• © Ana Lourdes Herrera
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María Katzarava, soprano: "Canto con el corazón caliente y con la cabeza fría"

México es tierra fecunda para la lírica. Uno de sus últimos frutos es esta joven soprano nacida en 1984 y que con apenas treinta años de edad se ha paseado ya por la Scala de Milán, el Covent Garden o la Arena de Verona, amén de muchos otros teatros de Italia, los coliseos mexicanos y las grandes salas de Beijing o Tokyo. Maria Katzarava, que reside en Barcelona, acomete ahora su debut en España con la Amelia de Il Duca d´Alba de Donizetti que este mes de diciembre se escenifica en la Ópera de Oviedo. Platea Magazine conversa con ella en esta entrevista para conocer mejor sus orígenes, su voz y su talento.

Para comenzar me gustaría hacer un repaso por sus orígenes, en los que hay una mezcla de raíces mexicanas y georgianas, si no me equivoco.

Sí, yo me inicié en la música con tres años, con el violín y el piano. Mis padres son violinistas. Mi padre es georgiano y mi madre mexicana. Durante quince años estudié la carrera de violín, hasta los dieciocho; y a los quince años ya empecé con las clases de canto. Estudié en México y me preparé así hasta llegar a Operalia a los 24 años.

¿Qué cambio importante supuso participar y resultar ganadora en Operalia en 2008? Imagino que tanto por el hecho de conocer y tratar a Plácido Domingo como por el escaparate que supone el certamen sería una inflexión importante en los inicios de su carrera.

Sí, Operalia fue un episodio fundamental para mi carrera, porque me dio a conocer ante un público internacional. A partir de Operalia se me abrieron las puertas de muchos teatros y el propio Plácido Domingo me invitó más tarde a cantar con él en varios conciertos. El debut con Romeo y Julieta, que fue mi caballo de batalla durante muchos años, fue consecuencia directa de mi paso por Operalia. Sin el concurso no habría llegado tan rápido al Covent Garden o la Scala de Milán. El concurso fue sin duda un antes y un después para mí.

Con Plácido Domingo, como decía, ha mantenido una relación artística más o menos estable que se ha concretado recientemente en un importante concierto en México.

Sí, el 10 de noviembre celebramos los 55 años del debut del maestro Plácido en México. Y ahora vamos a hacer también un concierto enorme en la Arena de Miami, el 28 de enero. Es lindo trabajar con el maestro Plácido Domingo.

¿Qué hay en México para que sea una tierra tan fecunda para la lírica? Pienso en Ramón Vargas, en Francisco Araiza, en Javier Camarena, en Rolando Villazón, en Arturo Chacón-Cruz… y tantos otros solistas con ese origen común.

Creo que las voces latinas en general tienden a tener un timbre muy lindo. Siempre he tenido también la sensación de que se nos da algo más fácil el canto por nuestras raíces folclóricas, como el mariachi, que se canta con voz natural; y justamente el falsete que se emplea en ópera es el que también usan quienes cantan música folclórica mexicana. Y también influyen por supuesto la pasión y la sangre caliente que tenemos los latinos en general.

Hace unos días el propio Ramón Vargas, en otra entrevista, decía que la voz está perdiendo relevancia frente a la imagen en el mundo de la ópera. ¿Hasta qué punto comparte esta impresión?

Sin duda hoy en día es muy importante el look para los cantantes. Pero al final de todo lo que más se queda es el arte, tu canto. Evidentemente no estamos en los tiempos en los que importaban menos la actuación y el físico, que hoy se valoran tanto. Pero la voz siempre es y debería ser lo primero. Las retransmisiones en cines, las redes sociales, Youtube… todo eso ha influido en la consideración que se tiene de la imagen de los artistas. Se busca a menudo una gran verosimilitud física entre el cantante y el papel que interpreta. Y es evidente que tenemos que cuidarnos pero lo que al final se impone es la calidad de tu arte y la emoción de tu canto.

¿Como definiría su voz actualmente? Creo que ha ido evolucionando desde un instrumento más ligero a uno ya más lírico.

Durante varios años, como seis o siete, estuve cantando un repertorio más ligero como Gilda, Lucia e incluso la Juliette, que ya no es tan ligera en realidad. Ahora la voz ha crecido mucho más, me siento en un momento más maduro de mi instrumento y en condiciones de abordar el repertorio lírico que desde que comencé yo sabía que iba a llegar, pero tuve que pasar un largo tiempo esperando, aguardando y resistiendo la tentación de cantar lo que hoy ya es realmente para mi voz. Bohème, Micaela en Carmen o Liu en Turandot, incluso el Fidelio de Beethoven. Partes mucho más líricas y centrales, que es donde siempre me sentí mejor.

Imagino que hará falta mucha sangre fría para planificar la carrera in crescendo, sin dar pasos en falso cediendo a la tentación de cantar partes que puedan ir dañando el instrumento.

