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Daniel Bianco: "La zarzuela necesita una revolución en lo estético"

Si mis cálculos no fallan, el Teatro de la Zarzuela ha sido el único teatro lírico del mundo, que se dice pronto, que ha mantenido su temporada principal 2020-2021 sin cancelar ni aplazar una sola de las funciones. Todo un hito en estos tiempos de pandemia. De ello, así como de la esperanzadora y atípica próxima temporada, hablamos con el director artístico del coliseo, Daniel Bianco, quien lucha a brazo partido por declarar la zarzuela, así como al Teatro de la Zarzuela, patrimonio cultural.

Creo que el Teatro de la Zarzuela es el único teatro lírico del mundo que ha mantenido toda su temporada sin cancelar o aplazar funciones.

No sé si hemos sido el único del mundo, pero de las unidades de producción del INAEM, sí. Desde luego, todos los que formamos este teatro hemos hecho un esfuerzo muy grande. Es evidente que el haber sorteado el covid, aunque hay un factor suerte en todo esto también, no es del todo producto del azar. El protocolo del INAEM frente al virus era y es muy bueno. El Teatro de la Zarzuela lo ha cumplido a rajatabla y yo mismo lo he tomado como algo personal. Lo he hecho porque tengo un gran compromiso con el servicio público. Sé que este es un teatro público y que, aunque para algunos, no es más que un grano de arena, algo insignificante, como sociedad, ver que el telón se levanta es un acto de optimismo.

Han tenido que ser tiempos complicados...

Este teatro es muy pequeño, con unos camerinos prácticamente imposibles... y sin embargo, todo el mundo ha cumplido con el protocolo. Me siento muy orgulloso de que el teatro haya podido levantar el telón cada día. Esta profesión, la de todos los que nos dedicamos de una manera u otra al teatro, es mucho más difícil de lo que la gente piensa. Los artistas: músicos, actores, bailarines, figurinistas... todos tienen un trabajo itinerante. Es bastante habitual que una persona, de pronto, tenga tres propuestas para las mismas fechas y sólo pueda elegir una, por ejemplo. El covid ha arrasado el mundo del espectáculo. No ya en lo referente a artistas, sino a personal técnico y de todas las empresas que se dedican a la parte más técnica del teatro: construcción de decorado, vestuario, iluminación, peluquería... todo ese entramado que forma el teatro se ha visto totalmente mutilado. Evidentemente, un artista top habrá tenido tiempo de tener un colchón de ahorros... seguramente... eso ya forma parte de la gestión de cada uno, pero le estoy hablando de trabajadores a los que nadie contempla. Que todo el mundo haya hecho un esfuerzo por levantar el telón (emocionado)... me llena de orgullo, de verdad.

Imagino que todo esto también les ha proporcionado una perspectiva diferente para la próxima temporada y el futuro.

Son cosas que unen mucho en un teatro. Más siendo un trabajo tan colectivo, donde sin los demás, tu trabajo no sirve de nada. Es una teoría que todos sabemos, lo pone en todos los libros, pero cuando lo pones en práctica, cuando tienes la conciencia de que si me cuido yo, estoy cuidando al otro... es emocionante. Que hayamos hecho de la mascarilla nuestra herramienta de trabajo y hayamos superado toda una temporada... es maravilloso. España, además y por lo general, ha sido un faro en el mundo. Cuando teatros que todos idealizamos tanto, que suponen ir a una especia de Meca, como La Scala, el Met de Nueva York, el Covent Garden, Viena... cuando todos han estado cerrados y nosotros estamos abiertos, te hace tener más responsabilidad y mayor ilusión.

Con todo, ustedes no pararon ni en el confinamiento.

