carmen solis foto michal novak

Carmen Solís: "No podemos seguir confundiendo el teatro con la televisión"

La soprano extremeña Carmen Solís es una de las voces líricas más consolidadas de nuestro país. Garantía en personajes verdianos y puccinianos, repertorio donde ella se siente más cómoda, según sus propias palabras, estos días protagoniza óperas como Alzira y Madama Butterfly en ABAO. Con ella hablamos de la voz, del teatro, del oficio y de la música, protagonizando nuestra portada de mayo 2022.

Acaba de cantar el Requiem de Verdi con la Filarmónica de Málaga. ¿Hay músicas que, supongo cobran mayor dimensión al cantarlas en estos momentos?

Sí. Absolutamente. Este, además, es un Réquiem que se lleva aplazando desde 2020, hasta en dos ocasiones. Por fin podemos hacerlo y ahora, lamentablemente, a todo lo que simboliza frente a las pérdidas por el covid, se une la guerra en Ucrania. De por sí es una música de connotaciones emocionales muy grandes. Como obra, hay mucha gente que considera el Réquiem como su ópera mejor compuesta. De las que yo he interpretado, sin duda lo es.

¿Por Verdi siente usted y siente su voz, entiendo, una especial predilección?

Muchísimo. Piense que, además, la primera vez que yo canté una ópera, mi debut oficial, fue con una ópera de Verdi: Un ballo in maschera. Aquello me marcó y me dio la oportunidad de abrir ante mí todo el repertorio verdiano. Hasta entonces, yo poco había salido de Badajoz, mi tierra natal. Antes de mi debut, a raíz de ser finalista y del premio que obtuve en el concurso Operalia, pude conocer a gente, estudiosos de Verdi en Italia mientras iniciaba mi carrera. Todo aquello me unió desde el principio con su obra, al igual que con la de Puccini… y al cantarlo entonces sí, en Oviedo, con el Ballo, desde un primer momento supe que mi voz estaba destinada a Verdi y Puccini.

Recuerdo que Pavarotti decía algo así como “Yo amo a Puccini y mi voz ama a Donizetti”. ¿Anímicamente usted también se siente ligada a Verdi?

Uhm, muy interesante. Sí. A su música, desde luego, pero también a todo lo que hay detrás, a su psicología, a la de sus personajes… ahí es donde mi voz se encuentra más a gusto. En Puccini también. No he tenido la oportunidad de hacer mucho Donizetti, la verdad, así que no podría tampoco hacer una afirmación así sobre su repertorio, por ejemplo… Cosa que sí puedo hacer, con mucha seguridad, ya le digo, sobre Verdi y Puccini. Me siento tremendamente conectada a ellos. A nivel vocal y teatral.

¿Puccini es más teatro?

Sí, sobre todo por el legado que nos ha dejado en sus partituras, donde nos ha escrito todo. Cada paso, cada gesto, casi. No sucede lo miso en Verdi. No siempre, al menos. En cualquier caso, son dos hombres de teatro absoluto.

En un principio iba usted a cantar un papel comprimario en la Alzira que se representa ahora en ABAO, pero finalmente ha sustituido a su protagonista. ¿No hay papel pequeño?

¡No! Mire que nunca he tenido oportunidad de hacer comprimarios, esta era mi primera vez y estaba feliz. He hecho segundos repartos y demás, pero nunca comprimarios y siempre he admirado muchísimo, ¡pero muchísimo! la labor de los artistas que realizan estos personajes, con frases pequeñas, pero en tantas ocasiones determinantes. Me encanta esa red de cantantes españoles - ¡afortunadamente! - que tenemos aquí dándoles vida. Su oficio y su profesionalidad es impresionante. Tienen la capacidad de hacerte sentir a ti, como papel protagonista, súper bien. ¡Son una pasada!

Me comenta que, afortunadamente, los comprimarios suelen ser españoles en nuestro país. ¿Se confía todavía poco en los de aquí como voces protagonistas?

Es algo que, de verdad, sigo sin comprender. No llego a entenderlo. Sobre todo cuando tenemos una serie de generaciones muy buenas de cantantes solistas. Llamar a nombres extranjeros para los papeles principales, continuamente, es un absurdo. Quizá a los gestores les parezca que ganan en prestigio… no para el público, que yo creo es consciente de la valía de los cantantes de aquí. Ya no se venden más entradas por el hecho de traer nombres de fuera, las cosas como son. A nivel artístico no hay apenas diferencias.