Sí, es difícil, sobre todo porque aparecen circunstancias en las que te ofrecen cantar esos papeles. Por ejemplo con Madama Butterfly me sucedió que lo tuve que esperar por once años, por mucho que soñé desde siempre con cantarlo. Pero precisamente por salud vocal no podía ceder a la tentación demasiado pronto. En un joven cantante, si te desbordas cantando con toda la pasión al final se lo cobra la técnica porque no piensas en ella todo lo que debieras. Hay que buscar un equilibrio entre el corazón caliente y la cabeza fría para que todo vaya por su cauce. La madurez vocal es algo que requiere tiempo. De hecho, durante esos primeros años, yo cantaba las arias principales de La Wally o Madama Butterfly en concierto y las sentía muy cómodas. Pero fue justamente Ramón Vargas el que me dijo un día que tuviera cuidado y no abordarse ese tipo de repertorio todavía, por el bien de mi voz.

Creo que una de sus referencias, y con quien de hecho estudió durante un tiempo, es mi adorada Mirella Freni. ¿Qué supuso para usted el encuentro con ella?

Fue muy enriquecedor estudiar un tiempo con ella. Es alguien a quien admiro infinitamente. Ella ha sido siempre mi ejemplo de soprano. Cada vez que tenía que abordar un rol nuevo, en cualquier repertorio, a la primera que escuchaba y sigo escuchando es a Mirella. Y haberla conocido y estudiado con ella fue muy gratificante. Sobre todo a la hora de entender lo que significa la palabra, cantar siempre diciendo, así como cantan en general los italianos, siempre al frente, con la pasión y con el corazón en la mano.

¿Hasta qué punto su formación como músico con el violín ha influido en su mentalidad como cantante? Tengo la impresión de que hay una notable diferencia entre aquellos solistas que han crecido como músicos con otro instrumento antes que su voz y quienes no han tenido ese recorrido.

Para mí es básico, muy importante, distinguir entre lo que significa ser músico y lo que significa ser cantante. Me refiero al hecho en que ser músico te completa como cantante de una manera impresionante: te permite aprender las obras más rápido, puedes profundizar mucho más sobre la armonía, las demás voces, etc. Como músico comprendes la partitura completa como un mapa y no sólo desde tu condición de cantante, que representa sólo un punto dentro de ese mapa.

Creo que Il Duca D´Alba que interpreta ahora en Oviedo es su primera actuación en España, donde de hecho reside.

Sí, es mi debut en España. Y estoy muy contenta además de que sea en Oviedo, donde he comprobado que se trabaja de maravilla y donde yo misma he podido ver como espectadora estupendas producciones. También es mi debut con esta partitura, con Il duca d´Alba, que es una pieza muy poco frecuente.

Es casi una rareza en los teatros hoy en día. Y tengo la sensación además de que no es nada fácil de estudiar e interpretar. ¿Me equivoco?

Es muy difícil (risas). Para mí, personalmente, diría que casi es la primera obra que me pone verdaderamente en dificultades a la hora de estudiarla. Es realmente larga y hay mucho que estudiar. El libreto original era en francés, ahora se interpreta en italiano y eso se nota en la música, que está concebida más para la sonoridad francesa en realidad.

¿Llega tarde su debut en España? ¿Lo esperaba antes?

Bueno, me sorprende un poco que llegue ahora la verdad (risas). Después de tantos años aquí, residiendo en Barcelona… Pero bueno, todo llega cuando llega. Sí es cierto que yo enfoqué los inicios de mi carrera en Italia, que fue un poco mi trampolín de partida.

¿Y hay más proyectos a la vista en España?

Todavía no, pero ya vendrán. Estoy segura; estas funciones en Oviedo van a ayudar a ello, espero.

¿Cuáles son las próximas citas en su agenda?

Tengo el concierto con Plácido en Miami que antes le decía, en enero. Luego hacemos Carmen en Bologna. También tengo mi debut en Lausanne como Marguerite de Faust. Cantaré en Moscú al lado de Zubin Mehta en el Tchaikovsky Hall. Y haré mi debut en París, en el Festival de St. Denis con Michele Mariotti, en un concierto con la Novena sinfonía de Beethoven. Y también tengo mi debut en Palermo con Madama Butterfly.

Creo que también tiene planeado grabar un primer disco.

Sí, sería en Moscú con el director Konstantin Orbelian, pero todavía no tenemos fechas exactas.. Será un disco de arias de ópera, un repaso por mi repertorio.

¿Se van cumpliendo sus sueños o todavía queda algún rol que aspire cantar más pronto que tarde?

Se van cumpliendo poco a poco, como con Butterfly, pero me encantaría hacer Norma y también La Wally, que se programa tan poco.

Es curioso que en su repertorio esté la Leonore de Fidelio, que se aleja a menudo de la agenda de las sopranos orientadas más al repertorio francés e italiano.

Sí, pero fue una grata sorpresa para mi, porque si cantas este repertorio con un enfoque belcantista, lo cierto es que suena fácil y mucho más hermoso. En general Fidelio es una música escrita de una forma maravillosa y resulta muy agradable para la garganta.