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David Alegret: "Decimos amar mucho la canción catalana, pero ponemos poco en práctica ese amor"

El tenor barcelonés David Alegret lleva su nuevo disco, Carneriana, hasta el madrileño Teatro de la Zarzuela, donde cantará a Toldrà con el pianista Rubén Fernández Aguirre. Juntos han grabado a una veintena de autores que han musicado la poesía de Josep Carner, en un doble álbum de IBS donde también se recogen nuevas creaciones de músicos contemporáneos. De todo ello, de su amor por la canción catalana, por la música actual, Rossini, el canto y la vida, hablamos con él.

Comenzando con lo inmediato en el tiempo: ¿Qué vamos a escuchar el próximo sábado en el Teatro de la Zarzuela?

El recital de la Zarzuela surgió antes de la idea de presentar mi último disco, Carneriana, con Rubén Fernández Aguirre. Se trata de un concierto de diversos compositores catalanes en diferentes idiomas. Entre ellos, por supuesto, el catalán, del que haremos muchas canciones de Toldrà sobre poemas de Josep Carner. Y dado que este último es quien estructura el disco, aprovecharemos para realizar, de alguna manera, una presentación oficial en Madrid.

Además, en el concierto de la Zarzuela hay otros autores: Albéniz con las canciones italianas, Manén en alemán y, en castellano, Ricard Lamote de Grignon, de quien, prácticamente, estrenamos un ciclo de canciones: Siete cancioncillas en estilo popular. Me lo ha descubierto su hijo, con quien mantengo el contacto. Él no tiene constancia de que se haya hecho alguna vez el ciclo completo. Alguna pieza suelta, sí, como Las tres morillas, pero parece que será la primera vez que se cante entero.

¿Su intención, a través de este recital y el disco, es posicionar el Lied catalán?

¡Sí! El Lied de compositores catalanes. De hecho, entre Rubén y el Teatro de la Zarzuela han titulado este recital como "Catalanes por el mundo". Ya le digo, la idea es visibilizar el trabajo de autores catalanes en catalán, pero también en otros idiomas, recogiendo un amplio espectro de la forma de ver la canción en Cataluña.

¿Cree que puede haber cierta reticencia a presentar un recital sólo en catalán en Madrid?

Creo que no. Esta idea del concierto surgió directamente así. No hubo miedo al catalán... en esta ocasión. Las reticencias sobre realizar un programa completamente en catalán también se dan en Cataluña, no se vaya a creer. El problema es no valorar la canción como tal. La catalana y la española. Es algo difícil de plantear a los diferentes organizadores porque no suelen querer. Sí se da, a menudo, el hecho de encontrarnos con conciertos completamente en alemán y a nadie le escandaliza, pero en catalán o español, no sé por qué, es otra cosa...

En cualquier caso, no es por reticencias o una confrontación con el catalán. De hecho, en Granada también presentaremos el disco de Carneriana el año que viene y allí cantaremos todo en catalán. Depende de los programadores, aunque, en este caso, la idea de jugar con varios idiomas, como le comento, se dio de forma natural. En Cataluña, sin embargo, cuesta que algunos de ellos acepten un recital completo en la lengua propia.

¿A qué cree usted que se debe esto? En Cataluña ha habido una tradición de canción...

Sí, es cierto... Los mismos programadores aluden mucho a eso, a la tradición, a la historia... pero a la hora de programar, se olvidan de ella. Se me ha dado el caso, no le hablo ya siquiera de grandes auditorios, sino de salas más pequeñas, recogidas, donde el Lied catalán encontraría su mejor espacio, donde se me ha pedido que mezcle, por ejemplo, el Lied con una segunda parte de zarzuela... Y sin desmerecer a la zarzuela, pero en esto sí creo que los recitales de canción deben ser sólo eso, recitales de canción. Estamos siempre igual: la cuestión es la valoración, el amor y la estima que tenemos a nuestro propio repertorio. A veces decimos unas cosas, como que es un género fantástico y demás, pero luego hacemos otras a la hora de la práctica. Decimos amar mucho la canción catalana, pero ponemos poco en práctica ese amor. Como dice ese refrán español: obras son amores y no buenas razones. A veces, tenemos como interiorizado que el público no va a venir si no programamos algo conocido o internacional.

¿Subestimamos, pues, al público y al género?

Yo creo que un poco, sí. Sí. A la hora de la verdad, cuando he hecho un concierto como en el Life Victoria o en el Festival de Peralada, íntegramente de canción catalana, buscando popularidad y originalidad en nuestras propias raíces, el público ha respondido muy bien. Los programadores tendrían que arriesgarse más... aunque la palabra no es "riesgo". Seguro no hay nada en la música.

¿Cómo es cantar canción catalana? Quiero decir, ¿en qué brilla el catalán, como idioma, a través de la canción?

La canción catalana, como la española o la italiana, tienen un poco la misma musicalidad, son mediterráneas, latinas. Y tiene conexiones, obviamente, con el francés. Al ser, además, mi idioma materno, como artista noto la fluidez del idioma, su expresividad y cercanía... Es difícil, no obstante, cantar en catalán, porque no se habla el mismo catalán en toda Cataluña, aunque sea bonito en todos lados. Su musicalidad, en cualquier caso, es extraordinaria. Hay que defender los idiomas propios y cantar en ellos, también en castellano y desde luego en catalán. Estoy imaginando ahora: ¿Por qué no, por ejemplo, un recital con Ismael Jordi donde él pudiera cantar Turina y yo canción catalana? Cada uno en su idioma... eso son cosas que unen, mostrando la identificación de cada uno, al mismo tiempo.

