EliahuInbal ZChrapek

Veteranía romántica 

Barcelona. 19/11/18. Auditori. Ibercàmera. Ludwig van Beethoven (1770 – 1827) Triple Concierto, en do major, op. 56 (1804). Anton Bruckner (1824 – 1896) Sinfonía núm. 4, en mi bemoll mayor, “Romàntica” (Ed. Nowak 1878/80). Trio Ludwig. Orquesta Sinfónica SWR de Stuttgart. Dir. Mus.: Eliahu Inbal. 

Siempre se agradecen los conciertos propuestos por el ciclo privado Ibercamera, donde la calidad de los intérpretes y de las orquestas y batutas presentadas nunca defrauda. Así fue de nuevo en el Auditori de Barcelona con la presentación, por segunda vez en su temporada, del Trio Ludwig, formado por los hermanos Abel y Arnau Tomás (miembros a la vez del Cuarteto Casals) y de la pianista Hyo-Sun Lim. Junto a ellos la renovada Orquesta de la SWR de Stuttgart con la batuta del legendario Eliahu Inbal, quien a sus longevos ya 82 años sigue demostrando un vigor musical estimulante y característico siempre en sus planteamientos.

El triple concierto de Beethoven, tan querido por el público como criticado por tantos expertos, fue un plato gustoso y refrescante desde la lectura musical del Trio Ludwig. Destacó desde los primeros acordes solistas el arco meloso, cálido y expresivo de Arnau Tomás al chelo, no obstante es el solista con una particella más lucida. El Allegro mostró las virtudes también del sonido pulido y claro del violín de Abel Tomás, y la facilidad del fraseo y comunicabilidad de Hyo-Sun-Lim al piano. Destacó la lectura libre y serena de Inbal con una SWR rica en expresión y con un sonido orgánico y equilibrado siempre en sus secciones. Protagonistas desde sus atriles fueron las flautas y oboes, gracias a su musicalidad y finura estilística. Un ensamblaje perfecto entre los tres solistas cerró el primer movimiento, una adictiva combinación melódica al estilo mozartiano con un irresistible ritmo de aire eslavo. 

El fugaz Largo pasó como un suspiro, de nuevo sobretodo gracias al fraseo pulposo del chelo de Arnau, acompañado por la sinuosidad del violín de Abel y el fraseo fácil del piano de Sun-Lim. El Rondo alla Polacca conclusivo mostró una SWR empática jugando con las dinámicas y el trio de solistas para crear una lectura permeable donde Inbal escarbó con garbo y profundidad, buscando la expresión para llegar a un finale donde mezcló lectura poética y un ritmo perfecto. La calidez y entusiasmo del público consiguió arrancar un original y feliz bis, el Tango Pathetique del compositor alemán PeterKiesewetter, donde el tema de la sinfonía patética de Chaikovsky asoma a modo de tango en una feliz resolución musical de menos de tres minutos.

Con la llegada en la segunda parte de la cuarta sinfonía de Bruckner, Inbal pudo demostrar su afamada batuta especialista en este compositor. La SWR brilló por encima del Beethoven anterior sobretodo por las posibilidades de una escritura sinfónica de gran amplitud y mayestático espíritu. El carácter romántico legendario de las trompas y la sección de metal, sonó sin embargo con una naturalidad que lo alejó de la grandiosidad más arquetípica relacionada habitualmente con esta sinfonía y con Bruckner en general. 

Lejos de un sonido cósmico, Inbal optó por una lectura más telúrica, incluso mundana y terrenal. Aligeró el sonido de las cuerdas, jugó con los contrastes de los volúmenes y dotó de un medido lirismo las secciones, destacando los solos de la trompa, la flauta o el fagot. Incluso, sonó más humano y sensual que trascendente, lejos de esas lecturas casi filosóficas que han buscado otras batutas veneradas. El contraste de los fortes sonaron también bruscos, pues Inbal buscó colores, pero también una musicalidad austera e incluso cortante, mostró en suma en el primer movimiento un original juego de texturas. 

En el Andante cargó con más densidad el fraseo de las cuerdas y buscó mayor solemnidad, aquí los planos sonoros combinaron sinuosidad en los acordes e intimismo con momentos de hermosa serenata. El Scherzo fue un gozo sonoro de metales, como si de una llamada a la refulgente luz de una noche estrellada en el bosque se tratara. Trompas de caza brillantes, lirismo y autoridad de trompetas, todo un Jagd-Scherzo de irresistible lectura y carácter. El Finale fue un toma y daca entre una reminiscencia wagneriana ineludible, conducido por el lirismo del fraseo de las cuerdas, seguido de un aire despreocupado y libre, hasta llegar a la magnífica coda final, donde el sonido impecable y generoso de la SWR se desató con preciosismo y fulgor.