Cuando nos encerramos, nosotros no perdimos conexión con el público. Yo mismo y todo el equipo del teatro tenemos muy claro que vivimos de él. Yo, Daniel Bianco, no creo en el teatro online, creo que el teatro es un hecho que se da en un momento concreto, entre el artista y el espectador, respirando juntos. Esa respiración genera la conexión y, en esa conexión, existe el teatro. Puede ser que el día de mañana la cosa cambie, porque las conexiones cambien... pero entonces ya será otra cosa. Lo que pasa es que el streaming y las redes sociales, en este momento, han sido una cosa muy positiva. Es increíble que los seres humanos hayamos sido lo suficientemente inteligentes como para haber sabido utilizar estas herramientas para seguir comunicándonos. En el caso del Teatro de la Zarzuela hemos hecho una web serie, hemos celebrado el Día de la Música europea, el ciclo Entre bambalinas... unido a los Viajes por la Zarzuela y los títulos que tenemos en YouTube, hemos conseguido llegar a más de un millón de personas. Me parece maravilloso.

¡Y significativo!

¡Muy significativo! Primero, porque te da mucho aliento para seguir adelante. Reafirmarnos en que, esto de la zarzuela, que algunos creen que es algo utópico, sí es posible. Una música que nos pertenece y sobre la que tenemos un gran prejuicio, pero que no es siquiera pretenciosa. Muchas páginas del teatro musical español son más ricas e importantes que muchas óperas. Hemos seguido demostrando que este es el escenario privilegiado del teatro musical español, ¡qué para eso nació! ¡Qué esta es ya la temporada número 162!

Es algo que usted recalcó mucho en la rueda de prensa, cuando presentó la temporada.

¡Es que la memoria histórica, a veces, falla! (Risas). ¡Hay que recordarlo! Este teatro lleva 162 temporadas, de verdad, haciendo música. Por aquí ha pasado todo el mundo: las mejores compañías de danza, los mejores cantantes, los mejores directores... ¡Todo el mundo! ¡Señores, estemos orgullosos de lo que tenemos!

No parece que todo el mundo opine así, por desgracia.

¡Al menos vamos a respetarlo! ¡Vamos a descubrirlo! Y si no te gusta, porque prefieres escuchar Wagner... ¡Escucha Wagner! ¡También conozco gente que prefiere no escuchar Wagner! ¡Y no pasa nada! Por algo estamos viviendo en una sociedad plural. Antes, en otras épocas de la historia, la pluralidad no existía y teníamos que seguir todos la corriente que nos imponían. Ahora tenemos la suerte, en muchos casos, de poder salirnos de la corriente. Es el orgullo de trabajar en un teatro como este y en un género como este, que en realidad es mucho más amplio que la zarzuela en sí.

¿A qué se refiere exactamente?

Por ejemplo, abrimos la temporada con una ópera de Chapí: Circe. Aparte de tener un reparto maravilloso, con Guillermo García Calvo y Saioa Hernández, es una obra que viene a significar todo el trabajo de recuperación que lleva a cabo la Zarzuela. Una de las tres patas imprescindibles de este teatro. ¡Son tantas las páginas de la historia que no conocemos! ¡De la música! O que están archivadas, perdidas, mal guardadas... me parece necesario sacarlas a la luz. Entre otras cosas, porque es un proceso muy excintante. Esta Circe, por ejemplo, es de 1902, ¡es tan emocionante pensar que desde entonces nadie más la ha escuchado hasta ahora! Cada vez que esto ocurre, el primer día de conjunto en los ensayos... lloro.

 

"Como sociedad, ver que el telón se levanta es un acto de optimismo"

 

Es algo que, en realidad, debería ser obligatorio en cualquier teatro público, ¿no?

Exactamente. Es nuestra obligación. No sólo subirla al escenario, sino trabajar, procesar la partitura que lleva guardada y llena de polvo desde hace mucho tiempo. No digo ya realizando una edición crítica sobre ella, sino transcribiéndola a una lectura legible y correcta para cualquier músico. Para que, después de que nosotros la estrenemos, ese material esté disponible para quien quiera en el futuro. ¡Eso me parece maravilloso! ¡Es como restaurar una pintura en un museo!

