Constantin Floros musica mensaje

UN MUSICÓLOGO DE REFERENCIA

La música como mensaje. Constantin Floros. Ediciones Universidad de Salamanca. Salamanca, 2020.

Constantin Floros es uno de los musicólogos más relevantes e influyentes de la segunda mitad del siglo XX y de lo que va del XXI. Además de la profundidad y erudición de sus estudios, el mundo académico valora sobremanera la amplitud temporal que abarcan dichos trabajos que van desde la música medieval a la contemporánea, además de sus enfoques siempre originales y que han abierto nuevos caminos a muchos investigadores. Ediciones de la Universidad de Salamanca vuelve en este volumen a publicar una traducción crítica  (otra vez de la mano excelente de la profesora Nieves Pascual León) de una de sus obras ya que también se había editado otro trabajo del mismo autor:  El hombre, el amor y la música.

La música como mensaje vio la luz en alemán en 1989 y posteriormente, en 2016, con motivo de una traducción en inglés el texto fue revisado y ampliado por el propio autor. Es ahora ese libro el que tenemos entre manos en español. El objetivo primordial de Floros con su escrito es responder a las preguntas que se plantea en el prólogo: “¿Qué pretenden los compositores —desde Ludwig van Beethoven hasta Luciano Berio y Luigi Nono— con su música?, ¿qué pretenden transmitir y a quién se dirigen? ¿qué tipo de mensajes musicales emiten y cómo son estos recibidos y decodificados por el oyente?”.

Después de comentar en los primeros capítulos, sin profundizar demasiado,  conceptos más generales (como el significado de “mensaje” en música) o temas de tan diversa opinión como “¿qué es la música?”, Floros aborda la exposición de sus ideas a través del estudio del trabajo diversos compositores y sus intenciones a la hora de comunicarse o enviar mensajes. Uno de los capítulos más significativos es el de los leitmotivs de las obras de Wagner, especialmente los que contiene El anillo del nibelungo. Para el autor greco-germano, la interacción entre música y texto en este espectacular Gesamtkunstwerk (drama de arte total) dota a la música de una dimensión que la aleja de lo que se denomina “música por sí misma”, sin más significado. El lector que se va adentrando en la lectura de este capítulo, y más si es aficionado a la música wagneriana, encontrará un enfoque muy interesante sobre esa “significación” musical que no soslaya en ningún momento las posiciones críticas que este posicionamiento ha producido a lo largo del análisis historiográfico de la obra.

Floros nos descubre a lo largo de este libro (o por lo menos me ha descubierto a mí) la fundamental importancia que tiene la comunicación del “mensaje” que encierran obras que siempre se habían estudiado como composiciones de “música absoluta”. Es lo que él llama “programas ocultos”, como ocurre en la Suite lírica de Alban Berg.

El trabajo repasa también la poética musical de Schumann o los trabajos de Berlioz Liszt o Mahler (como sabemos compositores muy unidos al ideario wagneriano). El trabajo llega hasta de Hans Werner Henze. Algunas de las líneas que le dedica el musicólogo pueden servirnos como resumen final de las intenciones de este libro: “Henze no tenía en mente el ideal de la música absoluta, abstracta y «pura» sino que hablaba de la «música impura», esto es, una música que también envolvía lo humano, lo alegórico y lo literario. Henze afirmaba que la música había de convertirse en un idioma, debía entenderse como un idioma”.