Josep Vicent retrato 

Josep Vicent: “En el podio me pongo siempre al servicio del sonido”

En ocasión de su reciente gira por España con la Orquesta Nacional de Bélgica y junto al guitarrista Pablo Sáinz-Villegas, pudimos conversar con el director de orquesta Josep Vicent, responsable musical y artístico del proyecto ADDA Simfònica, una orquesta que ha construído a su medida y con la que ahora publica dos discos, en la antesala de una gira por Japón.

¿Cuándo y dónde comienza su carrera como director? ¿Cuándo descubre esa vocación y cómo la encauza?

Pues parece como si fuera ayer, pero lo cierto es que llevo en el podio media vida. Esto de la música es un camino tan largo y hay tanto por aprender. Por eso me sorprende ver la facilidad con la que algunos sientan cátedra sobre lo que hacemos… pero ese es otro tema.

Yo empecé a dirigir muy joven y tuve la suerte de vivir unos años de mucha nueva creación en Ámsterdam. Yo era percusionista entonces y estudiaba dirección para mí, no con afán de convertirme en director el día de mañana. Pero me fueron llegando ocasiones, con mucho repertorio de Xenakis al principio. La carrera llegó a mí y yo me comprometí con ella. 

Fue muy importante el momento en el que me hicieron titular de la World Orchestra con Juventudes Musicales, fueron quince años de giras y proyectos fantásticos. Fui también titular durante un par de años en la Sinfónica de Islas Baleares. 

Y ahora me vuelco por entero con el proyecto de ADDA, con el que estoy encantado. Me gusta el proceso a largo plazo y ahora en Alicante lo estamos disfrutando. Ya son siete años de trabajo y se empiezan a notar los frutos. 

Yo tengo la impresión de que ADDA nace con usted, de hecho.

Sí, no el auditorio como tal, por supuesto, pero sí la orquesta. Yo estuve en las pruebas para las plazas estables y tuve mucho que ver en que la plantilla sea la que es. Hay cosas que solo me atrevo a hacer con ellos a las que no me atrevería a hacer con ellos. Hay un trabajo muy de tú a tú. Tenemos por delante muchas aventuras juntos. 

Lo cierto es que ADDA es ya una marca reconocida en el panorama sinfónico nacional y ha conseguido hacerse un hueco en el Levante, donde Valencia tiene tanto peso.

El único arma es el sonido. Tenemos un sonido muy redondo, directo, puro… Es una orquesta con gran capacidad técnica y esa es nuestra mejor carta de presentación. Es otro nivel, la verdad. 

Tengo la impresión que trabaja con una idea muy clara del sonido que quiere obtener.

Sí, en el podio yo me pongo siempre al servicio del sonido, tengo una conexión fuerte con él y pierdo la noción de mí mismo. Por eso según las circunstancias, en un concierto se me puede ver absolutamente zen o absolutamente energético.

Creo estas semanas ven la luz dos proyectos discográficos, nada menos.

Sí, ahora salen dos discos, tenemos ya a nuestras espaldas más de quince discos. Sale la integral de los tres grandes ballets de Stravinsky, que sale con Aria Classics, una pequeña discográfica con la que hemos trabajado muy bien. 

Y tenemos nuestro segundo trabajo con Warner, que es un disco dedicado a Chick Corea con orquesta, con Emilio Solla en los arreglos, vino Paquito D´Rivera… mucha gente de mucho nivel. Es un proyecto emocionante.

Y más allá de Alicante, creo que la orquesta está también en expansión.

Sí, acabamos de debutar en Berlín y en breve una gira por Japón. El año que viene vendremos también al ciclo de Ibermúsica para hacer la Novena de Beethoven con el Orfeón Donostiarra.

Su próximo reto es nuevamente la ópera, ahora en junio, con La bohème.

Sí, yo he sido un hombre muy de teatro, he dirigido mucha música escénica, trabajo con Fura dels Baus desde 2014. En Alicante había que hacer un test con casi todo, cuando empezamos. Si yo le digo ahora que la temporada de ADDA cuenta con 1.000 abonados en una sala que no llega a las 1.300 butacas… Es un dato espectacular. Y son 170 conciertos en total, no solo con la propuesta sinfónica, sino con orquestas invitadas, un ciclo de guitarra, un ciclo de música contemporánea, un ciclo de cámara, un ciclo barroco… La respuesta del público en Alicante ha sido descomunal, vivimos un idilio.

Y me atreví a hacer el test con la escena porque me consta que hay mucha gente de Alicante que viaja fuera para ver ópera. Hicimos un par de proyectos escénicos con La Fura: Carmina Burana y La Creación de Haydn. Y a partir de ahí hicimos Carmen el año pasado y ahora La bohème. Nuestro auditorio no es un teatro como tal pero le sacamos muy buen partido desde el punto de vista escénico.

Hacen la producción de Emilio Sagi que vimos hace unos meses en Pamplona.

Sí, Emilio está encantado con estas funciones en Alicante. Yo conozco a Emilio Sagi desde hace muchos años, de cuando hicimos Il viaggio a Reims con Alberto Zedda.

Ah, no sabía que usted había pasado también por las manos de Zedda.

Sí, también con Daniel Barenboim, por ejemplo. Cuando vino con Wagner al Real, estábamos tres maestros españoles asistiéndole: Josep Caballé Domenech, Álvaro Albiach y yo. Y en los tiempos de Ámsterdam trabajé con tantos… con Solti, con Haitink… 

Antes de empezar la entrevista, cuando nos hemos saludado, me hablaba de Alfonso Aijón. ¿También ha sido importante para usted, como para casi cualquiera en la vida musical española de hoy en día?

Por supuesto, fue totalmente determinante para mí, con consejos, oportunidades… Es un hombre que inspira con su enorme pasión por la música. Y cuando Ibermúsica me invitó a ser parte de su roaster de artistas, me pareció un honor estar ahí.