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El valor de la música rusa

Los compositores rusos de los siglos XIX y XX. Liudmila Nikitina. Editorial Arpegio. Sant Cugat, 2021.

Una virtud, entre otras, que hay que destacar en este libro de la musicóloga rusa Liudmila Nikitina es poner en valor la importancia de la música clásica compuesta en Rusia (luego la URSS) en los siglos XIX y XX, mucha de ella, más allá de la creada por los grandes nombres de todos conocidos) poco o nada conocida por nuestros lares. Los compositores rusos de los siglos XIX y XX que ahora publica la Editorial Arpegio nos sirve para introducirnos con más profundidad en esa pléyade de compositores que crearon escuelas propias y que recibieron, pero también promovieron, influencias en toda Europa. No por resaltar lo poco conocido Nikitina descuida el estudio de los grandes compositores rusos de estos dos siglos. Bien al contrario, este es el tema central de su libro, pero siempre puesta la vista en todo el mundo cultural, político y social que rodea a estos compositores y sus creaciones, creando sinergias y relaciones que contextualizan de manera didáctica a la vez que profundamente estudiada la música rusa de estos dos siglos.

Pero antes la autora, con un excelente criterio, hace un repaso en la introducción a los orígenes de la música antigua rusa, sus conexiones religiosas y también folklóricas y toda la música que a partir de la Ilustración y la influencia occidental en el siglo XVIII preparó la eclosión de un estilo propio en estas tierras del este europeo que tiene como su primera figura conocida a nivel internacional a Mijail Glinka. Al mismo nivel de importancia que Alexander Pushkin tuvo en la poesía (ambos adalides del romanticismo), Glinka, dada su formación cultural y musical y su trayectoria personal,  será un ejemplo a seguir por todos los compositores contemporáneos y de las siguientes generaciones. Abro aquí un inciso para comentar que el original ruso de este libro vio la luz en Moscú en el año 2000 y para la edición española Nikitina ha revisado y actualizado los contenidos del texto. Un ejemplo lo tenemos en el caso de Glinka y la influencia en su obra que tuvo su viaje a España que dio lugar a las “oberturas españolas” como La jota aragonesa y Una noche en Madrid.

Los capítulos siguientes desgranan esa historia musical que centra el libro. Desde la génesis del “Grupo de los Cinco” (Mili Balakirev, César Cui, Modest Mussorgski, Nikolai Rimski-Korsakov y Alexandr Borodin, a los tres últimos se dedican capítulos específicos de destacado interés) defensores a ultranza de la música nacional y del naturalismo, hasta una figura tan destacada y famosa como Piotr Ilich Tchaikovsky.  El siglo XIX va llegando a su fin en Rusia con una efervescencia social y política de imprevisibles consecuencias en aquel momento. El mundo cultural no es ajeno a estos movimientos y Nikitina lo estudia en su capítulo 7, quizá uno de los más atractivos porque nos da las claves de los cambios que se producirán a lo largo del siglo XX, sobre todo a partir de la Revolución de Octubre de 1917. Repasamos la vida y obra de compositores tan importantes en la música a nivel mundial como Skriabin, Rachmaninov, Stravinsky, Prokofiev y Shostakovich (todos ellos con sus capítulos correspondientes).

A modo de conclusión se hace un somero repaso a la composición rusa de la generación posterior a Shostakovich, ya en la segunda mitad del siglo XX. Es quizá el apartado más flojo del libro pues el repaso es demasiado esquemático para el amplio periodo que abarca. Esto no empaña un texto que sirve como una buena introducción a la composición de uno de los países más importantes del mundo en la creación y ejecución de la música clásica de los siglos XIX y XX.