Casado Soltero Gayarre 

El tortuoso camino de la recuperación

08/09/2018. Pamplona. Teatro Gayarre. Casado y soltero, de Joaquín Gaztambide. Iker Bengotxea, Gerardo Bullón, Raquel Fernández, Lorena Ferreiro, Natalia Salvatierra y otros. Ensemble Instrumental Nueva Babel. Dir. de escena: Alejandro Aranda. Dir. musical: Rinaldo Zhok.

Si ya complicado ha de ser el proceso de composición y estreno de una obra lírica, ópera o zarzuela, y no nos cuesta nada imaginarnos al compositor enfrascado en mil quehaceres por tratar de que su obra llegue a buen puerto, más arduo resulta que esta obra permanezca en cartel porque es sabido que una vez una obra entra en el cajón del olvido, salir del mismo resulta tarea casi imposible.

Algunos llevamos años clamando –aparentemente- en el desierto por la necesidad de ampliar el repertorio lírico, evitando la repetición ad nauseam de las pocas decenas de títulos que tenemos todos en mente. Si esto en la ópera ya parece casi tarea imposible, en la zarzuela el problema no es menor.

Solo por mencionar compositores cercanos al que hoy nos ocupa, de Jesús Guridi, El caserio; de Pablo Sorozabal, las tres zarzuelas protagonizadas por “sus” mujeres; de Emilio Arrieta, Marina. Mientras tanto, Mari-Eli o La meiga, Las de Caín o Don Manolito y varias decenas de zarzuelas del de Puente la Reina son totalmente ignoradas. Eso sí, al menos estos compositores son recordados por sus obras símbolo que al menos nos los ponen sobre las tablas con cierta regularidad. Otros, empero, están olvidados de los escenarios. Es el caso del tudelano Joaquín Gaztambide (Tudela, 1822-Madrid, 1870).

Por ello, que un grupo como Nueva Babel, navarro por más señas, se empeñe en la puesta en escena de una obra olvidada solo ha de ser digno de elogio. El escenario elegido, el teatro símbolo de Navarra, el Teatro Gayarre, y el título, uno de los más de cincuenta que nos dejó Gaztambide en herencia: Casado y soltero, estrenada en el Teatro de la Zarzuela madrileño en 1858,

La obra, ya casi explicada en el título, es de argumento muy clásico: conflictos entre clases sociales distintas y andanzas amorosas con las inevitables infidelidades y confusiones, donde el criado asume el papel de dirigente de facto de la casa, lo que nos traen a la memoria las andanzas de Fígaro en la obra de Mozart. Y un servidor, conocida la intención de la compañía Nueva Babel de poner en escena esta comedia musical, que no veía la luz desde hace varias décadas, no dudó en asistir porque parecía ser uno de esos trenes que puede sospecharse, tardarán en volver a pasar.

Casado y soltero apenas dura setenta minutos y las partes habladas y cantadas se reparten de forma muy homogénea. En el aspecto actoral poco puede reprocharse a la compañía: consiguieron transmitir la alegría de unos diálogos ágiles, llenos de intención y el público respondió con sus risas. En el aspecto canoro hubo no tanto problemas como desequilibrios por las sustanciales diferencias de volúmenes y de emisión de las voces masculinas con respecto a las femeninas.

Iker Bengotxea, tenor, asumió el papel de Manuel, el criado alrededor del cual ya queda dicho pivota la obra. Voz amplia, bien emitida, con agudos clareados pero de empaque más que suficiente para escucharle sin dificultad alguna. Tiene además desparpajo para terminar siendo el centro de la acción cómica.

El barítono Gerardo Bullón, el Conde, enseñó con diferencia la voz más contundente de la noche. Su primera aparición despidiendo a la Condesa y enseñando ya sus últimas intenciones de aprovechar su soltería momentánea para hacer el calavera nos marcaron cuál iba a ser el resultado de la noche: una voz ancha, bien emitida, de volumen y bien declamada. Como actor dio bien el papel tanto de elegante y serio noble como de papanatas engañado por su criado en última instancia.

En el caso de las tres mujeres el resultado vocal ha resultado más problemático, no tanto por adecuación estilística sino por proyección y volumen de las voces. El desequilibrio surgido resultó demasiado evidente. Bien Raquel Fernández en su parte actoral como la trepa Baltasara; vocalmente también pasó sin mayores apuros. La voz de Lorena Ferreiro es la de una soprano lírico-ligera y dio forma adecuada a la inocente Inés, casada en secreto con el criado Manuel y pretendida por el conde para el momento de la soltería eventual. En los momentos de conjunto la voz llegaba con dificultad. El caso de Natalia Salvatierra resultó conflictivo porque apenas era audible desde el patio de butacas. Tiene porte y hechuras pero la voz no llega. La interminable despedida entre los nobles, escena con la que empieza la zarzuela, quedó gravemente hipotecada por ello. 

La puesta en escena de Alejandro Aranda es tan sencilla como funcional. Todo ocurre en el porche de una casa noble que ora es jardín donde poder celebrar la cena furtiva ora es calle de paso de las jóvenes del pueblo, víctimas de los piropos de los hombres. El único espacio tiene como fondo distintas proyecciones que le dan enjundia a la propuesta escénica.

La zarzuela fue adaptada para ser ofrecida por un grupo instrumental en lugar de la habitual orquesta: un quinteto formado por clarinete, flauta, fagot, percusión y piano dieron forma musical a la obra bajo la atenta dirección desde el piano de Rinaldo Zhok. Hemos perdido la lectura orquestal que podemos adivinar interesante pero al menos hemos podido conocer y disfrutar de la obra. 

El publico, que llenaba en dos tercios la platea del teatro, aplaudió con ganas y pasó un momento muy agradable. Desde luego, considero de alta recomendabilidad espectáculos de este tipo. Casado y soltero vivirá una pequeña gira por Córdoba y el pueblo navarro de Ribaforada y es una oportunidad a no perder. Por si esto fuera poco Nueva Babel nos presentará en apenas un mes otra zarzuela del mismo Gaztambide, La mensajera (1849), en el teatro homónimo de su localidad natal. Presencia obligada, como debería de ser obligatorio que tortuosas recuperaciones de grupos culturales modestos tuvieran el reconocimiento público y el necesario apoyo social por el bien cultural que nos hacen.