musica 1853 acantilado 1

BIOGRAFÍA HORIZONTAL

Música en 1853. La biografía de un año. Hugh Macdonald. Ed. Acantilado. Barcelona, 2019

Esta definición (biografía horizontal), con la que Hugh Macdonald, abre su libro, resulta totalmente aclaratoria del mismo. El eje sobre el que gira el volumen es narrar la vida y el trabajo de una serie de compositores en uno de los años más fructíferos del ya por si fundamental siglo XIX. El autor los pone en contexto, los interrelaciona y los agrupa en los diversos capítulos de una manera bastante lógica, tomando como base los meses del año y  algunas ciudades donde la cultura musical tiene capital importancia. En este tiempo aún no se puede hablar de “mundo globalizado” pero si que ya existe una conexión mucho más fuerte entre los diversos países, sobre todo en Europa. El ferrocarril ha echado a andar, el servicio de correos es mucho más eficiente que en la actualidad y existen multitud de publicaciones, revistas o periódicos, que se hacen eco de cualquier actividad cultural que se desarrolle en el continente. En este contexto, Macdonald, con una rigurosidad historiográfica encomiable (no hay más que repasar la bibliografía consultada), nos hace ver la historia musical de una manera diferente e indudablemente atractiva, más dinámica y más viva.

Al ir caminando por la senda de 1853 se percibe que no es una fecha elegida al azar, sino que es un año clave en la historia musical del XIX y del movimiento que en aquel entonces influía y dominaba casi completamente: el Romanticismo. El primer capítulo está dedicado al comienzo de una relación que tiene mucho que ver con este movimiento y que intenta definir esas fronteras tan difusas que se establecen entre alumnos y maestros que a la vez son amigos y se influyen mutuamente. Un ejemplo de lo anterior será el caso de Schumann, su mujer Clara y Johannes Brahms, con la figura del gran violinista Joseph Joachim como enlace entre ellos. En Weimar, donde viven los Schumann, se lee a Berlioz o Wagner que, además de compositores, ejercen de teóricos musicales. Hay que pensar también que la música que hoy llamamos clásica, en todo el mundo occidental, pero sobre todo en Alemania, forma parte de la vida cotidiana. Es el entretenimiento de la burguesía que ha crecido de manera exponencial al desarrollo de la segunda revolución industrial. Y en el mismo Weimar coincidirán más adelante el propio Brahms y Franz Liszt, en la cima de su fama.

Macdonald nos va trasladando por la geografía europea. En mayo-julio estamos en Zúrich, que es refugio de exiliados (vivimos, no debemos olvidarlo, una época de gran efervescencia política y social) que acuden a una ciudad neutral y con una próspera burguesía. Allí Wagner en estrecha relación con el matrimonio formado por Otto y Mathilde Wesendonck, pareja fundamental tanto en el sostenimiento económico del compositor como (por parte de Mathilde) inspiración para dos obras fundamentales en su trayectoria: los bellísimos Wesendonck Lieder y la celebérrima Tristan und Isolde. En ese periodo también visita a Wagner Liszt, figura que tanto influirá en su obra y que más adelante se convertirá en su suegro.

Las distintas circunstancias de ese año tan especial, vistas desde esa visión histórica que prima el conjunto sobre lo particular, van recorriendo el libro y dejando bien palpable la interrelación, insisto, entre distintas figuras fundamentales en la música del siglo XIX, sus encuentros y a la vez sus desencuentros (este año comienza, como bien nos recuerda el autor en su epílogo, el cisma entre las dos visiones tan diferentes de la música de la segunda mitad del siglo que tendrán, por una parte Wagner y Liszt y por otra Brahms). Todo ello nos hacen valorar muy favorablemente su publicación, siempre con la calidad que garantiza Acantilado y con una buena traducción de Francisco López Martín y Vicent Minguet.

Foto: Acantilado.