año maravillarse libro 1

El éxito de la divulgación

Un año para maravillarse. Clemency Burton-Hill. Ed. Urano. Colección Indicios. Madrid 2019

No hay duda que en el mundo de la Música Clásica hay un apartado que tiene un indudable éxito, seguramente da pingües beneficios y, esperemos, haga a un tanto por ciento significativo de público ir más allá de la mera escucha esporádica de un fragmento musical para acercarse a un auditorio o un teatro a oír música en directo. Ese “nicho” (si se me permite el término comercial) es el apartado divulgativo, que toma distintas formas: desde libros, a conferencias o a conciertos didácticos. Todas estas iniciativas (y el libro que nos ocupa es una de ellas) parten de la idea, que todos creemos muy extendida, de que la Clásica es algo sólo para una élite de elevada formación intelectual y que su lenguaje es cuasi inasequible a la mayoría del público. Estos prejuicios que me temo se repiten desde que este tipo de música se apartó de los círculos más populares (ya entrado el siglo XX, porque recordemos la increíble aceptación  entre todas las clases sociales de la música de Verdi, por ejemplo, en la Italia del Risorgimento) a veces tienen un fundamento y otras veces no. Hay muchos aficionados que se sienten atraídos por este tipo de música sin haber nacido en un ambiente melómano, ni tener una formación especial. Simplemente la belleza que encierran estas melodías, igual que pasa con cualquiera de las artes, te atrae y poco a poco vas conociendo más cosas, hasta que este mundo te engulle ya sin remedio.

Pero estoy de acuerdo con la autora de Un año para maravillarse, Clemency Burton-Hill, en que a veces un apoyo no viene mal para romper el supuesto “hielo clásico”. Y en esa línea, su libro opta por un formato que considero acertado: dedicar cada día del año a una obra clásica, con comentarios sobre la misma o sobre su autor, con notas biográficas y anécdotas que hacen más amena la lectura. Creo que el objetivo principal de Burton-Hill es que sus lectores disfruten de la música sin que la dosis diaria sea excesivamente abultada. Si el oyente se engancha a la fórmula ya vendrá después la mayor profundización según gustos y tendencias. La variedad de autores es grande, aunque destaca (reconocido por la misma autora) su preferencia por la música de J.S. Bach (cosa que por otra parte no es de extrañar). También hay autores muy poco conocidos como la polaca Maria Szymanowska – para escuchar el 25 de julio– o muy jóvenes como Nils Frahm (nacido en 1982) –29 de marzo–. Un variado ramillete que pone en valor la selección de la autora.  Por eso este libro (para lo cual es imprescindible contar con la playlist “year of wonder” que aparece en las plataformas más conocidas) es un buen regalo tanto para un amigo remiso a conocer a esta música como para uno mismo si estamos en el mismo caso. No pretende nada más y en esa línea cumple su objetivo. Ya veremos en unos años si las salas de conciertos tienen mayor ocupación y un relevo generacional.