Hemos apuntado varias veces a su disco y el proyecto de Carneriana. ¿Como surgió?

Fue en 2015, cuando comencé a trabjar con Rubén Fernández Aguirre en un programa que ofrecimos en el Palau de la Música Catalana. Hicimos el Dichterliebe de Schumann - ve lo que le decía, ¡aunque sea fantástico! - y canción catalana. Él quería hacer música de Toldrà conmigo y a mí Rubén me parece de los mejores pianistas acompañantes que tenemos en la actualidad en nuestro país. ¿Qué sucedió? De Toldrà ya se han hecho, incluso, varias integrales... llegó 2020 y con él, el 50 aniversario de la muerte de Josep Carner. Era un poeta sobre el que muchísimos compositores habían musicado. El propio Toldrà, además de El giravolt de maig, había compuesto 10 canciones sobre sus poemas... y de ahí surgió una investigación sobre compositores catalanes que habían musicado los versos de Carner. ¡No se puede hacer idea la de canciones que aparecieron! ¡Podríamos haber hecho dos o tres Carnerianas!

¿Cómo fue, pues, el proceso de selección? En el doble disco se recogen 20 firmas diferentes...

Se quedaron fuera Pujol, Gerhard... porque nos decidimos por aquellos autores que compusieron una única obra o ciclo sobre Carner, rodeando de alguna manera las 10 canciones de Toldrà que le comentaba. Están Ricard Lamote de Grignon, Frèderic Mompou, Joaquín Rodrigo, Antoni Massana, Narcís Bonet... ¡El proyecto crecía a un ritmo frenético! Y entonces me surgió la idea de añadir un disco más, como amante de la música contemporánea que soy, con músicas creadas ahora, en estos días o incluso para el disco, como es el caso de la canciones de Antoni Ros-Marbà o Francesc Prat. Además están Antoni Parera Fons, Albert Guinovart, Miquel Ortega, Joan Magrané y Alberto García Demestres.

¿Vive la canción catalana una renaixença?

Sí. Y no sólo con ellos, sino también a través de los nuevos poetas catalanes. Hay ganas de componer, de crear sobre la canción catalana. Y ya le digo, hay poetas buenísimos: Carles Duarte, Manuel Forcano, Sònia Moll... el diálogo entre ellos y los compositores, como Magranè, Raquel García-Tomás, Hèctor Parra, es maravilloso e interesantísimo. De hecho, Parra está componiendo una serie de canciones sobre textos de Mercè Rodoreda, que estrenaremos con Rubén en la temporada 23-24, tanto del Auditori de Girona como en el de Barcelona.

¿Siente, entonces, una especial predilección por la música contemporánea?

Absolutamente. Ya sabe usted que vengo de Rossini, Mozart... pero la voz evoluciona y yo nunca me he querido salir de mi repertorio. Aunque el tiempo pase y la voz sufra algunos cambios, mi voz es la que es, de tenor ligero. No siento que mi camino sea intentar ensanchar mi voz para afrontar ciertos Donizetti, Verdi... La contemporánea me abre así nueva ventanas: óperas del propio Parra, de Benet Casablancas... próximamente estrenaré el rol protagonista de la nueva ópera de Parera-Fons: L'archiduc, con texto de Carme Riera. Lo haremos en Palma de Mallorca, con dirección de escena de Paco Azorín. Es muy, muy, muy interesante. La ambiguedad y la sexualidad del personaje, contrastando su juventud con su parte más adulta, donde también participa José Antonio López... ¡tengo muchas ganas! ¡Y la música es preciosa! Parera conoce muy bien mi voz y ha compuesto pensando en ella... es algo precioso.

Y en breve tiene, en el Villamarta de Jerez, Diálogos de Carmelitas. No es contemporáneo... pero sí.

Es un rol que es maravilloso, es un caramelo. No es un papel largo, tiene la escena con Blanche y la introducción con el barítono, pero es Poulenc... ¡Y Poulenc me encanta! Es una producción que ha arrastrado la pandemia hasta ahora, realizándose también en Málaga en 2024.

¿Le despierta la contemporánea una adrenalina nueva? ¿Necesaria?

¡Sí! ¡Completamente! Y como se sale de lo acostumbrado, siendo algo más difícil de estudiar... mi bagaje viene, ya lo sabe usted, de la medicina y de ahí salté al canto... pronto encontré mi hábitat natural en Mozart, en Rossini... y en la contemporánea, cuando vas encontrando la forma y va surgiendo el resultado final... ¡es maravilloso! El reto es mayor.

Siendo de la cuerda de tenor lírico-ligero, ligero, ¿es más complicado aún decir que no en la carrera?

Sí. Nunca he querido dañar mi voz. He dicho que no, hace años, a cantar por ejemplo el Rinuccio de Gianni Schicchi o el Fenton de Falstaff. Podría haber probado, incluso ahora creo que diría que sí a Fenton, con tiempo de estudio... no lo sé...

La fidelidad a uno mismo es la más complicada.

Sí. 

Foto: Juan Miguel Morales.