En cualquier caso, ¿Cómo es Alzira? ¿Qué recursos y exigencias vocales requiere y presenta?

Alzira tiene unas exigencias vocales muy verdianas, incluyendo momentos de más ligereza: pasajes de coloraturas con virtuosismo, a veces delicadas y otras muy expresivas. También momentos más líricos, que exigen línea belcantista , y otros tintes de soprano dramática, sobretodo en los concertantes con necesidad de aportar sonido y color.

¿Y dramáticamente? Tanto en lo vocal como en lo escénico, es un Verdi bastante desconocido. ¿A qué otras protagonistas verdianas se parece? ¿Qué relaciones ha encontrado con otros títulos?

Una princesa inca, obligada a ver sometido a su pueblo, que ve cómo el “mandamás” de los invasores, obsesionado con ella , quiere hacerla su esposa a toda costa, y que tiene la valentía de aceptar casarse con Gusman para salvar a su amado , Zamoro, un guerrillero indígena. Es heroina y víctima entregada al sacrificio, siempre por amor. Es puro romanticismo! La partitura es muy interesante y el libreto tiene toda la esencia de Verdi, de lo que encontramos en sus óperas. Le encuentro muchos parecidos con Il trovatore, por ejemplo .

No se irá muy lejos de ABAO, porque dentro de poco protagonizará, también con ellos, Madama Butterfly.

¡Uf! Madre mía… es que Butterfly es un operón… no sé ni cómo explicarle lo que siento hacia Cio-Cio-San. Creo que mi visión sobre ella es muy italiana, muy mediterránea, en realidad. También es verdad que está escrita así. El concepto de la escritura no es que sea muy oriental. Hay momentos, por supuesto, pinceladas donde se vislumbra su carácter atribuido a Japón: sumisa, elegante, la mujer débil y frágil… pero luego la música está muy escrita a la italiana. ¡Muchas veces es una Santuzza! (Risas).

Presenta, además, mucho desarrollo en el poco tiempo que dura la ópera… desde cómo sube la colina hasta cómo termina la obra…

Es un personaje verdaderamente difícil, pero ya en su escena de la colina le suelta un par de frases a Pinkerton donde entiendes que tampoco es una niña que no entiende nada de la vida. Ya le digo, las pinceladas japonesas son eso, pinceladas. En realidad es una mujer mediterránea, muy pasional. Tiene un par de ovarios, como cuando en el segundo acto aparecen los pretendientes y los rechaza. En cualquier caso, la tragedia le acompaña desde el principio. La primera vez que pronuncia la frase “Amor mío” a Pinkerton, suena el leitmotiv de la muerte.

Es que nosotros y nosotras, como público, ya sabemos cómo se las gasta Pinkerton, pero no ella… Puccini siendo un teatrero, que le encantaba… como en Tosca, por ejemplo.

Pero la diferencia con Tosca es que esta ya sabe de la maldad de los hombres y Cio-Cio-San, aunque ha vivido en la pobreza, aunque ha tenido que ejercer de geisha y ha visto el sacrificio, la muerte de su padre… no sabe tanto. Ha vivido, pero no ha experimentado. Luego ya depende de la producción el explotar más su inocencia, su visión infantil o la más madura.

Ahora ha cantado otra “Butterfly trianera” en el Teatro de la Zarzuela, con Entre Sevilla y Triana

¡Totalmente! (Risas). Hay un barco, un marino que se va y que deja embarazada a la protagonista… la Tita Patro puede ser perfectamente Suzuki, e incluso hay un Yamadori que es Jose María… hay muchos elementos que pueden asemejarse a Butterfly. ¡Pero! Hay una diferencia notable entre una obra y otra: Reyes de Triana no quiere que Fernando le ame por pena ni por su hijo. Que la ame por ella misma, no por otro tipo de obligación paternal. Sin embargo, Cio-Cio-San espera que si no es por ella, al menos vuelva por su hijo. Esa diferencia en el carácter es muy importante. ¡Y Reyes no piensa nunca en suicidarse por él!

Ha cantado usted bastante lírica nacional: María del Pilar, El caserío, El Gato Montés, Juan José… con unos cuantos títulos de Sorozábal, que al fin y al cabo fue contemporáneo, en cierto modo, de Puccini. ¿Hay personajes de zarzuela que le gustaría probar?

