Valer Sabadus

Caffarelli eclipsa a Farinelli

Barcelona. 31/03/2016, 20:30 horas. L’Auditori, ciclo Música Antiga. N. Conforto: L’Endimione. Minueto y Fandango (1764). J. A.Hasse: Simfonía en Sol menor núm.6, op. 5. J. de Nebra: Seguidilla d‘Amar y ser amando y la divina Philotea (1745), Seguidilla de Para obsequio a la deydad, nunca es culto la crueldad, y Iphigenia en Tracia (1747), Seguidilla de Vendado es amor, no es ciego (1744), Canción de Viento es la dicha de amor (1743), Seguidillas 1 i 2 de Donde hay violencia no hay culpa (1744). G. Giacomelli: “Quell usignolo che innamorato“ de La Merope (1734). “Amor dover rispetto“ de Adriano in Siria (1733). J. Marcolini:La dicha en la desgracia y vida campestre. Obertura. J. de Nebra: Vendado es amor, no es ciego. Obertura y minueto (1744). FRANCESCO CORRADINI: Baile de las Máscaras. Selección (1750). N. Porpora: “Alto giove” Ária de Il Polifemo (1734). R. Broschi: “In van ti chiamo, in van ti cerco” – “Ah dolor che vo sfogando”. Recitativo y aria de una colección manuscrita dedicada a la emperatriz Maria Teresa (1753). Concerto Köln. Valer Sabadus, contratenor. 

Gran expectación con una de las voces de contratenor del momento, el rumano de nacimiento y alemán de formación, Valer Barna Sabadus (Arad,1986). Sabadus forma parte de la pléyade de contratenores que saltaron a la palestra del nuevo universo barroco en las ya legendarias funciones del Artaserse de Vinci, donde unos ya consagrados Max Emanuel Cencic y Philippe Jaroussky compartieron escenario con los hasta entonces poco conocidos Franco Fagioli, hoy en día  contratenor top, y el mismo Valer, en 2012. Con este recital el contratenor nacionalizado alemán ha realizado su debut en España y lo hizo con un adecuado repertorio centrado en la figura de Farinelli, el gran castrato de la época barroca, quien fue contratado por la esposa de Felipe V para que curara a su marido de depresión, trabajando para la corte española por más dos décadas. Arropando a Sabadus se presentó el eminente Concerto Köln, grupo de referencia entre las agrupaciones de interpretación con criterio historicista, quienes precisamente este 2016 cumplen 30 años de exitosa y reconocida carrera. Pudo haber algo de confusión para más de un espectador al ver el programa presentado, pues siete de las nueve piezas de la primera parte y tres de las seis de la segunda, eran piezas instrumentales y no cantadas, teniendo en cuenta que este concierto representaba el debut en España de Valer Sabadus pudo extrañar a más de uno. Cierto es también que la calidad instrumental de Concerto Köln pronto disipó cualquier atisbo de posible decepción pues tanto con el Minueto y Fandango de Conforto,  como con la Sinfonía en Sol menor de Hasse o las Seguidillas de Nebra, el conjunto alemán ofreció calidad instrumental, nervio rítmico y fluidez interpretativa, a pesar de la falta de un director a solas, función suplida por la concertino Midori Seiler. La carencia de una batuta pareció incidir en ciertas inexactitudes en las entradas y los tempi, pero sobretodo en una falta de sonido homogéneo más marcado y redondo, dentro de la gran profesionalidad ofrecida por el eminente conjunto, quienes sonaron detallistas y minuciosos pero no brillantes. Al final de la primera parte entró Valer Sabadus para interpretar dos arias de Giacomelli. El contratenor presentó sus credenciales vocales desde la primera nota de la larga y virtuosa “Quel usignolo”, partitura de evidente creación al servicio de la voz privilegiada de Farinelli, donde los trinos, coloratura, saltos de octava y florituras varias, permitieron disfrutar de la cualidades de Sabadus: belleza vocal merced a un timbre aterciopelado y dúctil, minucioso control técnico y dominio más que resaltable de la respiración con un fiato privilegiado. Imaginativo y creativo en las variaciones y cadenza, de un aria que duró ¡casi catorce minutos!. Sabadus salió más que airoso, donde a pesar de todo la calidad de la partitura en sí estuvo por debajo de las prestaciones vocales del cantante y el conjunto. A pesar de ser una apreciación personal, esta se reafirmó con la segunda aria, “Amor, dover, rispetto”, un muestrario de facultades vocales barrocas algo impersonal musicalmente hablando.

Con la segunda parte, esta vez la mitad del programa protagonizado por Concerto Köln, destacó el trabajo instrumentista de las flautas, oboes y trompas en la bella y espiritosa Obertura de Marcolini, así como también en la selección del Baile de máscaras de Corradini, lleno de colores y contrastes, aquí con una excelente Midori Seiler al violín, quien capitaneó con estilo y garra los movimientos de Marcha, Vals, Gaita, Contradanza y Boleras. 

Con la célebre aria “Alto giove” de Il Polifemo de Porpora, Sabadus se enfrentó a la pieza más conocida del recital planteado en el programa, un aria icónica que han cantado y hecho célebre compañeros como Jaroussky o más recientemente Franco Fagioli. En esta ocasión la hermosura del color de la voz de Valer no acabó de encontrar el punto interpretativo profundo y expresivo que esta aria llega a ofrecer. Ni un correcto Concerto Köln algo aséptico ni las prestaciones de Sabadus, quien cantó con delicadeza y búsqueda de un sonido puro, pero sin añadir el plus vocal de carisma y mordente que pueden hacer de esta pieza un momento sublime. Un “Alto giove” que pasó sin pena ni gloria y debería haber sido el hit del recital. Para acabar, el aria y recitativo escrito por Riccardo Broschi, hermano de Farinelli, para la emperatriz María Teresa (1753), donde destacó el trabajo de los chelos y de nuevo el canto pulido y homogéneo de Valer, que sin embargo no acabó de enamorar como se supone lo hacía Farinelli con piezas como la cantada, escrita expresamente para el lucimiento de su instrumento y seducir al oyente. Hay que mencionar la omnipresente partitura de la que Valer Sabadus hizo lectura en todo momento en el recital y que llamó la atención por ser este un recital hecho a medida y su presentación debut en España, característica que incidió en la sensación de academicismo general de un cantante del que se esperaba algo más. Aplausos finales y reconocimiento a un buen trabajo general de conjunto y a una voz atractiva pero a la que le falta algo más de personalidad y carisma.

Propina final a modo de regalo y anunciada en voz del propio contratenor, esta vez una aria escrita para uno de los rivales de Farinelli, el famoso Caffarelli, protagonista del Xerxes de Händel, del que cantó la fogosa aria di furore final: “Crude furie degli orridi abissi”. Aquí, como son las cosas, es donde Valer Sabadus demostró algo más que una bello instrumento y una buena técnica, esta vez sí, sin partitura delante, no en vano es un rol que ha interpretado en escena, cantó con espontaneidad, frescura e intenciones, con una coloratura incisiva y expresión. Lo mejor para el final, y, contrastes del barroco, con una pieza escrita para uno de los rivales de Farinelli… Con las notas de Händel, Caffarelli esta vez sí venció, en la voz de uno de los contratenores del siglo XXI.