodo escuchando la música que transcurre entre los siglos IX y XIV porque entre sus notas hay actualidad, hay modernidad, hay atemporalidad.

Y si a todo esto se le añade la interpretación que hemos disfrutado en la imponente iglesia de San Miguel de Lizarra/Estella uno solo puede pensar cómo ha podido pasar varias décadas como melómano sin haber escuchado antes a este grupo vocal: sencillamente circular, es decir, “perfecto”.

¿Existe la perfección en la interpretación musical? Vivimos un tiempo en que con los medios tecnológicos actuales podemos diseccionar cualquier interpretación, histórica o moderna, legal o pirata, hasta desentrañar todos los vericuetos posibles de tal interpretación. Y así pareciera que huimos de la perfección porque en tal menester siempre podemos encontrar la falla. Pero un servidor ha decidido vivir este concierto con simpleza: sentarse en un banco central de la iglesia, colocarse austero ante el podium donde se colocan el director y los ocho cantantes y absorber la música como si fuera el primer concierto de nuestra vida.

Y es que, en cierta forma, este ha sido el primer concierto de mi vida: el iniciático para descubrir una música cronológicamente antigua y, sin embargo, rabiosamente moderna. Por ejemplo, escuchando Haec Dies, de Magíster Leoninus no he podido evitar recordar el mundo estético de Salvatore Sciarrino, y todo ello con una apabullante naturalidad ¿No es acaso Salvatore Sciarrino el “inventor” de una nueva forma de canto? Y, sin embargo, Leoninus (¿1150?-1201) me empuja a su mundo estético. ¿O será al revés?

Lizarra/Estella, de apenas 13.000 habitantes, es la cabecera de la merindad denominada Tierra Estella, que limita con Álava y recoge en sus tierras el Camino de Santiago. En esta localidad son ya 49 los años en los que se celebra una semana dedicada a la música antigua y 49 han sido los años que he necesitado para acercarme a la ciudad y disfrutar del inmenso regalo que supone un festival así. 

Lizarra/Estella tiene, además, la suerte de disponer de una iglesia que si desde dentro es hermosa, desde fuera llama la atención por su imponente presencia. La iglesia, literalmente, sale de las calles de la ciudad, de las piedras antiguas que la soportan para alzarse majestuosa, casi desafiante. ¿Hay mejor entorno para un concierto como el que nos ocupa?

Dentro, en un pequeño escenario elevado y montado ad hoc para el festival se nos sitúan ocho voces y un director, el célebre Paul van Nevel. Hoy estas son las personas que dan forma a Huelgas Ensemble. El grupo es dinámico: los componentes cambian su localización entre ellos durante el concierto dependiendo de la pieza a interpretar; además el Ensemble adquiere distintas dimensiones pues además de cambiar sus miembros de ubicación, cada pieza exige un número distinto de intérpretes con lo que aumenta la diversidad sonora y es plural el color del grupo. 

Técnicamente Huelgas Ensemble es irreprochable. Solo por enumerar algunas de sus cualidades podemos pensar en la prosodia perfecta de vocales y consonantes, subrayando la importancia de la coordinación a la hora de –por ejemplo- iniciar una frase con un sonido nasal /m/ o velar /k/ o terminarla con la siempre peligrosa alveolar /s/. Y aquí Huelgas Ensemble da una lección tras otra.

Podríamos también apuntar el imponente fiato o gestión del aire marcando sonidos en “bajo continuo” aparentemente infinitos -¡otra vez el tiempo!- o la calidez y la belleza tímbrica de las voces solistas, todas y cada una de ellas pues cada uno de los ocho cantantes es capaz de ser uno y ser parte de un todo.

En el concierto se alternaron piezas religiosas y profanas y el nivel del grupo no decayó en momento alguno. El concierto estuvo regido por una rigurosa austeridad, solo rota por la aparición de un grupo de campanillas acompañando a una de las doce piezas del programa. 

En una decisión digna de aplauso, tras las doce piezas mencionadas y que se interpretaron en orden cronológico, cruzando toda la Edad Media, el grupo se retiro sin ofrecer propina alguna. ¿Había margen de mejora? ¿No era mejor, tal y como decidió Paul van Nevel, salir de la iglesia y tratar de dejar al oyente tratando de asumir la belleza de todo lo escuchado?

El recinto estaba lleno. Más de uno se hizo unos cuantos kilómetros para disfrutarlo, lo que habla de la expectación surgida; alguno que otro, sin embargo, nos demostró la absoluta y supina estupidez que le embarga al no poder desvincularse del teléfono móvil durante sesenta y cinco minutos de su vida. Hay gente pa’tó.

Un gran concierto en un escenario hermoso de un pueblo que merece su visita y con la oportunidad de escuchar a un grupo genial que ofrece un repertorio tan ignoto como sorprendente. El año que viene habrá que volver.