La próxima temporada en sí me parece un tanto atípica, porque tiende a fuera de lo típico, afortunadamente. Tienen otras recuperaciones programadas, por ejemplo Tabaré. ¿Por qué esta obra?

Tabaré llegó a mí cuando, estando en México, conocí al director del Teatro Solís de Montevideo y al segundo director del Teatro Colón de Buenos Aires. Los dos son uruguayos y, conversando, me hablaron de Tabaré. Yo no conocí personalmente a Bretón porque soy mayor, pero no tanto (risas), pero estoy seguro de que estaba atacado de los nervios con el hecho de que se le reconociera principalmente por La verbena de La Paloma y quería escribir una ópera con la que quitarse esa "espinita". Esa era Tabaré. Un día llegué a mi despacho y sobre la mesa tenía un paquete con las partituras. La trama trata sobre los indios charrúas de Uruguay en el siglo XVI. La relación de uno de ellos con una española. Se estrenó en el Teatro Real en 1913 y, desde entonces, nadie más la ha vuelto a escuchar... ¡La obra que él consideraba más importante que había escrito!

No queda ahí la cosa, también recuperan The Magic Opal, de Albéniz.

Sí, pero en este caso es una recuparación escénica, porque ya se hizo en versión concierto, hace unos años, en el Auditorio Nacional. Es una obra de Albéniz... ¡Todos conocemos a Albéniz! ¡Pero este Albéniz es totalmente distinto a lo acostumbrado! Le encargan esta obra y la estrena en Londres y tiene un corte de comedia musical inglesa. Casualmente, un año después, en 1894, se hace en el Teatro de la Zarzuela... ¡y nunca más se vuelve a representar! Se hizo en castellano y no quedó rastro alguno de esa traducción, así que la hemos vuelto a traducir. Sí quise mantener el título original. Paco Azorín ha planteado un proyecto que, en realidad, es un juego de ordenador: ¡la búsqueda de la sortija! Y tiene un reparto maravilloso; ya sólo con Ruth Iniesta merece mucho la pena acercarse al teatro.

Combina las recuperaciones con algunos títulos más conocidos como La tabernera del puerto, o El barberillo de Lavapiés.

En el amplio abanico de la zarzuela hay unos grandes títulos que siempre hay que tener. Primero, porque son representativos de nuestro género y, segundo, porque mucha gente del público los espera. Que los espere, no obstante, no quiere decir que haya que hacerlos mal, todo lo contrario, pero sí, quizá, haya que darles la vuelta en la ética y la estética.

¡Desarrolle!

Mire, yo no soy una persona provocativa. Provocar, en el teatro, es algo muy fácil. En cuanto pones a alguien vomitando, una felación, matas un animal en escena... seguramente a alguien provocarás. Yo, esa provocación nunca la he buscado, ni siquiera en mi adolescencia. Creo que la zarzuela, lo que necesita, es una revolución en lo estético. Esto es la música que se ve, es la diferencia con un concierto; ahí puedes cerrar los ojos e impregnarte igualmente de música. El teatro lírico es la música que se ve y la zarzuela es mucho más que eso porque, además, se habla. Es una obra de teatro acompañada con música. En algunos casos, la estructura dramática es perfecta, desde hace décadas, siglos. Es el drama quien te lleva por la función y la música te acompaña en ese viaje. Lo que sí es importante es cambiar dos puntos fundamentales: primero, la estética. Cuando ves que puedes ayudar con lo visual a crear otro mundo, envolver a la música y a los artistas. ¡Eso es lo contemporáneo en la zarzuela!

¿Potenciar la palabra desde la escena?

