EMPRESA Y CULTURA
Memorias de luz y niebla. Gregorio Marañón Bertrán de Lis. Ed. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2020.
No es habitual que en esta sección de Platea hablemos de libros que no están directamente relacionados con la música clásica, la ópera o la danza y el mundo que las rodea. Pero también tenemos como objetivo estar abiertos a todo aquello que directa o indirectamente se relacione con estas artes. Hoy nos vamos a centrar en las memorias de uno de los personajes más influyentes (aunque no haya estado tan el candelero mediático como otros de sus colegas) en el mundo empresarial, cultural y periodístico de este país: Gregorio Marañón y Bertrán de Lis. Es nieto del famoso médico de su mismo nombre que tan importante fue en la España de la primera mitad del siglo XX. La característica que siempre me ha llamado más la atención de este médico e intelectual es esa mezcla, tan inseparable en muchos de los hombres y mujeres más destacados de la cultura del siglo XX de compaginar una profesión (medicina, derecho) con una sólida formación y una inquietud por el mundo de la cultura de gran amplitud. Esta sería un poco grosso modo la definición del Gregorio Marañón de nuestros días: esa unión entre el mundo de los negocios, la empresa o el trabajo con el mundo artístico y cultural. Algo que se ha perdido paulatinamente en este mundo actual tan compartimentado y en el que la especialización no deja sitio para lo que nuestros padres llamaban “cultura general”, ese compendio de saber que va más allá de lo meramente básico. Pero Gregorio Marañón, como sus antecesores, implicándose más que muchos de los empresarios de éxito de su generación, no se ha dedicado solamente al mecenazgo sino que ha llevado su compromiso más allá y se ha implicado en trabajar por esa cultura que impregna toda su formación. Concretamente, y es de lo que hablaremos brevemente en esta reseña, en la dirección del Teatro Real de Madrid.
En el capítulo titulado Viaje al corazón de la ópera, Marañón repasa cómo fueron sus inicios en el mundo operístico y como en 1995 se incorporó al Patronato de la Fundación del Teatro Lírico, no tanto, como él señala, por sus conocimientos sobre esta parte de la música clásica (que eran sobre todo como aficionado) sino más bien por su probada capacidad como gestor y abogado. A lo largo de estas páginas resulta interesante ver las relaciones que hay entre el mundo cultural y el político y como el primero sufre los avatares del segundo (nada más revelador que la lista de los seis presidentes del Patronato y nueve directores generales que pasaron por el Real de 1997 a 2007). A finales de ese 2007, y una vez dotado el Teatro de una reforma de los estatutos que permitía la autonomía suficiente para no estar pendiente de los cambios políticos, Marañón fue nombrado presidente del Patronato, cargo que sigue ostentando a día de hoy.
Lo más interesante de todo este capítulo son detalles de su relación con el maestro López Cobos y Antonio Moral, que dirigían el Real antes de su llegada; el breve relato de toda la época Mortier, sin duda la más polémica de la reciente historia de la Institución, en el que el autor da su versión de los hechos que, con toda seguridad y como pasa constantemente, no todas las personas que también lo vivieron directamente compartirán (eso sí, valora positivamente, como no podía ser de otra manera, la internacionalización y acercamiento a una visión más actual de la ópera que trajo consigo Gerard Mortier); o la incorporación de Joan Matabosch al timón de la dirección artística del Teatro, puesto en el que sigue en la actualidad. Sin olvidar las primeras consecuencias de la pandemia en el funcionamiento de la Casa y en el devenir del país.
En resumen, Gregorio Marañón ha estado, y sigue estando, en el centro del mundo cultural español. A quien le interese conocer ese mundo también le interesará leer este libro, siempre teniendo en cuenta que son “sus” memorias y por tanto el sesgo personal lo impregna todo. Como hacemos todos, al fin y al cabo, al escribir y dar una opinión.
Foto: Galaxia Gutenberg.
