Alba Rodriguez BalGay 2021

Alba Rodríguez, directora del Festival Bal y Gay: "La accesibilidad de la música clásica es nuestra gran obsesión, es una necesidad social"

 Alba Rodríguez es la directora del Festival Bal y Gay, una propuesta singular que ha logrado hacerse un hueco en la intensa programación musical de cada verano en España. Por vez primera, en 2021, el festival desdobla su propuesta entre mayo y agosto, incluyendo una atractiva schubertíada al hilo del Año Jacobeo. Conversamos con Alba Rodríguez acerca de los orígenes de este festival y su arraigo en A Mariña, una de sus principales señas de identidad. 

Me gustaría comenzar repasando su trayectoria profesional, antes de encontrarse al frente del Festival Bal y Gay. ¿Cuál fue su formación y cuáles sus primeros contactos con el sector de la gestión en música clásica?

De formación soy músico, estudié en el Superior de Música de Madrid y luego en el Katarina Gurska. Fui clarinetista profesional durante varios años, colaborando de hecho con la Orquesta del Teatro Real, con la Orquesta de RTVE, etc.. Pero soy una persona muy inquieta y todo lo que sucedía detrás de los conciertos llamaba cada vez más mi curiosidad. Así que hice el máster en gestión cultural del ICCMU y con el inicio del Festival Bal y Gay terminé cambiando el rumbo de mi trayectoria profesional. Tuve también la fortuna de trabajar en instituciones como Ibermúsica y Agencia Camera, en esta última estuve durante tres años, lo que me permitió conocer muy de cerca la realidad de la gestión musical en nuestro país y a nivel internacional.

¿Cuándo surge el Festival Bal y Gay y con qué afán? ¿Qué es lo que marca y determina su personalidad?

Esta es la octava edición del Festival. Pero lo cierto es que las tres primeras tuvieron un formato mucho más pequeño. La propuesta surge en una aldea de menos de 500 habitantes. Mi intención era traer la música clásica a sitios donde la accesibilidad a este tipo de eventos era muy limitada. Todo empecé con unas masterclass de clarinete y poco a poco fuimos ampliando la propuesta de estas clases magistrales, con más instrumentos, etc. La excelencia ha sido siempre una prioridad para nosotros. El salto hacia la programación musical propiamente dicha vino determinado por el interés de la población local en lo que estábamos haciendo, en los conciertos que hacíamos entre alumnos, que despertaban mucha curiosidad. Vimos que había una necesidad social e intentamos darle respuesta. Y así nos aventuramos a hacer un primer ciclo de conciertos y todos se llenaron. A partir de ahí, el Festival Bal y Gay ha ido creciendo poco a poco hasta ser hoy una referencia en el panorama de la música clásica en Galicia. 

El Festival tiene una personalidad muy singular, ¿qué ofrece que lo diferencia de otras propuestas? Su entorno es determinante.

Sí, más allá de la excelencia que marca la programación siempre hemos querido completar la propuesta con un componente eductivo y didáctico. Los grandes reparos que existen todavía hoy hacia la música clásica parten de esa barrera, que a veces viene dada ya desde la escuela y los institutos, donde la música apenas tiene presencia. La accesibilidad de la música clásica es nuestra gran obsesión, es una necesidad social a la que buscamos dar respuesta. En este sentido, sabemos que el mundo esta cambiando, todo es más accesible y cercano, y la música clásica debe seguir ese camino, por supuesto sin desvirtuar la excelencia y calidad de las propuestas. Nosotros no cambiamos el formato de concierto, el cual ya tiene su magia propia, pero si lo fusionamos con el contexto, convirtiéndolo en algo especial y más auténtico

Por vez primera, este año, el Festival Bal y Gay desdobla su programación, con un primer festival en mayo, en torno al Año Jacobeo, y después la habitual propuesta estival en el mes de agosto.

Siempre hemos querido introducir la música clásica en la sociedad, como una manera más de democratizar la cultura. El festival de verano es nuestro plato fuerte, pero es importante tener más actividades que le den continuidad y afiancen la propuesta entre la población local. En ese sentido se enmarca el festival de mayo, pero también numerosas actividades de índole social que venimos impulsando desde la Fundación Bal y Gay, con un afán integrador. Es muy importante que la población local sienta este proyecto como algo propio. Empezamos en una pequeña aldea, nos extendimos por toda la Mariña y ahora llegamos a diez ayuntamientos de la comarca.

El festival de mayo es una suerte de schubertíada, si no me equivoco.

Así es, la propuesta sale adelante gracias al Año Jacobeo pero es también el inicio de una colaboración con la Schubertíada de Vilabetrán. Se trata de un ciclo de tres conciertos en torno a un mismo hilo conductor, en este caso la obra de Schubert y su idea del Wanderer, tan próxima al espíritu del Camino de Santiago.

En el caso del festival de verano, hay una ambicioso salto de calidad, con artistas ciertamente renombrados en cartel, como Javier Perianes o el Cuarteto Casals, alternándose con jóvenes talentos.

Sí, siempre hemos querido alternar estos dos perfiles en la programación. Contaremos con la excelencia de artistas como Javier Perianes, Pablo Sáinz-Villegas o el Cuarteto Casals, como mencionaba. Y también tendremos a la Orquesta Sinfónica de Galicia, con su titular Dima Slobodeniouk. Querría destacar también a nuestro propio ensemble, del Festival Bal y Gay, al que tenemos mucho cariño ya que nos viene acompañando desde las primeras ediciones. En esta ocasión estará dirigido por Jaume Santonja y tocarán El amor brujo de Falla.

¿Cuál es el modelo de financiación del festival?

Se divide, más o menos, al 50% entre aportaciones públicas y patrocinios y aportaciones privadas. No recibimos todavía ninguna ayuda del INAEM. Y esta es nuestra principal reclamación, puesto que toda la financiación con la que contamos procede de Galicia. Entendemos que el Festival Bal y Gay tiene ya la suficiente trayectoria como para poder recibir una ayuda desde el Ministerio. Confíamos en que acabe llegando. En este sentido, estamos muy agradecidos a nuestro principal patrocinador, la Fundación Banco Sabadell. 

Foto: © Alberte Peiteavel