¡Exactamente! Potenciar la palabra, la imagen, la escena... porque la zarzuela es un sentimiento. Es algo popular y por eso engancha todavía. En lo musical, va directa al corazón. Tiene eso que no tiene la ópera, a excepción de Verdi, tal vez. La zarzuela era, además, algo que se vivía al momento. En el estreno de Doña Francisquita se perdió la música del tercer acto y a Vives no le importó; volvió a escribir una música y la repartió en el teatro. Luego aparecieron las partituras originales, pero hoy en día nos moriríamos si nos pasara eso. ¡El maestro Guerrero! Vamos a hacer El sobre verde... y no hay una versión fidedigna de cómo era el original porque todos los días le cambiaban algo. Esa espontaneidad no era por superficialidad, sino porque como objetivo tenían lo popular, la conexión con la gente.

Los cambios que hoy en día podamos realizar a una zazuela, ¿se incardinan dentro de la ética que comentaba?

Sí, porque hay obras, particularmente en el género chico, donde, por ejemplo, el trato que recibe la mujer, a mí particularmente no me interesa. Ni como teatro público ni como persona que se dedica a la cultura. No quiero fomentar eso. La Revoltosa, por ejemplo, sería un caso evidente. Nosotros le dimos la vuelta a través del Proyecto Zarza. Son vueltas de tuerca que propongo desde la dirección del teatro. No tenemos que tener miedo a cambiar las cosas en la zarzuela. Cuando algo se convierte en clásico, podemos tocarlo. No pasa nada, siempre que sea desde el respeto y con un motivo. 

 

"No tenemos que tener miedo a cambiar las cosas en la zarzuela"

 

Hablaba antes de Doña Francisquita. Usted mencionó, en la rueda de prensa de temporada, que la versión de Lluís Pasqual que ofrecieron en el teatro recientemente...

¡Sí! Es que ha ganado un Premio Max y ha tenido éxito allí donde ha ido el montaje... ¡menos aquí!

Aquí, ¿por el público? ¿Por la crítica?

No, por la crítica no. La crítica en este teatro, incluso cuando habla mal, es muy buena. No hay crítica, por lo general, destructiva. Me refiero al público. Tuvimos que parar una función 20 segundos, que eso en teatro es una eternidad. Esta Doña Francisquita estaba hecha desde el respeto y ofrecía una forma diferente de contarla. Lo mejor de todo es que el propio Fernandez Shaw, libretista de la obra, permitó a los alemanes hacer una película expresionista con ella... entonces te preguntas: ¿Por qué no podemos nosotros, ahora, realizar ciertos cambios? Todo el mundo va al Museo Picasso de Barcelona y queda maravillado con Las meninas que él versionó. ¿Es una falta de respeto? ¡No! ¡Es una visión que él tuvo! ¡Las meninas de Velázquez siguen colgadas en El Prado! ¡Escoja usted! ¡Yo escojo las dos! Los textos de las zarzuelas han de "peinarse". En El rey que rabió que acabamos de hacer, por ejemplo, no recuerdo la palabra exacta, pero la directora de escena, Bárbara Lluch, me dijo que no podíamos incluír una expresión que hoy en día carece de sentido porque es una falta de respeto. Y estuve de acuerdo. ¡Tenemos que cambiar ciertas palabras! ¡No nos las podemos permitir! Yo no lo voy a permitir mientras esté al frente de este teatro... y si alguna cosa se me cuela, me fustigaré, créame.

Hablando de producciones recientes, ¿Por qué recuperar tan pronto El barberillo de Lavapiés en la misma producción?

¡No es tan pronto! Es una producción que ha tenido un éxito impresionante... ¡de una obra redonda de nuestro patrimonio! Ha estado en Valencia, Sevilla y Oviedo con gran éxito. Cuando la hicimos aquí, podría haber programado 30 funciones, cosa que se hacía en otra época... pero si hago eso, impido que la temporada sea más variada, algo que me interesa mucho. Así, hice 13 funciones y ahora otras tantas. El balance económico de esta casa da para, en una temporada, hacer dos reposiciones y dos o tres producciones nuevas... Tampoco es que existan tantas producciones anteriores interesantes propias. Está Manojo, que la hemos hecho ahora y quedan Los sobrinos del Capitán Grant, que la tengo pendiente para más adelante, al igual que Luisa Fernanda o La Generala, que también volverán.