¡Sí! También he hecho La del soto del parral, La rosa del azafrán, Luisa Fernanda, El barberillo de Lavapiés… ¡La zarzuela me encanta! Fíjese que, en todos estos papeles que he cantado, hay un rango amplio de vocalidades. La cuestión de la zarzuela es que no se especifica mucho en las voces que debían hacerse cargo de sus protagonistas: “tiple”. La que podía cantarlo, lo cantaba. Punto (risas). Ahora es que tenemos un problema importante con clasificar hasta el más mínimo detalle las voces. Parece que tener una voz determinada sea un estigma. ¡Usted es soprano lírica y no puede cantar Luisa Fernanda porque es para una mezzo! 

¿Nos limitamos mucho con las etiquetas?

¡Muchísimo! ¡Las odio! Todo esto de la clasificación hasta la extenuación es un absurdo y muy reciente. Hasta hace nada, las cantantes lo mismo te grababan Lucia di Lammermoor o partes de Samson et Dalila como si nada… ¡La Callas! La Callas era la Callas, evidentemente, pero todas podemos ser la Callas si queremos. Las etiquetas no llegan a ningún lado. Cuando me preguntan qué tipo de soprano soy, yo contesto lo que canto y la etiqueta que la ponga otro.

Al final, la diferencia de una voz reside antes en el color…

En el color, tu psicología, la colocación, la potencia, el tamaño… Depende de todo, pero nunca de lo que un oído externo decida. Yo tengo voz para cantar Gilda, de Rigoletto, por ejemplo, pero no tengo su psicología. Hay otras compañeras que pueden hacerlo muchísimo mejor.

¿También depende del concepto que tenga del personaje el señor (porque suele ser un señor) que realiza la audición para el personaje? Siguiendo con Gilda como ejemplo, parece que sólo pueda cantarse con una edad y con una apariencia frágil…

Sí. Es algo que le pasa a muchos gestores y directores de escena. Se guían por el físico. Musetta siempre tiene que tener tipazo y Butterfly ser pequeñita. A veces se nos olvida que todo esto es teatro. Aquí lo que hay que hacer es cantar. Dar el personaje a través de la voz y el físico sea el que sea… y la edad. ¡Qué mas darán ciertas cosas…!

De hecho, también acaba de cantar un personaje joven como es la Adriana en Los gavilanes, en Oviedo, con José Bros cantando “Soy joven y enamorado”… ¡La edad es un estado mental!

¡Absolutamente! (Risas). ¡Qué bien lo cantaba José, además! Si no hacemos concesiones en el teatro, no hay magia. La gente está muy mediatizada con la televisión y las series de plataformas que muestran mucho detalle realista. ¡Pero el teatro es otra cosa! ¡Es magia! No podemos seguir confundiendo el teatro con la televisión.

Como embajadora de su tierra, Extremadura, no quisiera terminar esta entrevista sin preguntarle qué necesita culturalmente la región… ¡además de un tren y conexiones dignas!

¡Por favor! Musicalmente, algo que me haría mucha ilusión es que la Orquesta de Extremadura pueda llevar a cabo, finalmente, una pequeña temporada de ópera. Tenemos el Teatro Romano de Mérida y mucha ilusión… sólo falta la inversión económica. ¡Y sí, un tren para que la gente pueda ir!

Para finalizar, he recuperado unas declaraciones suyas, de una entrevista en 2005, antes de su debut oficial con aquel Ballo que comentaba, en 2009. Le preguntaban qué le pedía a la carrera: “Cantar mucho y ser reconocida por mi trabajo, con todo lo que conlleva dedicarse a esta profesión”. En 2022, ¿qué le pide?

¡Ay!, es que desde entonces han pasado tantas cosas en mi vida, en mi carrera… Afortunadamente, siento que estoy siendo reconocida por cantar, y además en mi tierra. Me hace mucha ilusión poder decir que soy querida en Extremadura. La gente me reconoce por ser cantante y he tenido la suerte de conocer a gente maravillosa en este trabajo. Eso es lo que le pido ahora: seguir conociendo a compañeros de los que aprender. Ellos y ellas son lo mejor de todo. Son los que te llevas, finalmente, a casa. Compartir el teatro con los demás es una de las mejores experiencias de vida.

Foto: Michal Novak.