Damrau Liceu 

La dama y el vagabundo

Barcelona. 03/06/2016. Gran Teatre del Liceu. Obras de G. Rossini, C. Gounod, J. Massenet, R. Wagner, G. Verdi, P. Mascagni, A. Ponchielli y V. Bellini. Nicholas Testé, bajo-barítono. Diana Damrau, soprano. Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC). Dir. Mus.: F. I. Ciampa. 

En la pléyade de las divas actuales, la soprano alemana Diana Damrau (Günzburg, 1971), se ha ganado un puesto eminente gracias a cualidades notorias como un instrumento brillante de gran facilidad en el registro superior, capacidad y extroversión interpretativa, además de una técnica pulida muy cuidada que le ha permitido construir una carrera inteligente y equilibrada. Llegaba de triunfar como Miss Lucia Ashton, en la polémica nueva producción de Lucia di Lammermoor vista en la ROH de Londres, y con nuevos e importantes retos en la próxima temporada 2016/17, debuts rol como Juliette (Met.), Condesa de Almaviva de Mozart (Teatro alla Scala), o su también primera interpretación de los Vier Leztze Lieder de R. Strauss en un tour europeo, nada más y nada menos que con el deseado Kirill Petrenko a la batuta de la Bayerische Staatsorchester. Por lo tanto, una cantante consagrada y con una carrera en plena madurez, que desde su debut en el Liceu como recordada Konstanze de El rapto en el serrallo de Mozart, en abril del 2010, no como erróneamente dice en el programa de mano (Linda de Chamounix, ópera que cantó en diciembre del 2011), se ha ganado el respeto y el cariño del público liceista que llenaba la sala. Programa íntegro de ópera con acompañamiento orquestal de la OBC, y un semidesconocido y debutante en el teatro de la Ramblas, Francesco Ivan Ciampa, que asumió el podio con suficiencia, algunos detalles interesantes (ballet del Faust de Gounod), pero en general evidenciando un correcto trabajo de bolo, con evidente falta de ensayos, donde su principal virtud fue no tapar a los cantantes y acompañar bien sus intervenciones con cuidado y dejando respirar a los intépretes. 

Damrau comenzó con un clásico de sus roles, la Rosina rossiniana, con Una voce poco fa, donde ya evidencia el cambio que está asumiendo su voz de soprano lírico-ligera, ha perdido frescura en los agudos y la coloratura, la voz se muestra más rica en el registro central, donde ha ganado en cuerpo y densidad, pero sigue conservando la picardía escénica que le hacen conectar con el público desde el minuto uno. Se presentó el bajo-barítono francés Nicolas Testé, esposo de Damrau, y de una presencia escénica atractiva pero que no supo aprovechar los recursos sorpresivos y teatrales del aria de La calunnia de Rossini, con una voz oscura, de proyección correcta, pecó sobretodo de timidez expresiva, característica que lo acompañó toda la noche y que al lado del torrente de simpatía y extroversión de Damrau, quedó totalmente eclipsado por el carisma de su partenaire. Con la sección dedicada a Gounod, Damrau ofreció sus mil recursos vocales, buena linea de canto, articulación trabajada, dicción, control del fiato, lastima que el agudo final del vals de Roméo et Juliette, quedara mate y afeado por un vibrato que se insinuó en más de un momento en el registro superior agudo. Testé cantó Le veau d’or, de nuevo con un instrumento atractivo por color en la que seguramente fue su mejor aria de la noche, por estilo, fraseo y ese carácter algo esquivo de su interpretación que aquí le fue como un guante al demonio de Faust. Pero lo mejor de la primera parte fue sin duda la Gavotte de la Manon massenetiana, rol que Damrau clava y que define con tiralíneas por su fraseo trabajado, inflexiones vocales, colores y expresividad, bordando un aria que brilló mostrando a la mejor Damrau. 

La segunda parte comenzó con la ambiciosa aria de Daland del Holandés errante de Wagner, que Nicolas Testé abordó partitura en mano, evidenciando más si cabe el poco trabajo de ensayos con la OBC. De nuevo se tuvo la misma sensación de buenas intenciones pero resultado gris, pues no se logró mostrar esa jocosidad entre interesada y paternal que Wagner supo tan bien dibujar en Mögst du, mein Kind. Damrau cantó una interesante versión del difícil y siempre comprometido bolero de I vespri siciliani, de Verdi, con un inteligente uso de los reguladores y un agudo final cortado con efectividad. El bajo barítono francés continuó con Di due figli padre beato, de Il trovatore verdiano, con un timbre algo leñoso y de agudos apretados, para ofrecer lo mejor de si mismo en el duo posterior de I Masnadieri, con una gran compenetración don su esposa, en el hermoso Mio Carlo, ei Sogna, donde ambos consiguieron transmitir la belleza de la partitura verdinas y esa especial relación paternofilial de emotividad única. Con el aria de Amelia Venerabile…Lo sguardo del I Masnadieri, Diana sacó provecho de un fraseo mórbido con detalles de gran clase en su versión interioridad y técnicamente impecable. Testé cantó la extraña intervención de Alvise en La Gioconda de Ponchielli, Sì, morir ella dè, dejando claro que su repertorio basado en personajes turbios y atormentados parecen ser su mejor arma por ese aire algo outsider y taciturno de su interpretación. Con el ambiente idóneo y después de más de hora y media de recital, Damrau coronó su éxito en el Liceu con un Ah, non cerdea mirarti…ah non giunge de La sonnabula belliniana, llena de matices, expresividad, legato y finura estilística que la hicieron triunfar de nuevo ante un público rendido. El sold out de la sala se justificó con una velada entregada a la diva alemana, quien junto a su marido regalaron tres bises más, el aria de Colline de La bohème, Vecchia zimarra, un indispensable, O mío babbino caro,  y finalmente un duo más original y perfecto para esta época preveranianega: Bess you is my woman now del Porgy and Bess de Gershwin.