Mencionaba anteriormente su nuevo Proyecto Zarza con El sobre verde, habiendo recibido hace poco el Premio Ópera XXI a Mejor Iniciativa de fomento de la lírica.

¡Estoy tan contento! ¡Nunca imaginé que nos lo fueran a dar! Este es un proyecto sumamente consolidado. De hecho, estamos ahora registrando la marca, porque me gustaría que, cuando yo salga de aquí, que no queda tanto, el proyecto continúe. Evidentemente, que le den las vueltas que sea, pero que siga. Me parece muy necesario. En esta edición se han presentado 807 personas, ¡una barbaridad! Es algo producto del éxito de las propuestas anteriores. Mire, siempre he tenido una gran admiración por Ruth Iniesta. Creo que tiene una luz distinta al resto. Supe desde el principio que ella vino del musical... y con los chavales del Zarza siempre la tengo en mente. El objetivo sería que ellos crezcan y acaben en escenarios líricos, como Iniesta. Cuando ves que más de 12 de ellos acaban consiguiéndolo, que se pueden incorporar a otras producciones del Teatro de la Zarzuela... tengo claro que este proyecto merece la pena.

¿Han mantenido el presupuesto para la próxima temporada?

Sí, nos han bajado el presupuesto debido al covid: 150.000€ menos, pero mire, en el momento que estamos viviendo, con tantas pérdidas de vidas y de trabajo... yo quiero ser solidario y, mientras no sea un agravio o una destrucción de cultura, yo me adapto a la reducción. Ahora tiene que haber muchos menos imprevistos... ¡y yo siempre he creído en los imprevistos! Es imposible que no sucedan en un teatro que está vivo. Si un director de escena me pide 20 sillas, yo, por educación, soy incapaza de decirle que no las tiene porque no las pidió hace 10 meses, tal y como puede exigirme la Administración. Soy el director del teatro, pero también soy, sobre todo, un hombre de escenario. Una vez que escojo a los artistas y estos me dicen que sí, mi función es cumplir sus deseos.

Lo hemos hablado otras veces: la Administración, en ocasiones, no parece facilitar las cosas.

Mire, lo que está claro es que el INAEM debe renovarse. La Administración pública no está pensada para el día a día de un teatro. Para ella es lo mismo construir un decorado que una autopista. La ley es la misma... y se hace complicado. Usted tiene acceso a un catálogo de autopistas, pero lo que nosotros hacemos siempre es un prototipo. Uno no puede ir al Corte Inglés y pedir una de Tabernera y dos de Gavilanes (risas). ¡Siempre estamos inventando mundos! Ese mundo que construyen artesanos, es algo que choca frontalmente con la Administración, a quien lo único que le vale es lo más barato... ¡y lo barato sale caro!

La reforma que tiene que llevar a cabo el INAEM y eso ha de quedar muy claro, no puede ser en detrimento del personal. Ha de estructurar un convenio y unas cláusulas concretas y específicas para este oficio que hacemos. No puede ser que lo nuestro sea lo mismo que cuidar un cuadro en un museo. Nuestros trabajos tienen unas características muy concretas que necesitan ser cuidadas y respetadas. Yo llegué a este puesto... ¡y en el teatro no había ascensores! ¡El vestuario tenía que subirse tres pisos por la escalera! Del miso modo, este Teatro tiene que tener un departamento musical estable, un archivero estable... Da la sensación de que en la Administración no saben el trabajo que hay detrás de un escenario.

 

"Da la sensación de que en la Administración no saben el trabajo que hay detrás de un escenario"

 

Me pregunto si el INAEM, como está estructurado hoy día, tiene sentido..

Bueno, el INAEM ha nacido para ayudar administrativamente a las unidades de producción ¡y eso está bien! Pero no se ha hecho una gran reforma administrativa en este país... y es necesaria. Se ha reformado la policía, los militares... pero ¿y la cultura? Función pública debería crear los puestos necesarios para que un teatro funcione bien... es cosa de ellos, no depende siquiera del INAEM. Con todo, yo noto el apoyo del INAEM y de Amaya de Miguel en el día a día. 

¿Siente ese apoyo del INAEM en la intención de declarar patrimonio cultural a la zarzuela y a este teatro?

Mire, mi gran objetivo de aquí a que yo salga definitivamente por la puerte de este despacho, es que la zarzuela sea declarada patrimonio cultural. Es lo que más me inspira en este momento. Es justo y necesario que así sea. ¡Es que forma parte de nuestro ADN! Emocionalmente está dentro de nosotros y, por ese lado, no necesito ningún papel que me lo demuestre... pero sí como reconocimiento y, sobre todo, ¡cómo seguridad! Los avatares que da la vida no se los merece ni la zarzuela ni el Teatro de la zarzuela. Si fuesen declarados patrimonio, no los podría tocar nadie y eso implicaría que siempre hubiese un compriso político de que esto va a seguir viviendo. Este es mi deseo y es por lo que trabajo, cada día.

Pero es algo con lo que llevan ya años y está enquistado en los últimos tiempos. Me gustaría poder hacer esta pregunta directamente a Amaya de Miguel o al ministro de Cultura, pero ya que le tengo delante: Si usted llama ahora mismo al INAEM o al Ministerio y pregunta por ello, ¿qué es lo que le contestan?

Es algo que deben contestar ellos, es cierto, pero yo diría que ya no está en manos de Amaya de Miguel, sino en las del Ministerio.

Ya, pero estamos hablando del INAEM, el interlocutor directo... Alguna comunicación sobre ello tendrá con el Ministerio...

Eso ya no lo sé. Sé que, desde luego, es algo que todos queremos aquí abajo... es público y notorio que es una petición y un deseo unánime. Yo mismo le escribí una carta al ministro Rodríguez Uribes ante la falta de noticias. Por orden de Registro, anteriormente recibí una copia de la carta que le enviaron todos los catedráticos de musicología de este país y sé lo que decía ese texto. Como no recibían respuesta, me animé a escribirle yo personalmente, diciéndole que era algo importante... y no he recibido ninguna respuesta de su parte.

Parece mentira que un ministro de cultura desoiga una petición así...

Sólo tengo una teoría: la práctica. Señores, pónganse a trabajar en esta declaración, ¡qué es nuestra vida, nuestro pasado, nuestra música! Aquí hay sitio para todos. Y si no lo hay, tiene que haberlo. El ministro no ha querido darse cuenta... o al menos no ha tenido a nadie al lado que haya sabido explicárselo... Amaya de Miguel, me consta, está por la labor, quiere sacar esto adelante, viene al teatro, a los estrenos... ¡Rodríguez Uribes no ha venido un sólo día de esta temporada! De veras lo siento por él, porque podría haber disfrutado de todos los artistas y creadores españoles, así como del patrimonio que también le pertenece. De verdad, me da pena que no haya venido porque, con un trabajo como el suyo, con tanto desgaste y que tanto absorbe, en la Zarzuela se hubiese contagiado, cualquier noche, de alegría.

Quizá con Miquel Iceta como nuevo ministro de Cultura, la cosa cambie...

Desde luego, comienza ahora una nueva etapa para la cultura. Espero el futuro con ilusión. Por supuesto, ofezco mi apoyo y mis mejores deseos al Señor Iceta y espero que pueda materializar la petición de todas y todos, para que la zarzuela sea declarada patrimonio cultural.

 

Foto: Miguel Ángel Fernández.